Al hablar en el acto en la exESMA, Cristina Fernández de Kirchner expresó varias preocupaciones económicas y políticas: un guiño a los empresarios para que confíen en el PJ, una defensa del capitalismo, un llamado a la gobernabilidad y críticas a la izquierda.
Escribe: Francisco Torres
Cristina mandó señales al empresariado para que apuesten al PJ como gerente del capitalismo: “Necesitamos una alianza virtuosa entre el capital y el trabajo”, afirmó. Siempre dice que los empresarios “se la llevaron en pala” durante sus gobiernos K. Ahora remarcó que “en los doce años y medio de nuestro gobierno, los balances de las empresas eran todos positivos. Y la de los alimentos, ni que hablar… La expansión y crecimiento de las empresas dan fe”. Pero dijo no entender por qué esos empresarios no apuestan al PJ.
Será por eso que afirmó que “el peronismo, le pese a quien le pese, sigue hoy más vigente que nunca”. No es lo que mostraron las PASO, pero es evidente que Cristina necesita motivar a su militancia, apelando a la mística peronista para remontar otra probable derrota. Y levanta al peronismo, ante el emergente de la izquierda.
¿Conciliar intereses antagónicos?
Además de una situación económica muy favorable que desde entonces nunca se repitió, Juan Domingo Perón y su movimiento político se sustentaron en la difusión de una mística, un relato o, como decimos desde el marxismo, en falsas conciencias o ideologías reñidas con la realidad concreta. Por ejemplo la falsa conciencia de la conciliación de clases, también denominada pacto social o acuerdo social, que CFK propone recrear.
Ella dijo que el peronismo es “una articulación entre el capital y el trabajo”, con “una idea profundamente humanista, social y cristiana”. Pero en verdad no existe conciliación posible entre clases sociales antagónicas: la burguesía y el imperialismo, por un lado, frente a la clase trabajadora y los sectores populares y oprimidos, por el otro. La realidad de cualquier laburante demuestra que son intereses bien opuestos.
Lo que resulta positivo para el patrón es negativo para el obrero y viceversa. Lo que es favorable para el obrero, como un aumento de sueldos, mejores condiciones de trabajo, reconocer las horas extras o la estabilidad laboral, son perjudiciales para el capitalista, al achicar su tasa de ganancia.
¿Triunfo del capitalismo?
A pesar de que está en crisis sistémica desde el 2008, aun en plena pandemia Cristina reivindica al capitalismo. Y hace eso cuando este sistema ya confirmó a escala planetaria que solo es miseria, negación del derecho a la salud y cinco millones de muertes para asegurar el negocio con las vacunas y los laboratorios privados.
El capitalismo implica hambre y desnutrición, contaminación, saqueo, guerras, endeudamiento y ajuste a los pueblos y trabajadores del mundo. Mientras tanto, garantiza que un puñado de capitalistas acumulen las mayores fortunas inimaginables en toda la historia. De humanista, no tiene nada. De social, menos.
Preocupada por no perder votos por izquierda, Cristina machacó igualmente con “el triunfo del capitalismo y la derrota del campo socialista”. Y dijo que “el capitalismo es el sistema de producción de bienes y servicios más eficiente, frente al modelo colectivo, socialista o comunista”.
La realidad la desmiente por completo. Según el Banco Mundial, en pandemia la pobreza pegó un salto, con 236 millones de nuevos pobres en el mundo. Entre ellos, 22 millones son de nuestra América Latina y el Caribe, según la CEPAL. Por eso crecen las alarmas y los llamados del Banco Mundial, la OCDE o UNICEF a garantizar un poco de asistencia social para evitar estallidos populares.
En la Argentina son pobres 4 de cada 10 personas y la indigencia subió al 10,7%. En el conurbano bonaerense un 45,3% de la población es pobre, en tanto que en la niñez sube al 70%. Así, en total en nuestro país hay 18,8 millones de pobres y la indigencia llega a casi 5 millones de personas. ¿Ese es el triunfo capitalista que festeja Cristina?
Expropiar a los expropiadores
Como la realidad se impone, Cristina agregó descalificaciones hacia la izquierda, al decir que queremos “expropiar todo”. Y afirmó que “el peronismo siempre respetó la propiedad privada”, cuando “la gente quiere tener su casa, sus vacaciones, un autito”. Pero no es cierto: en la izquierda no queremos sacarle nada a ningún laburante ni sector popular, como ella intentó dar a entender.
Lo que sí queremos es “expropiar todo” a los expropiadores, en palabras de Marx. Por ejemplo a esos seis grandes grupos burgueses argentinos: Galperín, Bulgheroni, Pérez Companc, Roemmers y Eurnekian, que figuran en la lista de millonarios de la revista Forbes y suman una riqueza de 19.000 millones de dólares, fortunas que no podrían gastar en todas sus vidas.
Queremos expropiar al 1% de ricos que se apropia de todo, en lo que constituye una tendencia global. Porque, a pesar de la pandemia, este año fue récord para los más ricos del mundo. Según la lista Nº 35 publicada por Forbes, el número de billonarios y multimillonarios se disparó a un total sin precedentes: 2.755, con 660 más que hace un año.
Aumentaron su riqueza en 5 billones de dólares y totalizan 13,1 billones de dólares, frente a los 8 billones de 2020. Con un récord de un nuevo multimillonario cada 17 horas y como contracara de la pobreza generalizada, el 86% de los multimillonarios son más ricos que hace un año.
Esta verdadera catástrofe social y las consecuencias que puede implicar llevaron a Cristina a pedir a la derecha macrista que ayude: “Muchachos, pinchen los globos y pónganse a pensar qué hacemos con el país porque un tercio del electorado votó a los extremos”.
Le preocupan la gobernabilidad y la “fragmentación política” que mostraron las PASO: “Si vemos los votos que reunieron las dos coaliciones principales -alertó-, sumaron un 70%. En 2019 habían reunido casi el 90% de los votos”. Que el Frente de Izquierda Unidad seamos la tercera fuerza nacional y bonaerense resulta para Cristina y el PJ un problema político para su objetivo de encorsetar la crisis y las protestas sociales que genere.
Confluir con la izquierda, gobierno de los que nunca gobernamos
La conciliación entre el capital y trabajo, como pide Cristina, es lo que nos condujo a esta catástrofe. Para que la crisis la paguen los capitalistas y el FMI, la izquierda social y política que se sumó a “pelear desde adentro” del PJ debe alejarse del Frente de Todos y confluir con el Frente de Izquierda Unidad. Es necesario ampliarlo y fortalecerlo, con más bancas legislativas y en cada lucha.
Desde el MST convocamos a los miles y miles de honestos activistas peronistas, que rescatan las conquistas sociales y las tres banderas históricas de justicia social, independencia económica y soberanía política, a poner en pie un gran movimiento político en donde la clase trabajadora no se limite a ser “columna vertebral”, sino cabeza dirigente. Los invitamos a luchar juntos por lograr un gobierno de los que nunca gobernamos: los trabajadores y el pueblo. Para avanzar a una Argentina y un mundo en clave socialista, con democracia real para las y los de abajo.