Mujeres, Género y Diversidad. Un ministerio fantasma

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Anunciado con bombos y platillos, apenas asumió, Alberto Fernández creó el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad como respuesta ante la lucha del #NiUnaMenos y la marea verde. Lógicamente, despertó expectativas. Pero, como vemos, el presidente es de los que más habla y menos hace. Lo mismo su ministra del área. Luego de dos años de “gestión”, se profundiza la desilusión y la bronca.

Escribe: Micaela Escobar

“Volvimos mujeres”, “este ministerio es el compromiso asumido con los derechos de las mujeres y diversidades”, dijeron. Y acto seguido, prometieron planes y campañas contra la violencia machista, asistencia, subsidios, refugios, guarderías, Educación Sexual Integral e inclusión de las mujeres y disidencias sexo-genéricas. Pero como dice el refrán popular, del dicho al hecho…

Funcionarias que no funcionan

El gobierno nombró como ministra a Elizabeth Gómez Alcorta, referente de Mala Junta-Patria Grande, abolicionista en cuanto a la prostitución y, sobre todo, una feminista del palo académico pero distante de los procesos que se dieron en las calles y de las organizaciones sociales. Pese a las expectativas de quienes son parte de la cuarta ola feminista, las promesas de dicho ministerio fueron y vinieron… pero no se concretaron. Mientras tanto, en todo el país la desigualdad de las mujeres y la violencia patriarcal se profundizaron con la pandemia de coronavirus.

El reciente 25N, la ministra publicó en su Twitter: “El día internacional de la eliminación de las violencias contra las Mujeres es un llamado a la acción y una oportunidad para visibilizar y resignificar las luchas colectivas contra las desigualdades y violencias de género que nos trajeron hasta acá”. ¿La realidad? 276 es la cifra de víctimas de femicidios y travesticidios o transfemicidios en lo que va de este año.

Para las mujeres, nuestra necesidad no pasa por visibilizar y resignificar ninguna lucha colectiva: muchas gracias, ministra, nos visibilizamos solas. Lo indispensable desde el Estado es prevenir, combatir y erradicar la violencia de género, y revertir las notorias desigualdades en desmedro de las mujeres y disidencias. Y eso requiere de respuestas concretas y reales por parte del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad. Sin embargo, después de dos años y mucho relato, cerramos el 2021 sin ningún cambio significativo. O peor, porque sus promesas fueron incumplidas.

El cuento del tío

El mismo 25N el presidente Alberto Fernández publicaba:“Una Argentina sin violencias requiere del compromiso absoluto del Estado y de la voluntad transformadora de toda la sociedad. En ello trabajamos. Se lo debemos a quienes ya no están, a las que han llevado adelante esta lucha y a todas las mujeres y diversidades de nuestro país” . Pero… ¿Cómo es el cuento? ¿Once meses atrás él mismo pregonaba el “fin del patriarcado”, pero ahora nos vuelve a hablar del “compromiso absoluto del Estado”?

De lo que sí hay claridad es de la falta de voluntad política para hacer frente a la violencia. Para el 2021, el gobierno celebró el primer presupuesto “con perspectiva de género”. Sin embargo, no solo los fondos para el nuevo ministerio fueron de apenas el 0,074% del presupuesto nacional total, sino que de esa partida anual de 6.204 millones de pesos a mitad de año sólo habían utilizado (ejecutado) un 24,7%. Es decir, pocos fondos y que encima no usan. Tal fue el escándalo público que en estos meses tuvieron que acelerar la ejecución, aunque en gran parte usaron la plata para su nuevo edificio.

