Segunda ola. Una pandemia que no cede

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El mes de vacaciones europeas trajo aparejado un nuevo repunte de casos de Covid-19. España es la que está más comprometida, pero toda Europa padece un aumento de casos exponencial de casos, con más de 55 mil el viernes pasado. La OMS advierte que en los próximos meses aumentará la mortalidad. Esta es la consecuencia de haber abierto las actividades, sobre todo relacionadas con el turismo para salvaguardar la ganancia empresaria.

Escribe: Gerardo Uceda

Cuando parecía que la pandemia se estaba cediendo en Europa, con un reporte de casos diarios muy limitado y una sensible baja en la mortalidad en el mes de junio y primera mitad de julio, todo se descontroló. Ya desde principios de agosto se empezó a registrar un aumento exponencial de casos en los principales países como Francia, Inglaterra y, sobre todo, España que se lleva la peor parte con reportes diarios que superan los 12 mil casos. Si bien la mortalidad actual es mucho menor que la de los meses de marzo-abril, donde colapsaron los sistemas de salud y los médicos tenían que decidir entre quiénes recibirían un tratamiento intensivo en unidades críticas y quiénes no, la propia OMS reconoce que este aparente beneficio se podría perder en los próximos dos meses, llevando a un aumento nuevamente de la mortalidad. Esto es así porque hasta ahora el virus está circulando entre gente joven donde la mortalidad es muy baja, pero debido a la ya conocida contagiosidad, lo que se espera es que vuelva a circular y contagiar a los mayores nuevamente.

Las razones del segundo pico

Más allá de la discusión epidemiológica sobre si lo que existe es un repunte de casos, que nunca habían cedido del todo, o un rebrote, Europa demuestra que cuando se bajan las restricciones de circulación y en tanto no exista una vacuna eficaz volverán a aumentar los casos. Ejemplos de esto están a la vista, países como China o Corea que luego del pico inicial mantuvieron medidas más estrictas de circulación y apertura de actividades no han sufrido este segundo pico. Por el contrario, los que de manera criminal como EEUU o Brasil se negaron a las restricciones priorizando la economía, como gustaban definir, no sólo figuran en el podio de infectados y muertes, sino que nunca lograron bajar las cifras. Si en Europa bajaron los casos durante unos meses fue por un lado porque los gobiernos decidieron aplicar cuarentenas más estrictas y porque la catástrofe en términos de mortalidad que siguió al colapso de los sistemas de salud actuó con lo que los sociólogos denominaron “inmunidad del cagazo”, que significa que la gente espantada decidió cuidarse más. Teoría que, si bien tiene un punto positivo que responsabiliza a los gobiernos de los mensajes contradictorios como el de Alberto Fernández que mientras dice que las cosas se complican en nuestro país, por el otro lado abre día a día más actividades, al final cae en la misma trampa de responsabilizar a la gente por no tener miedo a contagiarse.

La llegada del verano europeo conllevó una gran presión de todo el empresariado sobre los gobiernos para que se abrieran vuelos, hoteles, restaurantes, bares y hasta espectáculos más o menos masivos, para preservar las fabulosas ganancias de este sector, que mueve cifras siderales, considerando los cientos de millones de turistas que reciben los distintos países en épocas normales. Negocios que los capitalistas no estaban dispuestos a perder y que España, por ser el mayor receptor de turismo estival de toda Europa hoy, está viviendo en carne propia. Esta es la verdadera razón de fondo del segundo pico en el viejo continente. Y como los jóvenes son los que más salieron a viajar y tienen menos miedo al contagio son los que hoy lideran todas las estadísticas de contagios.

Hoy en el mundo ya hay cerca de 30 millones de infectados y de un millón de muertos por Covid-19, y las curvas siguen en ascenso como muestra el gráfico.

Vacunas y perspectivas de la pandemia

Si bien la mortalidad por Covid-19 ha bajado levemente por el mejor manejo de las complicaciones, al no disponerse todavía de una droga realmente efectiva para su cura, toda la expectativa mundial está puesta en el desarrollo de vacunas para prevenir la infección. Ya hay varias en la etapa final de prueba (Fase III). Pero, distinto de los pronósticos súper optimistas de gobernantes como Alberto Fernández que, hasta hace poco daban como un hecho que para fines de año ya dispondríamos de las mismas, todos los científicos y laboratorios del mundo advierten que todavía faltan muchos meses para ello. Y la OMS señala que es probable que esté disponible a escala mundial en mucho más tiempo todavía, ya sea porque se necesiten más de una dosis de vacuna, o se retrasen los estudios por aparición de efectos colaterales como pasó con el caso de la vacuna de Oxford recientemente.

