Amparados en el descontento masivo que genera la escalada inflacionaria, desde los sectores más reaccionarios de la derecha aparece como salvadora la propuesta de dolarizar la economía. Una vieja receta que ya fracasó.
Escribe: Gerardo Uceda
Si bien fue presentada un mes atrás por un dirigente radical, la propuesta es popularizada por el neoliberal Javier Milei. Sostiene que acabaría con la inflación de la noche a la mañana, pero no explica cómo hacerlo en la práctica y ni una palabra de las nefastas consecuencias que traería para los trabajadores. Nosotros decimos categóricamente que la dolarización no sirve para el país, mucho menos para su pueblo.
Inflación: castigo para los de abajo
Que la inflación se ha convertido en el principal flagelo y preocupación de la gente nadie lo duda. Tampoco el hecho que desde 2008 en adelante, año en que empezó a dispararse, el incremento ha sido constante y cada vez más acelerado. Y en su intento de frenarla fracasaron Cristina, Macri y ahora notoriamente Alberto. Para tratar de disimularla o minimizarla, todos ellos inventaron frases o eslogans tan vacíos como mentirosos, fue la «sensación» de Cristina, el «reacomodamiento de precios y tarifas» de Macri, hasta el colmo de la «inflación autoconstruida» de Alberto. Pero lo cierto es que en estos años se pasó de alrededor de un 24% hasta un 53% actual y quién sabe si no un 60-70% para este 2022. Y siempre, de manera constante, los que pierden frente a la inflación son los trabajadores y el pueblo, con una pérdida sistemática y progresiva del poder adquisitivo de sus salarios o jubilaciones. La causa obvia que lleva a que sea el principal problema que ve la gente en todas las encuestas y la que genera más descontento y bronca.
Ante este panorama y en la perspectiva del próximo año electoral, es que aparece la propuesta de la dolarización completa de la economía, como una fórmula casi mágica de acabar con la inflación en poquísimo tiempo. Y si bien hace más de un mes que el economista radical Alejandro Cacace de JxC presentó su proyecto en este sentido, hay que reconocer que es el ultraderechista y neoliberal Javier Milei quién le ha dado más estado público. Ninguno de los dos explica a fondo cómo hacerlo, ni mucho menos las consecuencias nefastas que tendría para los de abajo. En este sentido la propuesta tiene un gran parecido con las frases hechas de los gobiernos anteriores, lanzar una consigna que genere cierta expectativa pero que en términos reales prácticamente es inviable.
¿Qué propone Milei?
El bufón de la derecha plantea eliminar el peso como moneda y adoptar el dólar como circulante en toda la Argentina. A esto le agrega la disolución del Banco Central y en el último tiempo está deslizando la propuesta de que habría que hacer una reforma laboral profunda y una eliminación de las indemnizaciones. Argumenta, sin ningún fundamento, que con esta dolarización los salarios (y su poder adquisitivo) subirían por las nubes, además de acabarse la inflación que se tornaría tan baja como la de EEUU. Para sostenerlo da como ejemplos de estabilidad y crecimiento económico a Ecuador y El Salvador que en la década del 2000 dolarizaron su economía. Pero resulta ser que en El Salvador la mayoría de la gente vive con menos de U$S 3 al día (U$S 90 al mes) y en ecuador con alrededor de U$S 8 donde fueron famosas las movilizaciones masivas contra las políticas de ajuste del FMI. Solo son algunos ejemplos de la realidad que Milei oculta.
Pero además la Argentina ya tuvo su ensayo defectuoso de dolarización: la famosa «convertibilidad» de Menem que aplicó Domingo Cavallo, no casualmente el alabado ideólogo de Javier Milei. Demostrando que estas ideas no son nada nuevo, además de nefastas. Cualquiera que haya vivido en la década del 90 sabe de sobra las consecuencias de ese atarse al dólar. Primero millones de despedidos por el brutal ajuste fiscal realizado, con empobrecimiento masivo de dichos sectores. Luego por la apertura indiscriminada de la economía, otra nueva oleada de despidos con desindustrialización, cierres de fábricas e invasión de importaciones de China y el resto de los países imperialistas. Le siguió un endeudamiento masivo, primero pagado con las joyas de las privatizaciones y luego directamente con más deuda que llevó a que saliéramos de la misma con más de 150.000 MD de deuda, para terminar en el proceso de destrucción económica más grave de la historia del país en el 2001 que culminó en el Argentinazo. Eso sí, los especuladores, los de la bicicleta financiera, los bancos y los «importadores truchos» hicieron su agosto. También el imperialismo que se quedó con todas las empresas de servicios y energía, cobrando por más de una década las tarifas más altas en dólares de toda la región, sin invertir ni un peso. Pero el pueblo salió empobrecido, soportando la devaluación de Duhalde del 300% y alcanzando niveles de desocupación y pobreza que desde entonces rozan el 30 y hasta el 40% como actualmente.
