Editorial. Al horno

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El año comenzó con el país ardiendo. Con la térmica arriba de los 40° se batieron récords con cifras que no se repetían desde hace 65 años. A la pérdida de cosechas e incendios forestales,hubo que sumarle cortes de electricidad en muchos puntos de la Argentina, que solo en el AMBA llegaron a dejar a 700.000 usuarios sin luz. Sufrimos una ola de calor extremo, producto de la combinación de los efectos de La Niña con un avanzado calentamiento global, del que el sistema capitalista imperialista es responsable en su búsqueda de mejorar sus ya enormes márgenes de ganancia a toda costa.

Voracidad empresarial, reclamo vecinal. En medio del caos del cual son responsables, tanto Edenor como Edesur aducen pérdidas y piden aumentos del 100%.Preocupado por el malestar social, el gobierno postergó el tarifazo del 20% anunciado de luz y gas. La necesidad de reducir al mínimo los subsidios a las empresas de energía, que rondan los U$S 10.000 millones para cumplir con el FMI preanuncia tarifazos. En un país lleno de recursos energéticos, se puede tener energía abundante y barata, sacándole la concesión a las privadas y reestatizándolas bajo el control de sus trabajadores y usuarios.

Tercera ola de Covid. Con una aceleración vertical de contagios, con un promedio de más de 100.000 nuevos casos diarios detectados –subregistro por la escasez de testeos-, la sobrecarga hospitalaria, sumado al estrés y cansancio que pesan sobre trabajadores de salud, exhaustos y muy mal pagos, hacen que los especialistas adviertan sobre un posible colapso del sistema sanitario. En medio de la escalada de casos, el gobierno, que hasta hace pocos días, con el argumento de intentar reducir las enormes colas de gente esperando ser testeada, anunciaba que los contactos estrechos debían considerarse positivos, ahora luego de un fuerte apriete de los empresarios, mandó a todos los contactos estrechos sin síntomas a trabajar.

A la par de la crisis, crece el doble discurso. Mientras Cristina afirma que “la Pandemia de Macri” salió más cara que lo gastado en combatir la Pandemia del Covid (sic), el canciller Cafiero se reúne con el Secretario yanqui Antony Blinken, para que ayude en las negociaciones con el FMI. Pero lo único que logra es que los representantes del imperialismo le respondieran, una vez más, que hace falta “un fuerte programa económico”. Una fórmula elegante para seguir exigiendo más ajuste para reducir el déficit fiscal y juntar todos los dólares posibles para pagarles el crédito Stand By de la “Pandemia de Macri”. Lo que la vice se olvidó de mencionar es que esta pandemia ya la estamos pagando, con los U$S 6.429 millones que ya les desembolsó el presidente Fernández en concepto de capital e intereses, y que en pocos días vuelve a pagar otros U$S 1.000 millones, en dos próximos vencimientos a fin de mes y principios de febrero. A lo que se debe sumar los miles de millones que le está pagando a los fondos buitres acreedores del canje “exitoso” realizado por Guzmán en 2020. Estamos pagando, con salarios, jubilaciones, asignaciones, planes sociales devaluados, por una inflación de 51% anual, y con la reducción constante de los presupuestos sociales.

La derecha critica y pecha por el acuerdo. Mientras la oposición de Juntos por el Cambio protesta porque le levantaron la cita para comentarles las negociaciones con el Fondo y el Foro de Davos presiona haciendo predicciones muy negras sobre el futuro del país, muchos medios opositores dan por caídas las negociaciones – secretas- con el FMI. Lo cierto es que el gobierno se esmera en juntar los dólares necesarios para seguir pagando la deuda externa. Su programa es sencillo, tratar de que crezcan las exportaciones de los productos del campo y avanzar en un importante plan de extracción minera y petrolera.Por eso alentó contraviento y marea que el régimen gobernante en Chubut aprobara la explotación contaminante de la meseta y perdió como en la guerra, ante un pueblo que se insubordinó. Ahora intenta avanzar en la explotación off shore de la plataforma marítima y un enorme movimiento llamado Atlanticazo ya protagonizó importantes movilizaciones en Mar del Plata y muchos puntos del país el pasado 4 de enero, volvió a salir a la calle este martes 18 y prepara otra gran jornada para principios de febrero.

Para pagarle al FMI hace falta más y más ajuste. Mientras los empresarios se enriquecen con salarios muy baratos en dólares que no llegan a empardar la inflación, valores altísimos de las exportaciones con precios de alimentos en los comercios locales con valores internacionales, y a la licuación de los ingresos por la inflación, se sumarán ahora nuevos tarifazos en la energía, en los servicios de cable e internet, en los peajes, los alquileres, las prepagas, el monotributo, la VTV, el costo del estacionamiento, los acarreos y nueva versión de los precios “descuidados”.

Reclamos que van creciendo. El camino trazado por el heroico pueblo chubutense a fin de año, las enormes movilizaciones del Atlanticazo, los vecinos que salieron a cortar la Gral. Paz y las calles de los barrios exigiendo que vuelva la luz, los planes de lucha de las organizaciones piqueteras combativas y varios reclamos laborales en ciernes, preanuncian un año de grandes luchas. Apoyando, extendiendo y uniendo estas peleas se puede derrotar al plan del gobierno del Frente de Todos, la oposición de derecha y el Fondo Monetario. El 2021 fue un año de gran protagonismo obrero y, ante la traición desembozada de la burocracia, también de organización independiente. El horizonte es a que se multipliquen estos procesos. El año cerró con una masiva plaza de la izquierda motorizada por el FITU contra el FMI. Luego Chubut mostró que se puede pelear y ganar. En esas luchas y disputas políticas millones terminaran de romper con los sostenedores de este régimen político de hambre y miseria. Con todos ellos tenemos que pelear por una nueva dirección combativa y fortalecer el Frente de Izquierda Unidad para construir una alternativa política de la izquierda que se postule para gobernar y pelee por un cambio de fondo por un modelo socialista de país, independiente del imperialismo y sus corporaciones, que se construya al servicio de las necesidades del pueblo trabajador.

 


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