Como dijimos en el documento unitario leído el 25N en Plaza de Mayo, “en medio de la pandemia y de la crisis económica, el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad no dio respuesta y mantuvo un presupuesto de miseria para quienes padecen la violencia patriarcal.” Allí también denunciamos su inacción frente a los desalojos y la represión policial de la mano de Berni hacia víctimas de violencia que reclamaban un techo para vivir, como en Guernica o la Villa 31. También, el quite del IFE y el robo a las jubilaciones.
Asimismo en dicho texto denunciamos que “el Programa Acompañar no acompaña”, siendo insuficiente un subsidio de 29 mil pesos por sólo seis meses para lograr autonomía, que además obliga a la mujer a enfrentar trabas burocráticas y la constante revictimización. Es necesaria su ampliación en el monto y el plazo, con asistencia integral en el ámbito legal, psicológico, laboral y habitacional. En sintonía, “exigimos la apertura de dispositivos habitacionales y centros integrales de asistencia a las víctimas de violencia en todo el país”  funcionando las 24 horas. Por supuesto, sobre la base de un presupuesto suficiente “para garantizar dispositivos interdisciplinarios con trabajadoras en planta permanente y salarios acordes.”

Cero respuesta a la diversidad
 
En el ámbito del activismo LGBTI+ se nombra al ministerio como “ministerio unicornio”, porque en definitiva no existe. La pandemia nos golpeó de lleno agudizando las necesidades del colectivo, sobre todo las de les compañeres travesti-trans. Frente a ello, el ministerio y su Secretaría de Diversidad no dieron respuestas ni impulsaron ninguna política pública específica.

A cuentagotas otorgaron subsidios del plan Potenciar Trabajo del Ministerio de Desarrollo Social. En números, implicaba sólo medio salario mínimo, vital y móvil, es decir unos $ 14.500: una verdadera miseria. Y no solo eso: entregaron apenas unos 6.000 subsidios en todo el país, más de la mitad ni siquiera por gestión propia sino de ATTTA y otras organizaciones sociales. No nos olvidemos del “Plan Nacional de Igualdad en la Diversidad”, páginas y páginas de análisis sin respuestas concretas ni acciones adecuadas, por no articular con las organizaciones del sector.

En medio de tanto chamuyo, Tehuel, un pibe trans, desaparece en el conurbano bonaerense cuando iba a buscar una changa. Ya van nueve meses que exigimos al Estado lo encuentre con vida. Es que la situación del colectivo está atravesada por una exclusión integral. El cupo laboral trans-travesti aprobado no ayuda a revertir esto, porque se hace a ritmo de tortuga y con precarización laboral. Son necesarias soluciones reales e integrales, no sólo en el trabajo, sino también en educación, salud, vivienda y hasta un subsidio reparador para las sobrevivientes mayores de 40 años. Por eso, precisamente, exigimos que se apruebe la Ley Integral Trans cuyo proyecto presentó la Federación Argentina LGBT.
La frutilla del postre: en la reciente Marcha del Orgullo en Buenos Aires, el ministerio de Gómez Alcorta financió y apoyó abiertamente la convocatoria paralela prooficialista de los tres grupos que forman Orgullo y Lucha. Por supuesto, desde la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo, histórico espacio que nos nuclea a 70 agrupaciones, incluso cuya amplia mayoría se referencia políticamente en el gobierno, se leyó en el acto en Plaza de Mayo un abucheo a la ministra Gómez Alcorta por su boicot y se está preparando una dura carta criticando toda su “gestión” y exigiendo una reunión urgente.

Cortar con tanto chamuyo

Somos miles y miles las mujeres y disidencias de la cuarta ola feminista y de la marea verde que nos cansamos de tanto relato. Es necesario construir un feminismo consecuente, independiente del gobierno y sus versos, con la convicción política de que hay que exigir medidas urgentes, combatir las desigualdades y la violencia estructurales, y que para eso las medias tintas y el relato no sirven de nada. Dentro de ese movimiento, nosotras impulsamos una perspectiva de clase y socialista porque patriarcado y capitalismo son un mismo sistema.

Organizate entonces con Juntas y a la Izquierda, Libre Diversidad y el MST en el FIT Unidad, en defensa de las conquistas que hemos logrado en las calles y por todos los derechos que aún nos faltan, en definitiva para tirar al patriarcado junto con el capital.


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