Cinco razones para rechazarla
Como dijimos, la propuesta de Milei y los suyos no es más que una vuelta de tuerca aún mayor y más entreguista que la convertibilidad menemista y si se llevara adelante acarrearía gravísimas consecuencias para los trabajadores y los sectores más desprotegidos de la sociedad a los que los Libertarios ni toman en cuenta.
Si bien algunos sectores burgueses y sus economistas hacen críticas tibias y con algunos argumentos parcialmente ciertos, no van al fondo de la cuestión. En primer lugar se cuestiona que el gobierno no tiene reservas para «comprar» los dólares necesarios para sustituir el circulante que hoy se estima en cerca de 3,7 billones de pesos, lo que si se tuviera que disponer de los dólares sólo para esto (ya veremos que hay otros cálculos mucho más negros que los Milei no aclaran) se necesitarían alrededor de 18.000 Millones de dólares, de un BCRA que casi no tiene reservas líquidas en dólares. Es decir se tendría que disponer de todo el ahorro del PBI exigido por el FMI, esto es más de un 3% contando el PBI de 2021, sólo para dolarizar.
Precisamente por esto habría que rediscutir los términos de los acuerdos con el FMI, ya que también entrarían en discusión los intereses calculados, siempre usurarios, porque fueron calculados en base a una economía en pesos.
Además objetan que se debiera levantar el cepo cambiario, esto es que antes de dolarizar le permitan a la burguesía transformar todos sus bonos, ahorros, letras, etc de pesos a dólares, no sea cosa que pierdan frente a la dolarización.
Vamos ahora sí en concreto a las razones por las que decimos que la dolarización no le sirve al pueblo trabajador.
Al contrario de lo que dice Milei, la dolarización significaría un brutal saqueo al salario y su poder adquisitivo. Esto es así porque los cálculos más optimistas fijan el valor del dólar de intercambio en 205 a 225$, es decir el doble de lo que está hoy el dólar oficial que ronda los 115-116. Es decir que de mínima el salario promedio pasaría de 500 dólares (oficiales) actuales a menos de U$S 250. Y esto en una economía con fuerte componente dólar significaría una suba inmediata al doble de todos los precios de la economía. Aunque hay otros cálculos del valor de cambio que lo llevan a $ 400 y hasta $ 600 al dólar si hubiera que «comprar» todos los depósitos y activos bancarios y los bonos en pesos. Es decir, un verdadero desastre.
Pero lo que más ocultan los libertarios es que la dolarización implica un brutal ajuste fiscal, ya que el gasto público debiera disminuirse drásticamente, porque no podría nunca más financiarse a través de emisión monetaria. Esto llevaría de manera casi inmediata a despidos, suspensión de contratos en el Estado Nacional y provinciales, a disminución de los presupuestos para Salud, Educación, obra pública, etc. La única forma en que esto no suceda es que la Argentina se transformara como por arte de magia en un país establemente superavitario, que sería la única forma de que entraran anualmente dólares libres de la balanza comercial para poder sostener el empleo y el gasto público en general, cosa que hace más de cien años que no sucede.
En el sector privado también existiría un ajuste brutal, ya que la productividad de las empresas argentinas es muy baja frente al resto del mundo. Para evitar quebrar y ser competitivas, las empresas necesitarían, como ya va revelando Milei, de una reforma laboral masiva, con acuerdos por empresa, de supresión de las indemnizaciones por despidos, entre otras cosas. Aún así lo que se prevé es que, precisamente por la baja competitividad del empresariado local (hoy sólo sustentada en la devaluación y los aranceles aduaneros) vayamos a un cierre importante de empresas, con desocupación creciente, como ya pasó en los años 90.
Por otra parte la dolarización no garantiza que no haya inflación en dólares. Por lo que a los costos que sufriríamos inicialmente por la enorme devaluación habría que agregarle el aumento de precios en dólares, esto ya ocurrió en la Argentina de Menem, más allá del 1 a 1 que existía la Argentina se transformó en uno de los países más caros en dólares, donde resultaba más barato comprar en Miami o Nueva York que en Buenos Aires. Y esto es así, porque al contrario de lo que sostienen los ultraneoliberales de que la inflación sólo se debe a emisión monetaria, la misma tiene otros factores, entre los cuales la inflación inercial y la especulación empresarial son de gran importancia en nuestro país. Además hay que considerar el escenario actual post pandemia agravado por la guerra en Ucrania, donde el mundo se enfrenta a un escenario más inflacionario que todos los 20 años previos producto del aumento de la emisión monetaria para salvar bancos y empresas y de un supuesto mayor consumo post pandemia, con lo cual también agregaríamos a lo dicho la inflación mundial o por lo menos norteamericana. Todo esto llevaría a mayor hundimiento del poder adquisitivo de nuestros salarios.
La pérdida total de la soberanía económica es otra de las consecuencias de la delirante propuesta de Milei. Sí, porque al eliminar el Banco Central como propone, toda la política monetaria del país se manejaría directamente de la Reserva Federal de los EEUU. De modo que ante crisis económicas mundiales o regionales, ante caída de los precios de las materias primas que exportamos o simplemente ante devaluaciones de las monedas de nuestros vecinos, principalmente Brasil al que exportamos gran parte de lo producido quedaríamos expuestos y sin herramientas, bajando aún más la competitividad nacional y llevando a más cierres y traslaciones de empresas, como también ya sucedió en la época de Menem donde decenas de grandes empresas se trasladaron a Brasil porque les convenía más producir allí.
