Hacia otro modelo energético. Reestatizar con control social

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Massa en su discurso, para justificar el tarifazo que se traía abajo del poncho, habló de un hecho cierto: existe una crisis energética mundial agravada por la guerra producida por la invasión rusa a Ucrania. La dependencia de Europa del gas ruso lleva a situaciones inéditas en estos países centrales, con horas de corte de la energía e incluso, podemos agregar, a que en el próximo invierno europeo “millones de personas” no podrán pagar la calefacción debido al alza de las tarifas de gas, como advirtió la Asociación Alemana de Inquilinos.
La crisis ha agravado enormemente y hecho retroceder los modestos avances que, gracias a la movilización de los pueblos del mundo, se han logrado en la sustitución de energías contaminantes por otras que no aumenten el calentamiento global y la contaminación ambiental. La sustentabilidad del planeta, como lo conocemos, tiene fecha de vencimiento y es muy cercana. Ahora se habla de retomar las usinas alimentadas a carbón, de reactivar centrales nucleares ya desactivadas, etc., etc.

Lo que el ministro omitió es que en nuestro país sobran los recursos energéticos y si ahora muchos argentinos no van a poder pagar las tarifas se debe al modelo de privatizaciones y desguace del Estado emprendido por los militares, completado por Menem y mantenido por todos los gobiernos, incluidas las administraciones K. Nuestro país supo tener auto abastecimiento energético, que se perdió en los anteriores gobiernos de Cristina. Un importante desarrollo fruto de una herencia que comenzó con la YPF estatal y monopólica, que impulsó el nacionalista general Mosconi, despedido de sus funciones por los gobiernos de la década infame.

Las excusas del menemismo y de los liberales para sostener este modelo privatista se basaron en la enorme corrupción que impedía un funcionamiento adecuado de los servicios estatales. En realidad, de un modelo de negocios entre los gobernantes y funcionarios de turno y las empresas contratistas, que sigue funcionando convenientemente en el negocio de las empresas que trabajan en la obra pública. Las privatizaciones agravaron esa crisis desguazando empresas públicas que llevaron décadas construir, dejando sólo en pie aquellos retazos de alta rentabilidad, destruyendo un enorme capital social.

El kirchnerismo pese a su discurso nacional y popular no tocó ese modelo, como no tocó ninguno de los resortes esenciales del “capitalismo eficiente” del que tanto habla Cristina. Cambiaron algunos socios empresarios del modelo, pero la decadencia en la prestación de servicios, la falta de inversión, la corrupción, sobre precios, cometas de todo tipo y tarifas carísimas que paga el conjunto de la población, son las que nos han llevado a esta nueva crisis. El macrismo de paso dio una nueva vuelta de tuerca provocando tarifazos históricos impagables y poniendo al frente del ministerio nada más y nada menos que uno de los empresarios de la Shell, Juan José Aranguren. El lobo cuidando las ovejas.

Ya mencionamos los negocios que involucran a Royón, la nueva Secretaria de Energía, y al clan Vila-Manzano. Si buscamos otro ejemplo actual, el escándalo de la demora en la construcción del gasoducto para trasladar el gas extraído del yacimiento de Vaca Muerta, sobre el cual incluso al día de hoy existen dudas de cómo va a ser financiado, muestra como una licitación es desechada (la de Macri) para armar otra (que denunció el ex ministro Kulfas), más conveniente al sector empresario cercano al gobierno de turno. Según INFOBAE “el gasoducto Néstor Kirchner en 36 pulgadas costará por lo menos 100 dólares por pulgada metro, diez veces más caro en dólares por pulgada metro que las obras de los años ