El movimiento socioambiental tiene debates

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En pocos días va a tener lugar una nueva Huelga Climática Mundial. En simultáneo, la agenda del sector en Argentina está intensa, cargada de desafíos. En ese panorama se activan polémicas importantes para el rumbo global del proceso de lucha. Vamos a plantear entonces nuestro punto de vista.

Escribe: Mariano Rosa

Una vez leí en algún lugar, que la humanidad en el capitalismo de esta época está como en un túnel oscuro que tiene al final una luz … que resulta ser un tren que marcha de frente y a toda velocidad. Vale la metáfora más que nunca ahora, ya que bajo el impacto del COVID que expande todas las contradicciones capitalistas acumuladas, el GPS global de las corporaciones tiene dos coordenadas fijas:

Abaratar la fuerza laboral urbana y rural, con más explotación obrera. Y esto incluye el mecanismo de las tareas no-remuneradas del cuidado, como opresión patriarcal.
Abaratar las commodities como insumos de producción, para bajar costos.
Ambos mecanismos, con un propósito central: aumentar la tasa de rentabilidad de la economía-mundo a favor de los monopolios con posición dominante.
Esta introducción explica el cuadro para nuestro país, en tanto que semicolonia. El acuerdo porcino con China implica que esa potencia no solo externaliza un vector potencial de enfermedades, sino que fundamentalmente, elige instalar factorías en países como Argentina porque le resulta con flete incluído, 70 % más barato producir esa carne acá. Y para la matriz extractiva que respalda toda la política tradicional, eso es: nicho de negocios para el gran empresariado agro-ganadero, más demanda de soja-maíz transgénico y dólares “frescos” para bonistas y FMI. La ralentización del debate por una Ley de Humedales o las maniobras para un proyecto ambiguo, tienen esa misma explicación: todo el territorio es campo de valorización capitalista en la pos-pandemia. Entonces: hay razones poderosas del sistema dominante que refuerzan la orientación extractiva y, por lo tanto, al final del túnel la luz que se viene ya sabemos cuál es.

Heterogeneidad, matices y consenso plural

El movimiento socioambiental tiene un variado espectro de grupos, colectivos y organizaciones. Esa diversidad y amplitud expresa un crecimiento en participación de activismo juvenil, sobre todo. Ese dato es positivo, alentador, muy bueno. Lógicamente, no hay visiones hegemónicas. Es decir: ninguna corriente de ideas es mayoritaria en el sector. Así, tenemos:

Organizaciones que levantan la causa anti-especista, casi exclusivamente.
Otras hacen eje en la denuncia del sistema de producción y consumo como totalidad, centralmente.
La mayoría tienen la perspectiva de emplazar al poder político para lograr leyes positivas, reformas.
Algunas combinan esa línea de acción con la actividad concientizadora para favorecer cierto cambio individual.
En fin. Una variopinta paleta de colores. A la vez, hay varias organizaciones que se definen a-partidarias, aunque tienen posiciones de cierta ambigüedad con el llamado progresismo, ahora gobernante. En ese cuadro general, también nos ubicamos organizaciones como la Red y el MST, teniendo un programa de transición socioambiental y político, que desarrollamos activismo en el sector y, a la vez, hacemos parte y construimos un proyecto con militantes obreros, que luchan en los sindicatos contra burócratas y patrones. Construimos con activismo feminista-disidente, territorial en los barrios populares, de DDHH. En fin: una construcción militante que se propone contribuir a una revolución integral, que reorganice toda la sociedad sobre bases nuevas.

Entonces, volviendo. Si el movimiento es diverso y no hay ninguna hegemonía clara, para lograr orientarlo en un sentido positivo es fundamental no caer en imposiciones, censuras o estigmatizaciones de algunas identidades. Por ejemplo, la de fuerzas organizadas como la nuestra. En esto, la verdad, creemos que no partimos de cero. Hay experiencias que son un punto de referencia que puede servir para evitar que los hegemonismos forzados, artificiales, debiliten la pelea de fondo contra los oponentes reales. El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, por ejemplo, logra cada 24 de marzo, hacer confluir cerca de 200 organizaciones muy, muy variadas en una intervención que combina unidad en la heterogeneidad. Sin estigmas lamentables a ninguna identidad ideológica que tenga como punto de partida un piso común de acuerdos para pelear por algunos objetivos comunes. Modestamente, creemos que la búsqueda de consensos plurales es la fórmula.

