Campaña en tiempos de crisis. Con el cierre de listas para las PASO la carrera electoral entró en la recta principal del panorama político del país. Un panorama signado por una crisis económica, social y sanitaria que está produciendo una situación de verdadera catástrofe social. Las estadísticas son elocuentes, pero sobre todo es una realidad que se palpa en los barrios, en la calle, en los lugares de trabajo. La mitad de la población es pobre y esa cifra aumenta cuando se mide entre la juventud y las infancias. La desocupación crece a la par que continúan los despidos y el 80% de quienes poseen trabajo registrado cobran salarios por debajo de la línea de la pobreza. Lejos de los discursos oficiales, las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares se deterioran día a día. En poco más de un año y medio de gobierno, Alberto Fernández no sólo no modificó el rumbo del macrismo sino que lo profundizó, manteniendo más hilos de continuidad que de ruptura con un modelo que favorece a los sectores más privilegiados de la sociedad.
Discursos, promesas y realidades. Un repaso rápido por el último año y medio de gobierno permite contrastar los discursos de tinte progresista con la realidad. En campaña, Alberto denunciaba la deuda contraída por Macri, pero apenas asumió empezó a renegociar legitimando la estafa. Entre tanto, ya se pagaron más de 7 mil millones de dólares a los bancos, el FMI y el Club de París y piensan pagar otros 5 mil millones este año. Dijo que iba a priorizar a los jubilados por sobre los bancos y la jubilación mínima sigue estando muy lejos de cubrir la canasta necesaria para vivir. Algo similar ocurrió con la pandemia.
Apenas comenzada, el presidente declaró que entre la salud y la economía elegía la salud de la población, pero cediendo a las presiones empresarias y de la derecha fue abriendo toda la economía sin las medidas de protección necesarias en fábricas, transporte y lugares de trabajo. Incluso a pesar de la campaña mediática del FdT contra la presencialidad escolar de Larreta en CABA, terminó siguiendo el mismo camino en la provincia de Buenos Aires y en todas las que gobierna. De esta manera, sobre la base de una meseta muy alta, la segunda ola entró con fuerza y llevó a que hasta el momento tengamos que lamentar más de 100 mil fallecidos, una de las mayores tasas de muertes por millón de habitantes. Además, el gobierno se negó a centralizar el sistema de salud y expropiar los laboratorios permitiendo que las vacunas producidas en el país se vayan hacia el exterior, priorizando las ganancias de los mercaderes de la salud.
Todos juntos. Más allá de las promesas de que los salarios le ganarán a la inflación, la realidad muestra todo lo contrario. Junto al apoyo incondicional de la burocracia sindical, se vienen firmando paritarias por debajo de todas las proyecciones. Mientras tanto, las patronales del complejo agoindustrial, bancos y supermercados siguen haciendo ganancias extraordinarias. Los últimos datos del INDEC muestran que la desigualdad social lejos de achicarse, continúa ampliándose. La esperanza de muchos y muchas que creyeron y votaron al FdT confiando en que emprendiera un rumbo distinto al macrismo se desvanece cada vez más. Las declaraciones de algunos sectores K cuestionando algunas políticas del gobierno (como la renegociación con el FMI o la Hidrovía del Paraná) no son más que un intento de que la bronca y desilusión que se extiende por abajo no provoque una fuga hacia la izquierda. Mientras tanto siguen sosteniendo al gobierno y la nuestra más acabada es que irán a las elecciones nuevamente todos juntos en la misma coalición y con listas de unidad en los principales distritos. Nadie saca los pies del plato. No por la supuesta fuerza que, según esgrimen, tendría la derecha, sino porque en el fondo el plan de Fernández, más allá de que existan matices de forma o ritmos, es el plan de todos los componentes de la coalición gobernante.
Las medidas que hacen falta. La solución a las necesidades del pueblo trabajador pasan por tomar medidas de fondo que prioricen las necesidades populares por sobre las ganancias capitalistas. El FdT, que amenaza con discursos de épica combativa y antimperialista pero cede ante las presiones de la derecha, los bancos y las corporaciones es un callejón sin salida. Sin tocar los intereses del poder económico para nacionalizar la banca y el comercio exterior, suspender los pagos de la deuda externa, reestatizar las empresas de servicios e implementar un impuesto permanente y progresivo a la riqueza –entre las medidas más urgentes- no habrá solución para para el pueblo trabajador. El FdT no se plantea avanzar por ese camino y mucho menos la derecha que reclama más ajuste, más quita de derechos y más represión.
América Latina como espejo. El gobierno, complicado por la crisis económica, sanitaria y social por un lado, y las negociaciones con el FMI y el Club de París por el otro, postergó definiciones importantes del ajuste para después de las elecciones. Por eso, más allá de los discursos y promesas de campaña, lo que se anticipa para fines de año es el cumplimiento de las recetas del FMI, que traerá un mayor ajuste sobre los sectores populares: reducción de presupuestos sociales, aumento de servicios, reformas estructurales, nueva ofensiva extractivista, etc. Por eso, pasadas las elecciones las contradicciones se harán más evidentes y la presión social que se viene acumulando podría estallar. La situación de rebeliones que recorre el continente es un espejo que devuelve una imagen que bien podría reflejar el futuro de nuestro país. Por lo tanto, los debates de la campaña no pueden estar ausentes de esa realidad.
Girando a la izquierda. Un elemento muy importante a tener en cuenta de la situación latinoamericana es el comienzo de una búsqueda de sectores importantes del movimiento de masas hacia una salida desde la izquierda. Los resultados de la constituyente en Chile o el triunfo de Castillo en Perú dan cuenta de ello. De ahí se desprende la importancia de que la izquierda en nuestro país se prepare para estar a la altura de las circunstancias. Los debates en el Frente de izquierda Unidad tienen que ver con esa perspectiva: cómo fortalecerlo para que se transforme en una alternativa para millones que se desencantan con el Frente de Todos. Superar los rasgos de sectarismo y dogmatismo, abriéndose a incorporar nuevos sectores de la izquierda política y social es clave para poder ser un factor determinante de la realidad política y encabezar los cambios de fondo que hacen falta. El primer paso es apoyar las listas del MST en el FIT-Unidad en todo el país. Porque, para dar vuelta todo, hay que (R)evolucionar la izquierda.