Sobre el primer tema dio el informe Sergio García y, sobre el segundo, Mariano Rosa, ambos compañeros de la dirección nacional del MST. Aquí, lo esencial de los debates.
Escribe: Pablo Vasco
El marco internacional y continental, más allá de los ritmos del país, marca una dinámica de más lucha de clases y cambios bruscos. Las previsiones económicas de la propia burguesía son muy complejas por el deterioro de arrastre y por el parate que implica la pandemia.
En campaña el gobierno prometía heladera llena y vuelta a los asados, pero el consumo de carne cayó al piso de la crisis de 2001-2002. La inflación es del 3 o 4% por mes y se estima que en el año llegará a 40 o 50%. Hay casi 20 millones de pobres. Y el desempleo es de 11 o 12%, con sectores que ya ni salen a buscar trabajo.
Hasta los analistas burgueses más optimistas prevén al menos tres años para volver al nivel de inicios de 2020, cuando asumió Alberto. Por la crisis el gobierno necesita recaudar más y gastar menos. Por eso en su Presupuesto 2021 eliminó el IFE y redujo las partidas para salud, educación y asistencia social. El eje de su plan económico es alentar el agronegocio y el extractivismo para juntar dólares para cumplir con la deuda externa.
El país está super endeudado y Guzmán se la pasa viajando afuera para ver si, sobre la base de reconocer toda la deuda, que es un fraude, el FMI y demás acreedores le estiran un poco los plazos para pagaar. En mayo vencen 2.400 millones de dólares con el Club de París y en agosto-setiembre otros 3.000 millones con el FMI, más todo lo del año que viene. O sea, más ajuste, más condicionamientos y más dependencia. Con Macri volvió el FMI y con el Frente de Todos no se fue ni se irá.
En ese contexto de dificultades, el gobierno aún tiene pendiente la tarea de fondo que vino a hacer el macrismo y no pudo: «normalizar» el país, dar estabilidad capitalista y aplicar un fuerte ajuste. Por eso impulsa el Consejo Económico y Social con la burocracia sindical y la Iglesia, buscando dialogar con todos los sectores burgueses, que aun así no terminan de tenerle confianza. A eso se suman las internas del gobierno y el tironeo electoral, lo que explica algunos dardos de Cristina contra la justicia y la deuda «impagable».
Como el gobierno no logra imponer el ajuste que necesita, le permite a la derecha recuperar terreno. Encima le cede, como al recular en expropiar Vicentín o al abrir la economía por presión empresarial, aparte de escándalos como el del vacunatorio VIP. A su vez, los grandes medios alimentan la «grieta» entre sólo dos espacios políticos.
La perspectiva social y política
En 2020, con la cuarentena, hubo pocos conflictos por la incertidumbre y el temor. Pero eso se fue liberando y desde agosto se dieron distintos reclamos. El 2021 arrancó también con luchas y desde fin de febrero hay un salto. En materia de género, junto al triunfo de la ley de aborto el año pasado, estuvo el 8 de Marzo y cada femicidio genera movilización. En el ámbito socioambiental, las luchas en Chubut frenaron la ley minera, hubo reclamos en el litoral contra la Hidrovía y ahora estalló Andalgalá. Y ante la pobreza creciente se reactivan con fuerza los movimientos de desocupados. En todos estos procesos el kirchnerismo busca desmovilizar, como se vio también el 24 de Marzo.
En el movimiento obrero venían algunos conflictos desde el año pasado, pero están aumentando. A la vanguardia está el sector de la enfermería y toda la salud, el más expuesto en la primera línea: hubo procesos importantes en CABA y el conurbano, Rosario, Córdoba y otros lugares, y ahora una gran lucha en Neuquén: es un ascenso de alcance nacional. Con la suba de contagios en las escuelas, en la docencia se extiende el reclamo salarial y por condiciones seguras o suspensión provisoria de las clases. También se dan duras luchas fabriles contra los despidos y por salario en metalúrgicos, choferes, ferroviarios y otros sectores.