Causas colectivas, sin copyright

Si ubicamos el zoom del debate encontramos finalmente una polémica en el rol “de los partidos” en la lucha socioambiental. Y entonces, llegado este punto, es bueno precisar algunos temas:

Los partidos no son una entidad neutra, vacía. Los diferencian en primer lugar, los intereses sociales y programas que defiende cada uno. Esta es la primera y fundamental delimitación.

Si hablamos de la lucha socioambiental, hay una grieta entre los partidos: están los que respaldan el modelo extractivo (agronegocio, megaminería, fracking, cementación urbana) y los que lo rechazamos de plano. De un lado están Cambiemos y el Frente de Todos y, del otro, fuerzas como la Red o el MST.
Por lo tanto, no es todo la misma cosa evidentemente. Dicho esto, entonces. ¿Dan lo mismo las fuerzas políticas que sostienen la matriz depredatoria-contaminante-explotadora que otras que la enfrentan? Nos parece, que esta discriminación positiva, debería ser considerada por los colectivos a-partidarios. Y a la vez, más que fomentar la exclusión de las organizaciones que adhieren a las mismas causas por su identidad partidaria, la tarea debería ser promover confluencias con ellas. Es casi obvio, elemental, diríamos hasta obligatorio para sumar y concentrar energía en objetivos comunes. Nuestra posición es incrementar masa crítica, volumen de activismo y militancia a favor de rechazar el acuerdo porcino con China, por una Ley de Humedales sin trampas y contra el Plan 2020-2030. Y somos categóricos: esas causas son colectivas, el que se crea propietario del copyright, comete un error grosero. Y una cuestión más, importante: la unidad lograda el 25A en una jornada nacional de alta repercusión y toda su onda expansiva, preocupó al lobby agro-ganadero, y lógicamente al oficialismo gobernante. Seguramente trabajan más o menos solapadamente para dividir lo que logramos hacer converger. Hay que saberlo. El eje son ellos y no los que estamos en la misma trinchera.

Orgullosamente

Nuestra visión es conocida. Creemos con firmeza que hay dos estrategias para una transición pos-extractiva, pos-capitalista hacia otra forma de organizar la producción, el consumo, la política y la relación entre pueblos y personas:

Potenciar la movilización masiva, creciente, que tienda a la articulación de los sectores populares agredidos por el capitalismo, con centralidad de la clase obrera. Por su posición estratégica en la producción, es decisiva como sujeto de cambio global. Esta es nuestra primera obsesión política al servicio de la cual, anteponemos acuerdos, consensos y puntos comunes para robustecer esa acción unitaria.

En simultáneo, construimos fuerza militante consciente, comprometida y entrenada para la lucha de ideas en todos los terrenos. Con el propósito de lograr una creciente influencia positiva de nuestras propuestas y que logren respaldo en los sectores más amplios posibles del activismo obrero, juvenil, socioambiental, feminista, disidente, territorial y de DDHH. Es decir: trabajamos para hacer una organización con peso mayoritario en la lucha de calles y clases. Una enorme organización revolucionaria contra el capitalismo extractivo, depredatorio y ecocida.

Nuestra perspectiva no es nacional, es internacional. De la misma escala que el sistema que multiplica explotación y opresiones. Esta concepción del mundo y las tareas para transformarlo, nos hacen un colectivo de miles de rebeldes apasionadxs y conscientes. Nuestra identidad se construye en esa intersección de pasión transformadora, revolucionaria y en la compresión de un conjunto de razones para ese propósito de refundación social. Orgullosamente así: anticapitalistas, eco-socialistas.

 


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