Pandemia: 500 días. Las medidas de fondo siguen pendientes

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Este mes se cumplen los 500 días de pandemia en el país. Más allá de su utilización como botín de campaña por el gobierno y la oposición de derecha, pasamos los 100.000 muertos y las medidas de fondo que venimos reclamando desde la izquierda siguen pendientes.

Escribe: Gerardo Uceda

Contradiciendo las predicciones del ex ministro Ginés, y las del presidente, la primera ola llegó rápido y pegó fuerte, peor fue la segunda que aún no cede. Así lo demuestran los más de cuatro millones de contagios y de 100.000 muertes. Hoy con las nuevas cepas de mayor transmisibilidad nos exponemos a la posibilidad de una 3° ola, a la que enfrentamos con escaso nivel de vacunación completa y por responsabilidad del gobierno, seguimos sin tener la provisión de vacunas necesarias para segundas dosis. Hay que cambiar radicalmente el rumbo para que los bajos niveles de inmunización, las terapias aún atestadas de enfermos graves, junto al agotamiento y mal trato del personal de la salud no deriven en un colapso del sistema.

Un balance necesario

Desde el día en que se confirmó el primer caso de Covid-19 en nuestro país han pasado 500 días y un necesario balance desde nuestra posición de izquierda, creemos que se impone. Sobran ahora datos objetivos para hacerlo, dejando de lado entrar en la falsa grieta que nos proponen desde el Frente de Todos en el gobierno que, sin mucha argumentación pretende comunicar que, con algunos errores, se hizo todo bien y ahora, con la vacunación en aumento, las cosas definitivamente se encarrilarían. Y del otro lado las chicanas irresponsables de la derecha criminal de Juntos por el Cambio, cansados de militar la anticuarentena primero y la antivacuna después, ahora aprovechan los yerros del gobierno para pretender ser los líderes del cuidado de la salud del pueblo. Nosotros opinamos que la situación, al igual que en la mayor parte del mundo, es muy crítica, que la gestión de la pandemia por parte del Gobierno de Alberto Fernández es mala y que debemos dar un giro de 180° en la misma, si queremos evitar miles de muertes más y un posible colapso del sistema de salud.

Desde el arranque, allá por enero-febrero del 2020, los sucesivos desaciertos e irresponsabilidades del entonces ministro Ginés llevaron a subestimar la llegada y posterior propagación del virus que, en menos de una semana pasó de un caso confirmado a más de 128 y, fue rápidamente por todo el AMBA. Las medidas de Alberto, por más tono doctoral que adoptara, resultaron insuficientes desde el inicio. Basadas en una larga cuarentena que no fue acompañada de otras medidas imprescindibles, como la de testeos masivos para poder tener un mejor seguimiento del virus y su diseminación y tampoco asistencia económica a los sectores más desprotegidos, que llevó a un incremento paulatino primero y exponencial después, de los contagios por todo el país y a que la gente deba optar entre morir de hambre o por Covid. La primera ola pegó muy fuerte y rápidamente se perdieron algunos logros iniciales, alcanzándose las 40.000 muertes y una tasa de contagios que nunca bajó de 6 mil casos diarios, por culpa de la apertura económica por presión de la derecha y las patronales pero, también porque la drástica falta de testeos impedía localizar al virus, aplicar cierres y cuarentenas inteligentes, focalizados y de corta duración. Así, Argentina pasó de ser un supuesto ejemplo del que se ufanaba el presidente a estar entre los países con peores resultados en cuanto a tasa de contagios, mortalidad por millón de habitantes y stress del sistema de salud.

Durante el verano a inicios de 2021 se abrió por completo la economía, el turismo y posteriormente las clases. A esto se suma a la aparición de nuevas cepas, la Manaos y Andina, que se muestran como más trasmisibles y virulentas. Así se nos metió de lleno en esta segunda ola que fue claramente más grave que la primera, con mayor diseminación a provincias, muchas al borde del colapso de los sistemas de salud, con una acelerada tasa de letalidad y, en la cual aún nos encontramos, en un amesetamiento muy alto que supera los 20.000 casos diarios, pero con nuevos problemas y mayores riesgos por delante.