No se trata todavía de un estallido general, por la pandemia y sobre todo por el rol frenador de toda la burocracia sindical, la CGT y las CTA, enfeudadas al gobierno y las patronales. La tremenda bronca a las direcciones traidoras lleva a que en gran parte de las luchas haya desbordes, autoconvocatorias, surja un activismo radicalizado y tendencias a la coordinación. Esa conflictividad tiende a aumentar y, más allá de la coyuntura electoral, la crisis abre la posibilidad de cambios bruscos en la situación.
A nivel político, la ausencia o insuficiencia de respuestas del gobierno, que contrasta cada vez más con su doble discurso, abre mayor espacio para la izquierda. El Frente de Todos ganó en base a la expectativa popular de sacar a Macri y cambiar, pero pronto aparece la realidad: ajuste, adaptación al FMI y mano blanda con los ricos. Hechos como el recorte a los jubilados, Vicentín, la represión en Guernica con Berni al frente o las vacunas VIP alimentan la decepción y el descontento en franjas de sus propias bases.
Un balance positivo y los desafíos del MST en el FIT Unidad
En los dos años transcurridos desde el anterior congreso partidario, hemos avanzado.
En 2019, año electoral, logramos una banca como MST en Córdoba, buenos resultados en Santa Fe y otras provincias y, tras años de negativa, el Frente de Izquierda aceptó nuestro ingreso. Así, haber conformado juntos el FIT Unidad fue un logro de nuestra política.
El 2020 arrancó con la pandemia, ante la cual fuimos dando respuestas políticas de fondo que se demostraron necesarias: testeos masivos, cuarentena con ayuda social, sistema único y estatal de salud y liberar las patentes para poder producir vacunas y aplicarlas en forma masiva. E hicimos propuestas económicas de emergencia y de fondo, por aumento salarial, contra la deuda y el FMI, por un real impuesto a los ricos y otras en sentido anticapitalista.
Como aspectos más positivos de nuestro balance de estos dos años está el aporte del MST a la construcción de la LIS y a sus campañas, y la intervención en la ola feminista que nos permitió sumar orgánicamente muchas nuevas militantes y cuadros al partido.
En las luchas sociales, el MST dijo y dice presente. Nuestra intervención más destacada es en la salud pública y privada, a través de nuestra militancia en la ALE (enfermería porteña), la CICOP (salud bonaerense), la AGHIM (Htal. Moyano), la Asociación de Profesionales del Garrahan, el Cuerpo de Delegados del Hospital Italiano, la UTS (Córdoba) y otros sindicatos. También activamos en varios otros gremios, según la localidad o provincia. En el próximo período nos plantemos avanzar en el rol como dirección sindical y política donde ya estamos y en nuevos sectores de la clase trabajadora.
El Movimiento Sin Trabajo «Teresa Vive» participa activamente en cada lucha de los desocupados, y nuestras agrupaciones nacionales Juntas y a la Izquierda, Libre Diversidad y la Red Ecosocialista están entre las principales referencias en los movimientos feminista, LGBTI+ y socioambiental. El CADHU actúa en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y el movimiento de derechos humanos. Y si bien el movimiento estudiantil estuvo más atrás al no haber clases, nuestra Juventud Socialista creció al intervenir en la marea verde y los reclamos ambientales. La nueva web Periodismo de Izquierda y el trabajo en las redes están al servicio de difundir nuestras ideas y propuestas socialistas.
En el FIT-U dimos y seguimos dando debate en favor de postular con fuerza a la izquierda como una tercera alternativa frente a la «grieta» entre las dos variantes burguesas. El FITU ha desaprovechado oportunidades y debería ir mucho más allá de un frente electoral, actuando en común en la lucha de clases y política para avanzar como opción de poder. Nuestra propuesta de un partido de tendencias se enmarca en esa estrategia. En cuando al próximo desafío electoral, las listas deben reflejar la relación de fuerzas real al interior del FITU, ya sea vía un acuerdo, las PASO u otro mecanismo democrático.