Se cumple un año desde que Alberto Fernández asumió la presidencia. Un año signado por el doble discurso recargado para dar respuesta a las expectativas existentes en el nuevo gobierno para ocultar la orientación política y económica que tomó desde que inició. Analizamos los 365 días desde una mirada socialista.
Escribe: Cele Fierro
El Frente de Todos llega al gobierno con un amplio apoyo social y una gran expectativa por sectores del movimiento de masas, que vieron en esta coalición la llave para cerrar la orientación macrista e iniciar un nuevo camino, un nuevo proyecto que tenga, como decían en sus discursos a los últimos en primer lugar.
Desde los primeros días tuvieron que reforzar el doble discurso, que ya lo conocíamos muy bien de a gestión kirchnerista. El relato pretendía poner el centro en el desastre del macrismo que hundió al país, pero para dar respuesta en el mismo sentido, en el sentido del ajuste al pueblo trabajador. Fue así como antes de terminar diciembre votaron la ley de emergencia económica: ajuste a los jubilados y beneficio a las corporaciones, todo motorizado para dar señales al Fondo y bonistas. Si así empezamos, era cantado cómo iba a seguir.
Relaciones internacionales
Pintado por propios y opositores del régimen como un gobierno progresista, dejó mucho que desear a quienes siguen las relacionales «diplomáticas» internacionales. El primer viaje de Alberto fue ni más ni menos a Israel, a reunirse con Netanyahu, jefe del Estado genocida del pueblo palestino, un golpe para quienes defienden la causa palestina.
No solo no se fue, sino que se mantuvo dentro del «Grupo de Lima» junto a los sectores más reaccionarios del continente. Apoyó una resolución de la ONU, impulsada por los jefes del grupo del Lima, contra Venezuela. Hace semanas, en el marco de una reunión del Mercosur, se reunió con Bolsonaro y platearon desde los cercanos al gobierno, que dejaban las diferencias del pasado. Y a poco de asumir Biden en EEUU, ya hay una clara orientación para restablecer las relaciones con el país del norte. Que como analizamos, vendrá a implementar un programa de restauración imperialista, de recuperación de la economía capitalista y de la reconstrucción de la legitimidad del régimen político, que fácil no le va a ser ya que enfrenta como primer obstáculo una rebelión popular, pero que vendrá con mayor opresión y explotación a los pueblos del mundo. La ruptura de relaciones con estos sectores… solo en los sueños del progresismo.
De la estafa de Macri y el FMI a poner la plata tras cada vencimiento
Cómo olvidar el debate presidencial, donde AF dejó en claro que el acuerdo con el FMI era una estafa, que este préstamo se lo habían fugado. Si tomamos esto, el camino a seguir por parte del gobierno era desconocer esa deuda, como mínimo investigarla, no poner ni un solo dólar. Pero no es lo que sucedió. Pagaron cada vencimiento de intereses, acordaron con los bonistas y ahora están encaminados a concretar un «acuerdo de facilidades extendidas» que nos ata a los designios del FMI por 10 años. Es decir, ajuste y sometimiento al organismo imperialista de crédito.
El ajuste no es que va a llegar, ya llegó hace rato. Los precios no pararon de crecer mientras que los salarios perdieron frente a la inflación y las paritarias están cerrando a la baja. 7% a estatales, una vergüenza. Y ya preparar la liberación de las tarifas para el próximo mes. AF dice que no ve ajuste, está claramente mirando para otro lado.
Un paso adelante, dos atrás
Los debates dentro del frente de gobierno son de público conocimiento, nadie puede ocultar que existen distintos sectores. Lo que si es importante marcar es que a pesar de la intensidad discursiva, es que todos defienden el mismo proyecto. Por más que algunos se vistan de izquierda, otros de populares y otros de progres, terminan todes defendiendo el acuerdo con bonistas, el presupuesto de ajuste a la medida del Fondo, bancando el extractivismo y levantando la bandera de la propiedad privada por encima de las necesidades sociales.
