Primero en nombre del control de la cuarentena y ahora en nombre de la seguridad, el gobierno despliega cada vez más policías y gendarmes. Pero así lo que crecen son los abusos y la violencia policial, el gatillo fácil y las desapariciones forzadas. Es preciso movilizar por verdad y justicia por Facundo, por fuera Berni y en defensa de los derechos y libertades democráticas.
Jeanette Cisneros
Si de expectativas hablamos, para mucha gente que con toda razón veía en las manos de Macri y Bullrich la responsabilidad por la muerte de Santiago, el cambio de gobierno iba a poner fin al autoritarismo. Sin embargo, la persistencia de la crisis, la cuarentena y la necesidad de la clase dominante de garantizar el control social y el ajuste están demostrando que, en materia represiva, el gobierno de Alberto mantiene una continuidad.
Al asumir, habló de los derechos humanos. Pero a poco de comenzar su mandato, en la despedida de un contingente militar al exterior llamó al pueblo a “dar vuelta la página” de la dictadura genocida, es decir a la reconciliación.
Luego vino la pandemia. Entonces a las policías, la Gendarmería y demás fuerzas de seguridad el gobierno las consideró “esenciales” y les aumentó todas sus atribuciones, poniéndolas a cargo del control de la cuarentena. En menos de un mes, detuvieron o demoraron a más de 27 mil personas. Además puso al Ejército a repartir comida. Entretanto, nos llamó una y otra vez a “agradecerles” a los canas y milicos. Y para monitorear el malestar social, encima nos ciberpatrullan las redes sociales…
Si arriba alientan, abajo violentan
En este contexto, el gobierno siguió legitimando a sus fuerzas y los abusos policiales se convirtieron en regla. Según el último informe de la Corrrepi1, actualizado al lunes 31 de agosto, desde el inicio de la cuarentena ya tenemos 102 asesinatos por la violencia del Estado: gatillo fácil, muertes en comisarías y cárceles. Los casos recorren todo el país, con la Bonaerense a la cabeza.
Facundo Castro salió caminando desde Pedro Luro a Bahía Blanca. Los retenes de la Bonaerense lo detuvieron, lo esposaron, le sacaron fotos y lo trasladaron, pero siguen libres e impunes.
En Tucumán, Luis Espinoza salió a hacer un trámite y nunca volvió. Al tiempo encontraron su cadáver, el arma homicida es del oficial José Morales y hay nueve policías implicados.
En Córdoba, el joven Blas Correa fue a tomar algo con sus amigos y tampoco volvió. La policía provincial le plantó un arma, lo persiguió sin causa y lo mató a sangre fría.
En Lomas de Zamora, Franco Martínez también iba a casa de un amigo, “desapareció” y días después apareció colgado de un árbol en la Reserva Ecológica porteña.
En las comisarías de San Luis ya van tres personas detenidas “suicidadas”. Y la lista sigue…
Aunque cambien los distritos o la fuerza, el accionar brutal se repite. Es que cuando desde el poder político se los empodera, se los alienta y se los felicita, abajo, en las calles y los barrios, sus agentes armados actúan con mayor violencia e impunidad que de costumbre. Bien lo decía Rodolfo Walsh: “El sistema no castiga a sus hombres: los premia. No encarcela a sus verdugos: los mantiene”.
Combaten la desigualdad con represión
Alberto llegó al gobierno con una crisis económica grave, que a partir de la pandemia se profundizó. Los despidos dispararon la tasa de desocupación. La pobreza ya golpea a más de la mitad de la población del país. Crece la precarización, por ejemplo con los repartidores. Se desconocen los índices de deserción escolar, pero el impacto de la brecha tecnológica post pandemia podría llevarla al 45%. Y ahora se suma el aumento de la falta de vivienda, que empuja a familias enteras a tomar tierras para hacerse un techo.
La tendencia de las burguesías y sus gobiernos ante el agravamiento de la crisis y los problemas sociales es la misma en todo el mundo: responder con más autoritarismo y medidas represivas. Pero quienes aquí aplican esa política son el gobierno nacional del Frente de Todos y los gobernadores provinciales de todo signo. Por eso apalean luchas de obreros, docentes, estatales, desocupados. Por eso reprimen con saña a los manteros que se ganan el pan. Por eso en vez de jóvenes pobres asistidos ahora hay jóvenes pobres enjuiciados. Y por eso mandan la policía a reprimir a quienes ocupan terrenos.
Tampoco se salva la juventud que sale a defender los derechos ambientales. Días atrás, en la marcha a Plaza de Mayo contra los incendios intencionales y el acuerdo con China por los chanchos, la cana detuvo a dos chicas. Después de rodear los móviles, las tuvieron que liberar. Hasta por pintar un paredón del tren por Facundo detuvieron ilegalmente en Banfield a dos militantes de la Juventud del MST.
Los conflictos sociales sin duda van a crecer. Como el gobierno lo sabe, se prepara para responder. Por eso organiza una ofensiva destinada a frenar las protestas populares. Un argumento ya conocido para militarizar es la inseguridad. Pero su verdadero objetivo es otro: amedrentar al pueblo trabajador y, si no hay caso, “combatir” la pobreza y los reclamos a palos, gases y balas. En fin, allí en donde haya policías o gendarmes, si sos pobre, joven o trabajador/a, corrés riesgo.
Alberto felicita, Massa arenga y Berni ejecuta
Hace unos días, Alberto decidió convocar una reunión cumbre en Olivos. Participaron Santiago Cafiero, Kicillof, Máximo, Wado de Pedro y varios intendentes. El fruto de la cumbre es el “Plan Centinela”, a anunciar en estos días.
“Se anticipó que el plan prevé un extraordinario aporte del gobierno nacional al provincial y los municipios de entre 10 y 12 mil millones de pesos, según la fuente, dinero que será destinado al reclutamiento de 10.000 nuevos efectivos policiales, compra de 2.000 patrulleros, refacciones y ampliación de unas 200 a 300 comisarías, construcción de cárceles y adquisición de todo tipo de insumos y pertrechos, desde armas a cámaras de vigilancia. Y todo ello, además, con el aporte de otros 3.000 efectivos de fuerzas federales desplegados en las mismas zonas”2. Con semejante militarización, la provincia de Buenos Aires tendría mil uniformados cada 100.000 habitantes, muy superior a los 300 “recomendados” por la ONU.
No necesitamos más arengas de mano dura de Massa o Berni ni “centinelas” que sólo traerán más inseguridad y violencia. Lo que necesitamos es unir fuerzas para frenar todo este avance represivo. En ese camino, un nuevo compromiso será seguramente movilizar este jueves 3, como parte del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, si las pericias confirman que el cuerpo hallado en Villarino es el de Facundo. Vamos por verdad y justicia por él y por todas las víctimas de la violencia policial. Por una investigación independiente. Basta de gatillo fácil y castigo a los culpables. Fuera Berni. Disolución de todo el aparato represivo. Ésas son las consignas de la hora.
1. Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional.
2. «Plan Centinela», inseguridad asegurada; CORREPI; 26/08/2020; en www.correpi.org.