Los mensajes seudo alentadores de la mayoría de los gobernantes del mundo tienen como objetivo central justificar la apertura de las actividades económicas en beneficio de los grandes capitales y no el cuidado real de la salud de la población. A la fecha no hay motivos para cambiar las conductas que se demostraron válidas para tratar de bajar la circulación viral y los contagios como son los aislamientos, los testeos masivos y las medidas de protección personal. Sin vacunas efectivas, probadas y disponibles para la totalidad de los expuestos no hay que relajar las medidas de control porque, como lo demuestran la evolución de los casos europeos, por más que en algún momento bajen a un mínimo, la relajación de medidas lleva a nuevos picos y nuevas muertes.

La deuda de la economía para con la salud

Todos los gobiernos del mundo, más allá de matices en su forma de comunicarlos, hace meses que insisten con el mismo mensaje: no se puede seguir con medidas de cuarentena y restringiendo las actividades económicas porque vamos a un colapso de la economía mundial. Y ponen como ejemplo que en la mayoría de los países, incluyendo los imperialistas y desarrollados, las caídas de los PBI rondan el 10% y, que de continuar, eso llevaría a pérdidas de millones de puestos de trabajo y un empobrecimiento generalizado de la población mundial. Esto es cierto desde la lógica capitalista, que lo primero que hizo fue salir a salvaguardar y sostener las grandes empresas y bancos, invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en su salvataje.

Mientras, para los trabajadores solo hubo medidas de asistencia económica muy parciales, dejando correr suspensiones, despidos y cierres de empresas. Tal es el caso de nuestro país donde a las empresas, incluyendo a multinacionales, se les garantizó dinero para pagar hasta el 50% de los salarios, cuando a los trabajadores no registrados apenas se les otorgaron tres cuotas de un IFE de $ 10 mil. Pero pasa en todos los países del mundo, en el propio EEUU los nuevos desocupados se cuentan por millones, salen a reclamar en Francia los chalecos amarillos y crece la pobreza en los más variados países.

Sostenemos que hay que hacer lo opuesto, en el mundo y nuestro país sobra el dinero para afrontar la pandemia hasta que estén disponibles la vacuna y otros tratamientos efectivos. Hay que echar mano de las inmensas ganancias y fortunas acumuladas por décadas de superexplotación de los capitalistas sobre las masas. Aplicarles fuertes impuestos progresivos a sus ganancias y no como pretende el Frente de Todos en nuestro país de pedirles un impuesto “solidario” ínfimo y por única vez.

Con toda esa enorme masa de dinero, que está en manos del gran capital, se podría garantizar un salario mínimo para todo aquel que no tuviera trabajo formal, duplicar los presupuestos de salud y unificar los sistemas bajo control público estatal para mejorar su infraestructura y, sobre todo, reforzar la disponibilidad de todo el personal de salud ya que, esto es lo que demostró luego de la catástrofe de los primeros meses en Europa, consigue bajar un 75% de la mortalidad que se registraba inicialmente.

Hay que volver a la lógica que sólo funcionen las empresas esenciales y con protocolos que respeten y salvaguarden la seguridad de los trabajadores, para impedir los contagios masivos en lugares de trabajo por culpa de la voracidad capitalista que los hace trabajar a toda costa, como sucede en Argentina con los supermercados Coto o los trabajadores de Ledesma por solo dar un par de ejemplos.

Por último, hay que declarar toda la investigación y producción de vacunas y medicamentos contra el Coronavirus de máxima prioridad, para que sean producidas bajo control estatal y sin fines de lucro.

Con medidas como estas, y muchas otras en el mismo sentido, entonces sí estaríamos en los hechos y no en los discursos priorizando la salud por sobre la economía y ganancias de unos pocos. De lo contrario lo que se viene son más penurias, contagios, muertes y ajuste para la inmensa mayoría de los trabajadores y pueblos del mundo.

 


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