En la recta final

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Falta poco. Estamos a pocos días de las PASO del 12 de septiembre, y con videos y circo comunicacional mediante, se estimula una grieta que es funcional a las dos «grandes» coaliciones de la política tradicional. El gobierno intenta superar el descontento colectivo por la crisis económico social y sanitaria descargada sobre les trabajadores, jóvenes mujeres y sectores populares que soportan una verdadera catástrofe social. La oposición de derecha trata de capitalizar ese desgaste, pero está fresca en la memoria colectiva su fracaso en el gobierno. Ahora el clima está agravado por los escandaletes políticos de las últimas semanas. En este marco hay una oportunidad para la izquierda anticapitalista unida en el FITU ya que tenemos un programa de salida alternativa a este modelo capitalista que defienden a ambos lados de la grieta. Y una necesidad de fortalecer esta opción ampliándola y revolucionándola para que se transforme en una alternativa real de disputa para las elecciones y para la dinámica de movilización que va a crecer luego de las mismas.

Fotos, videos y golpe a la credibilidad. El affaire de las fiestas, la de Fabiola y la de Carrió, se transformó en un factor de crisis política que golpea al conjunto de la casta tradicional. Por supuesto que el mazazo fundamental lo recibe el gobierno de Alberto y el Frente de Todos. El doble discurso y la doble moral del presidente, así como su errático discurso para autojustificarse, lo dejaron en offside de cara al movimiento de masas. Quedó bien clarito que en la Quinta de Olivos no vive «gente común», sino casta política llena de privilegios que vive de fiesta mientras el conjunto del pueblo sufre. Se abren interrogantes electorales en la compleja coalición oficialista con este escándalo político. Más allá del impacto electoral inmediato, el golpe a la credibilidad de la casta política y el debilitamiento de la autoridad presidencial van más allá. Sobre el trasfondo de una crisis sanitaria, que no termina, combinada con una verdadera catástrofe económica y social, este tiro «en el pie» del gobierno nacional suma un elemento más de contradicciones a las tendencias políticas que se van perfilando en Argentina para el próximo período, y que se verá hasta qué punto se manifiestan primero en las PASO y después en noviembre. Y que sin dudas tendrá consecuencias en el panorama poselectoral. El gobierno pugna por dar vuelta la página. La debilidad estructural del gobierno, sumado al desgaste acumulado indica que no les será sencillo remontar la cosa.

La economía castiga hacia abajo. Pese cierto rebote a partir de la entrada de divisas por la exportación y su direccionamiento a algunas iniciativas de campaña sigue la alta inflación, la desocupación y la precarización laboral, y esto es lo que prima en la agenda de la gente y marca el ritmo del humor obrero y popular. La pobreza creciente y la falta de confianza en una mejoría, no se revierte con vagas promesas de futuro o el recuerdo de los desastres macristas. El Frente de Todos insiste en apoyarse en que la oposición de derecha sea el principal contendiente electoral, y responsabilizar a la pandemia para justificar los malos tiempos vividos, tratando de hacer pasar como natural lo que en realidad es consecuencia de las decisiones que tomaron a favor de los poderosos, en un claro rumbo de ajuste. Todo este combo tiene un talón de Aquiles: la combinación de muchas promesas incumplidas y fuerte desilusión, en el marco de una crisis muy grave, con escándalos políticos. Por eso, el resultado electoral es incierto para el oficialismo y un dato central para el rumbo del país hacia el próximo período.

La derecha y sus bufones. La oposición derechista, mientras busca explotar el descontento con el gobierno, se debate en su propia crisis. La conducción de Macri, parece ya no ser hegemónica y todavía está por verse si Larreta se consolida como lider hacia el 2023, ya que para eso, tiene que ganar la elección. La victoria táctica de Larreta en el armado de lista con Vidal en CABA y Santilli en la Provincia, amén de lidiar con el ala dura de Bullrich y los radicales que piden pista, todavía no se convalidó en las urnas.

La burocracia: gobiernera y haciendo la plancha. Frente a la catástrofe social en ciernes que tiene la devaluación del salario y la destrucción de puestos de trabajo dos de sus ejes que más pegan en los de abajo, la burocracia de todo pelaje no solo sigue apoyando y siendo parte de la coalición de gobierno, sino que ni siquiera amaga con alguna acción para descomprimir la bronca acumulada. Lxs trabajadorxs no acompañan ese vergonzante curso traidor, siguen reclamando y por eso las peleas aunque aisladas, vienen saliendo por fuera de esta dirigencia decadente, tanto de la CGT como de las CTA, y en ellas forjando nuevos luchadores combativos.

Más bronca y espacio político. La polarización entre las dos principales coaliciones políticas ya no funciona como antes. Los indecisos que marcan las encuestas y la frialdad que se palpa en la campaña tiene, que ver con la desilusión de quienes pensaron que venían a cambiar el desastre macrista y se encontraron con promesas incumplidas y medidas de ajuste en casi dos años de mandato. La desazón y la bronca generan este clima que abre interrogantes, pero también espacio político y la posibilidad de emergencia de «terceras fuerzas». La visibilidad mediática de los autodenominados «libertarios», sobre-amplificada con interés por sectores del poder, por derecha y confundiendo algún sector indignado, refleja este clima. Sectores del establishment le dan aire a los libertarios, para intentar canalizar la bronca por derecha. Se presentan como transgresores y una novedad, cuando son vulgares defensores de genocidas, proponen la reforma laboral, reivindican a Menem y Cavallo y la única «libertad» que promueven es la de explotar a los trabajadores.
Una oportunidad para la izquierda, si se revoluciona. El FIT Unidad se ha transformado en una referencia. Tenemos el programa anticapitalista y proponemos los cambios de fondo que se necesitan para salir de la crisis y a favor de las grandes mayorías. De la grieta se sale por izquierda y ello solo es posible tocando los intereses y ganancias del 1% de la población que vive a costillas del resto y cerrando el drenaje de dólares que se van a los usureros. Aplicando impuestos progresivos y permanentes a los ricos y dejando de pagar la deuda fraudulenta. Por eso llamamos a que se animen a votar distinto, a no votar a los mismos de siempre, que van a mantener los acuerdos con el FMI, el ajuste que viene de su mano y las ganancias de los ricos.

Pero necesitamos que el Frente de Izquierda se fortalezca, se haga grande y supere el actual techo. Por eso presentamos la Lista 10 R Revolucionemos la Izquierda en el FITU en todo el país, encabezada en Buenos Aires por Alejandro Bodart y en CABA por Cele Fierro. Nuestra lista colocó a debate un proyecto para que el FITU salga de la zona de confort, se abra a incorporar los grupos de la izquierda anticapitalista que aún están por fuera del frente, a los sectores que se reivindican de izquierda y a los miles que no siendo de ninguno de los partidos quieran organizarse dentro del frente y ser parte activa de su construcción. A diferencia de la lista encabezada por Del Caño en Pcia y Bregman en CABA, que plantean mantener el actual status quo del FITU, para nosotros es una necesidad que el FITU «rompa el techo», supere sus rasgos de sectarismo y conservadurismo y se abra para crecer y poder ser alternativa de gobierno.

 


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