No hemos entrado en otras consecuencias como la transitoriedad de la dolarización, ya que si esta fracasa la vuelta al peso sería muy dificultosa, especulativa y de un nuevo y mayor ajuste sobre las masas. Mientras tanto los bancos, los especuladores y las grandes empresas seguirían llenándose los bolsillos a través de los logros de la reforma laboral y jubilatoria que quieren implementar y viene de la mano de la propuesta libertaria.
Una salida obrera y popular. Propuestas reales para combatir la inflación
En algo que parecemos estar de acuerdo los economistas burgueses y nosotros es que la inflación carcome primero y destruye después el poder adquisitivo de los salarios y los que más la sufren son los trabajadores y los sectores más humildes y postergados de la sociedad. Ellos agregan que también destruye el ahorro, la inversión y la acumulación de capital, pero sobre esto tendríamos mucho que discutir y rebatir ya que son muchísimos los sectores capitalistas que se benefician en un escenario inflacionario, y si no que se le pregunte a los bancos o a los agroexportadores de Argentina que multiplicaron sus ganancias en dólares por la inflación de los granos producto de la guerra de Rusia-Ucrania.
El problema entonces es cuál es su origen y qué medidas tomar frente a la misma. Si como dice Milei la inflación fuera sólo el resultado de la emisión monetaria y de un mal manejo del sistema por parte del BCRA, entonces tendría que explicar por qué el propio EEUU desde la creación de la Reserva Federal en 1913, que maneja el dólar férreamente ha tenido una inflación del 2.750%. Para nosotros la inflación obedece a múltiples causas no sólo la emisión, y muchas de las cuales obedecen a cuestiones políticas derivadas de nuestra dependencia y a las especulaciones burguesas en su lógica de siempre acumular más y más ganancia. Así fue política la generación de la deuda externa en los 70 que nos endeudó de por vida, es política y de dependencia la aceptación de todos los gobiernos de pagarla a pesar de demostrarse que es ilegal, ilegítima y fraudulenta, imponiéndonos intereses usurarios cada vez mayores en cada nuevo acuerdo, en cada nuevo préstamo, para llegar al colmo de los U$S 50.000 millones de Macri donde se estima que más del 80% lo fugaron y nosotros tendremos que pagarlos por décadas. Es política la instalación de empresas multinacionales que se llevan sus ganancias (royalties) en dólares al exterior imperialista o directamente la fuga de capitales a través de los bancos privados. Todos estos elementos llevan indefectiblemente a una depreciación del peso frente al dólar y si a esto le sumamos la inestabilidad y debilidad política de todos nuestros gobiernos que permiten que los capitalistas formadores de precios pongan el precio que quieran a sus mercancías, tenemos el combo perfecto para perpetuar y acelerar la inflación.
Frente a este panorama y en contra de medidas alucinadas como la dolarización y tantas otras capitalistas fracasadas de los últimos 70 años, nosotros proponemos medidas a favor de los trabajadores y el pueblo, transicionales, socialistas.
. Para combatir la inflación proponemos en primer lugar un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales que cubran la canasta familiar y actualizados mensualmente según la inflación.
.Decimos que hay que eliminar el IVA a todos los productos de consumo popular y establecer una verdadera reforma fiscal, con impuestos progresivos a las grandes riquezas y ganancias y no a los trabajadores.
.Hay que congelar los precios y establecer un verdadero control de los mismos a cargo de los trabajadores y consumidores.
.Proponemos la apertura de los libros de todas las empresas que argumentan pérdidas para justificar aumentos y la expropiación y estatización bajo el control de sus trabajadores de toda empresa que cierre, quiebre o acapare.
.Tenemos que estatizar todas las empresas de servicios y energía para poder tener tarifas accesibles.
.Tenemos que nacionalizar la banca y el comercio exterior que es el colador por el que se fugan y transfieren miles de millones de dólares anuales de nuestras riquezas para engordar las ganancias de las corporaciones.
.Y fundamentalmente proponemos dejar de pagar la deuda externa, no sólo la última adquirida por Macri y reconocida por Alberto, el FdT y la oposición de JxC por ser toda fraudulenta, ilegal e ilegítima.
Con medidas como estas, dispondríamos de los dólares necesarios no para instalar una dolarización, sino por el contrario para disponer de un peso fuerte, que se mantenga frente al dólar y para empezar a pagar la única deuda real que tenemos que es con el pueblo, aumentando los presupuestos de salud y educación, encarando un verdadero plan de obras públicas y de viviendas que permita dar trabajos a millones de trabajadores hoy desocupados. Con medidas de este tipo empezaríamos a solucionar los problemas de las mayorías y no con falsas opciones como las propuestas por Milei y los suyos.