Durante la cuarentena podemos marcar cuatro hechos. El primero, la respuesta ante la pandemia. Si bien la rapidez de la cuarentena sumó adeptos y logró la unidad nacional, poco duró. No solo no aplicó por ejemplo la realización de test masivos como proponíamos para focalizar y contener el virus, sino que no acompañó la cuarentena con medidas sociales y económicas para que se pueda hacer algo con los derechos básicos garantizados. Benefició a los empresarios con los ATP, mientras a los sectores sin ingresos solo les entregó un IFE insuficiente. Cuando se podía avanzar en la unificación del sistema se salud con mayor presupuesto y control de sus trabajadores, se benefició a las privadas. Terminó cediendo a la presión empresarial y abrió la cuarentena exponiendo a les trabajadores.
Segundo: del relato sobre la expropiación de Vicentín y la soberanía alimentaria pasaron derecho a beneficiar a esta firma que estafó al Estado.
Tercero: en abril empezaron a habar de un impuesto a las grandes fortunas, para hacerle frente a la pandemia, pero luego de 8 meses terminaron presentando un proyecto de ley de un aporte solidario por única vez a un universo mínimo de ricos, sin tocar a las corporaciones, empresas y millonarios que tienen sus fortunas en el exterior.
Y el cuarto punto fue Guernica. Alberto decía que «venía a empezar por los últimos, para llegar a todos». Pero llegó a quienes menos tienen con topadoras y represión, garantizando la protección de la propiedad privada, de quienes hacen negocios con la tierra y privan a las mayorías de toda propiedad.
Motores económicos: extractivismo recargado
Para salir de la crisis, el camino elegido por el FdT es profundizar el saqueo y la contaminación. Benefició a las petroleras la reactivación de Vaca Muerta era la estrategia desde el inicio, y se mantiene. El plan gas y un 25% de lo recaudado por el aporte solidario va para fracking. El negocio de la agro-ganadería sigue siendo un centro: la aprobación del maíz transgénico, el acuerdo para la instalación de las factorías de cerdo, el reciente acuerdo para la exportación de granos a China, el plan 2020-2030. Impulsar la megaminería está más en agenda que nunca, lo vimos con el fallido intento en Mendoza a final de 2019, lo vemos ahora en Chubut que quieren tirar abajo la Ley 5001 conquistada luego de la enorme lucha en Esquel.
Lo que no se esperaba el gobierno, es que la enorme marea de lucha socioambiental a nivel mundial, también se refleje en el país. En Mendoza una pueblada en defensa del agua, en Chubut contra la rezonificación. En el litoral contra la quema y por la defensa de los humedales. En todo el país, contra el avance del agronegocio y el desarrollo inmobiliario que destruye los bosques y el monte nativo, y por supuesto la fuerte respuesta contra el acuerdo con China que frenó su firma, pero la lucha continúa contra los acuerdos por provincia. Seguir destruyendo nuestra vida no le va a ser tarea sencilla al gobierno.
La perspectiva y cómo nos preparamos
La orientación del gobierno está clara, pleitesías al FMI, al imperialismo, beneficio a las corporaciones y más ajuste al pueblo. Y esto tiene correlato por ejemplo en el fortalecimiento del aparato represivo, lo vimos con el aumento de presupuesto, con bancar a Berni, con el intento de la vuelta de página con los militares. ¿Por qué? Porque el ajuste y esta orientación antipopular no pasa sin represión, como en Guernica.
Y para ocultarlo, el doble discurso y cortinas de humo se hacen continúas. Mientras votaban el presupuesto 2021 de ajuste, aprobaban el aporte solidario. Ahora el tratamiento de la ley de aborto, esta deuda pendiente de la democracia, que la vamos a seguir peleando en la calle hasta que salga sin restricciones y nuestro derecho a decidir sea ley.
En el momento en que los sectores sindicales y el progresismo se alinea con el oficialismo, la tarea que tenemos es fortalecer el polo alternativo por izquierda, para enfrentar al gobierno y a la derecha, que quieren avanzar sobre nuestros derechos como lo hacen ahora contra las y los jubilados. Eso no lo vamos a permitir, y el ajuste lo enfrentaremos día a día en la calle, en cada lugar de trabajo, y seguiremos peleando por un gobierno de las y los de abajo.