Derechos a la baja. Si hay algo que estamos padeciendo lxs trabajadorxs es un deterioro de la vida misma. La acumulación de la pérdida del poder adquisitivo ha tenido como una de las contrapartidas aumentar la carga laboral, vía el pluriempleo, el aumento de la jornada con horas extras, changas, ventas de productos o cualquier cosa. Esta salida está muy relacionada a la falta de confianza en las direcciones traidoras que refuerzan la salida individual y por esa vía deriva en un aumento de las horas de explotación. Sin contar que se viaja cada día peor y se tarda cada vez más.
Fiel a su instinto de clase. Los patrones se aprovecharon de la pandemia para aumentar los ritmos de explotación, las contrataciones basura, escudarse en la crisis y hacernos trabajar por tres o cuatro personas y lo que dijeron era temporal ahora pretenden mantenerlo.
Como contracara, esto que muchas veces está tras el velo de falsas ideologías hoy es más claro para todo el mundo.
Sin sacar los pies del plato. Una cuestión distintiva de estos tiempos que corren es el grado de integración a las políticas del gobierno de las cúpulas sindicales. Hoy Alberto cuenta con un apoyo más amplio de la burocracia sindical que el que tuvo Menem. Todo el arco sindical viene haciendo la plancha y deja correr el ajuste dictado y monitoreado por el FMI. La traición de la CGT es explícita: está junto con el gobierno en todos sus anuncios y solo movilizó (desde que está Alberto) para apoyar el acuerdo con el FMI. La defección de las CTA pretende ser más disimulada. La de Yasky sigue en una larga siesta mientras colabora activamente con el gobierno. La CTA Perón, en franco retroceso y crisis, hizo una Jornada trucha que terminó siendo en apoyo al gobierno, y unida a un bloque político del Frente oficialista. La burocracia de los gremios privados, amiga de las patronales, hace la plancha. La de los estatales, UPCN y ATE: no mueve un dedo y giran al ritmo de las necesidades del gobierno y sus propias internas.
Política de contención salarial. El odio y el desprecio a las directivas sindicales es cada día más grande. Por eso mismo el gobierno le tiró una soga con el adelantamiento de paritarias. Paritarias que no recuperan el deterioro salarial acumulado, pero en la coyuntura les sirve para ganar tiempo (más allá que a la larga la inflación imparable licue los aumentos) mientras siguen ajustando los tiempos laborales. El gobierno trabaja asimismo para evitar la unidad en la acción de lxs trabajadorxs con los piqueteros que preparan acciones.
Hay que ponerle un estate quieto al ajuste. Es necesario enfrentar toda esta política. Ahora con los aumentos tarifarios, que traerá un nuevo impulso al aumento del costo de vida. Es claro, porque lo dicen explícitamente, quieren volver a la carga con una reforma laboral. Milei lo instala, Larreta y Macri lo siguen, el Frente de Todos al aceptar los dictados del FMI y no irán contra el capital dejan que se instale nuevamente el debate y pretende hacer la reforma convenio por convenio,. Solo desde la izquierda y los sectores del sindicalismo combativo se enfrenta esta política antiobrera.
¿Qué hacer? Es la pregunta que se hacen miles de activistas en todo el país. Está claro que las actuales direcciones mayoritarias de los sindicatos no van a impulsar ningún enfrentamiento serio a este plan. Está claro que cada vez al tener más temor a la propia movilización que no controlan, en la retina de todos estos burócratas está a fuego el desborde que terminó haciendo volar el atril de la CGT como trofeo de guerra y harán lo imposible para evitarla. ¿Entonces qué queda? Además de denunciar y reclamarles un paro nacional, y al mismo tiempo construir desde abajo ese paro general activo, con plan de lucha y continuidad para forjar una nueva dirección y derrotar el ajuste. ¿Es posible? Sí, a fuerza de trabajar arduamente en dicha tarea.
Un gigante de pies de barro. Cada día tienen menos y menos apoyo de las y los trabajadores. Si siguen al frente es, sobre todo, por las dificultades que tenemos en construir una dirección alternativa, pero la debilidad está y es profunda. En otras épocas tenían militantes convencidos, ahora la mayor parte está en sus filas por intereses económicos y de privilegios. Ya no convencen a nadie, ya no tienen una idea que les dé fuerza, todo es conveniencia. Ya no tienen militantes convencidos. Lo único que les importa es mantener el aparato y por eso tienen mercenarios de barrabravas para preservarse. Pero los mercenarios, mercenarios son. Había quien decía que no se puede ganar una guerra con ellos y la historia le ha dado toda la razón.
Maduran las condiciones para desbordarlos. Las condiciones previas necesarias para superarlos se van desarrollando cada vez más. Hay ejemplos, aunque aún minúsculos tomando el conjunto de la clase obrera, de conducciones combativas que desarrollan la pelea en sus sindicatos o comisiones internas. Hay importantes ejemplos de desbordes como lo es el caso de los docentes de San Juan. Son muestras de que se puede organizar por fuera de los traidores otra salida.
Otra vez ¿Qué hacer? Tenemos que construir la lucha desde cada lugar, convocando a asambleas, debatiendo colectivamente, organizándonos y coordinando con los sectores que luchan. Hay que armarlo desde abajo, en un profundo proceso de maduración a partir de cursar experiencias de lucha. Tenemos que fortalecer las tendencias y los sindicatos combativos, apoyar los procesos de autoconvocatorias y avanzar en la organización permanente de los mejores elementos de cada lucha para ir nutriendo una nueva dirección sindical y política. El momento es ahora, se avecinan mayores oportunidades que solo aprovecharemos si nos vamos organizando desde ahora mismo.