Situación actual, tercera ola y vacunas

Solo a modo de resumen digamos que, esta segunda ola, originada en nuestro país mayoritariamente por la variante Manaos hizo que nos acerquemos a los 5 millones de contagios y más de 104.000 muertes.

El tema de vacunas, del cual ya hemos escrito muchas veces, es tomado como caballito de batalla electoral, tanto por el gobierno que quiere vendernos que todo marcha sobre ruedas y vamos camino a una inmunización masiva y rápida antes de las elecciones. También por la oposición de derecha que, después de realizar marchas y promover la antivacunación, giraron hacia reclamar por la falta de vacunas de Pfizer y del segundo componente de la Sputnik V. La realidad es que hoy sobre más de 35 millones de dosis recibidas y poco menos de 30 aplicadas, pero sólo seis millones tienen el esquema de vacunación completo, comprobado efectivo y hay un déficit evidente de vacunas sobre todo el segundo componente de Sputnik, donde faltan vacunar más de 6,6 millones de personas.

Pero hay muchísimos problemas más, como la posibilidad de una tercera ola provocada por cepas mutantes, por ahora la que más se teme es la variante Delta, pero ya se habla de otras. Como en muchos casos de mutaciones, éstas pueden no sólo ser más contagiosas sino, también resistentes a las vacunas. De manera que, tener escasa cantidad de la población con el esquema completo expone al resto a infecciones o reinfecciones, a probabilidades de casos graves, internaciones y muertes. Otro problema está en el propio sistema sanitario que, si bien no colapsó fue a costa de un gran esfuerzo y agotamiento de su personal, que trabaja a ritmos infernales, con salarios de hambre, en muchos casos, y sin vacaciones ni descansos apropiados para este estrés, que lleva casi año y medio.

Hay que cambiar el rumbo

Desde el MST en el FIT-U venimos haciendo críticas sobre cómo se gestionó la pandemia por parte del Gobierno, insistiendo en que el slogan de cuidar la salud más que la economía era sólo eso, un slogan. Por eso, a 500 días de pandemia, el gobierno no tiene para mostrar ni éxitos económicos ni sanitarios. Insistimos en que hay que multiplicar los testeos y la secuenciación genómica del virus y sus cepas para saber a qué nos enfrentamos, en qué lugares y con qué transmisibilidad. Sostenemos que el problema no es solamente el contrato leonino con Pfizer o la carta de queja de Cecilia Nicolini por el incumplimiento del Grupo Inversor Ruso por la carencia de Sputnik sino que, el gobierno tuvo durante más de un año la posibilidad de conseguir cientos de millones de vacunas, que se producían en el país, revocar la patentes y expropiar a los laboratorios como mAbxience o Richmond, entre otros, con capacidad de producirlas y no lo hizo. Dejó, en cambio, que las vacunas se fueran a Inglaterra vía México y ahora nos quiere convencer que el problema se solucionará con unos pocos millones que llegarían en estos meses. Repetimos que esta pandemia está lejos de acabarse, que es mucho más compleja de lo que el gobierno y sus socios quieren admitir, que requerirá de esquemas completos, de terceras y cuartas dosis, de cambios en la composición de las vacunas y de un sistema de salud en condiciones de absorber toda esta carga. Para ello es imprescindible la Unificación del Sistema de Salud bajo control estatal, para poder contar así con todos los recursos necesarios. Por último, para todo esto hacen falta pesos y dólares. También decimos que plata hay, y de sobra, si dejamos de pagar la fraudulenta deuda al FMI, Club de París y otros tantos buitres; si le ponemos verdaderos impuestos progresivos a las grandes ganancias y utilizamos todos los dólares que vienen del precio extraordinario actual de la soja. No habrá capacidad de sostener lo que se viene ni con el doble discurso falsamente progre de Alberto y mucho menos con la posición negacionista, oportunista y empresarial de la oposición de derecha.

 


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