Escribe: Pablo Vasco
Ante la rebelión de los policías bonaerenses, más sus concentraciones armas en mano y con los móviles en numerosos puntos de la Provincia, muchos sectores políticos, sindicales y sociales afines al gobierno nacional salieron pronunciarse en contra del «golpe» y en «defensa del gobierno democráticamente elegido». Palabras más, palabras menos, el tono predominante fue como si estuviéramos frente al inicio de un levantamiento no sólo salarial sino político, que ponía en cuestión la estabilidad institucional, el «orden constitucional» de esta democracia burguesa tan condicionada.
No podemos negar que un movimiento importante e inusual por parte de los efectivos de la mayor fuerza policial del país, la Bonaerense, que totaliza unos 90.000 efectivos, es un motivo de preocupación. Que la derecha macrista y grandes medios le dieron aire. Y en especial, que las concentraciones de policías ante el domicilio de Kicillof y ante la Quinta de Olivos, estando allí Alberto Fernández, evidenciaron un cierto carácter de desafío.
Pero el eje central de este reclamo policial, más bien empujado por la suboficialidad, a la que luego se plegó el servicio penitenciario bonaerense, eran sus malos salarios y condiciones de servicio: otra expresión más del deterioro generalizado, de la descomposición social que viene afectando al conjunto de la clase trabajadora y el pueblo. Si a eso le sumamos que el jefe de la fuerza, Sergio Berni, tiene sus reflejos disminuidos por estar más abocado a autopromoverse como candidato, el reclamo desbordó los «mandos naturales».
Dicho sea de paso, en el ridículo quedan aquellos oficialistas traga-escuerzos que defendían a Berni porque «tiene calle» y «manejo» de la Bonaerense…
Desde ya, si realmente la movida policial hubiera sido el inicio de un auténtico intento golpista o un levantamiento al estilo de lo que fueron las rebeliones carapintadas del Ejército entre 1987 y 1990 -de las que Berni además participó en Santa Cruz-, que reclamaban la impunidad para los genocidas de la dictadura, sin duda hubiese correspondido que la izquierda y todo otro sector que se considere defensor de los derechos democráticos llamáramos al pueblo trabajador a movilizarse en contra. Así actuó nuestra corriente política en aquel momento, convocando a movilizar, a rodear los cuarteles y a la Plaza de Mayo y las plazas de todo el país como se hizo masivamente. No para apoyar al gobierno de Alfonsín, que luego traicionaría el reclamo popular y les concedería a los carapintadas las leyes de impunidad, sino que llamamos en forma independiente.
Pero no fue así ni por su magnitud ni por sus objetivos declarados, ni tampoco por la respuesta gubernamental. En pocas horas, Fernández y Kicillof «les equiparan los salarios a los que hoy cobra la Federal, con un mínimo mensual de $ 44.000. Les triplican el valor de las horas extras (cores) de $ 40 a 120. Les suben el adicional por uniforme de $ 1.130 a 5.000. Les destinan dos hospitales para su atención exclusiva. Les crean un instituto universitario para ‘profesionalizar’ la fuerza. Y además, como ya lo había anunciado días atrás el gobierno en su ‘plan integral de seguridad’, les compran móviles nuevos y les mejoran el equipamiento. Todo ello será solventado con fondos del punto de coparticipación federal que Alberto Fernández le saca a la CABA para traspasarle a la Provincia»1.
Raro «golpe» es éste, en el cual el gobierno nacional supuestamente amenazado, en vez de disolver a la fuerza «desestabilizadora» y detener a sus jefes, les otorga de inmediato a los alzados prácticamente todos los puntos que demandaban, incluida la no aplicación de sanciones disciplinarias pese al sesgo extorsivo del reclamo policial. Esta vez, en la izquierda sólo el Nuevo MAS cayó en el grosero error de ver un golpe en puerta.
Aparte de alarmistas sin motivos verdaderos, y de inconsecuentes ya que hablaron de golpe pero no movilizaron, en realidad la CGT, CTAs, CCC-CTEP-Barrios de Pie, Patria Grande y compañía buscaron llevar apoyo político al gobierno que viene en desgaste, aceptaron sin chistar las concesiones de éste a los «golpistas» y omitieron la responsabilidad política que Fernández y Kicillof sí tuvieron en alentar y empoderar a la Bonaerense.
Desde el mismo día en que asumió, de palabra y de hecho, Alberto y todo su espacio político vienen fortaleciendo a las policías, las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas. Ese curso autoritario, que se profundizó al darle a los uniformados el control total de la cuarentena, sólo se explica por su necesidad de prepararse para imponer nuevas medidas de ajuste a fin de descargar sobre el pueblo los costos de la crisis capitalista, agravada por la pandemia.
Por caso, el ministro nacional de Defensa, Agustín Rossi, pocos días antes de este conflicto policial se ufanaba: «Las FF.AA. están realizando una acción excelente. En todo el territorio argentino realizamos 90 acciones diarias… en la lucha contra la pandemia. Desde apoyar a las fuerzas de seguridad en el norte de nuestro país hasta el apoyo en el armado de carpas sanitarias en distintos lugares de Salta… Sin dudas, a mi criterio, la acción de las FF.AA. se ha convertido, por extensión en el tiempo y por cobertura geográfica, en el despliegue militar más importante después de la Guerra de Malvinas»2.
Ni qué hablar de los permanentes elogios de Fernández a todas las fuerzas represivas, llamándolos «héroes», diciendo que «el pueblo les tiene que agradecer», fortaleciendo a la Bonaerense con $ 37.700 millones más de presupuesto y luego la concesión salarial, y de Kicillof avalando todo, y por supuesto de Berni arengándola y encubriéndola por la desaparición y muerte de Facundo, entre tantos otros casos de violencia y corrupción policial.
Si acariciás y alimentás mejor a tus perros de presa cada vez que ladran y muerden, no hacés otra cosa que envalentonarlos para que sean más feroces. Ésa es la (i)responsabilidad política del gobierno del Frente de Todos que corresponde denunciar.
1 Bonaerense: Kicillof les aflojó, ¿y a los estatales?, en www.mst.org.ar (10/9/20).
2 Reportaje de la Agencia Paco Urondo(3/9/20).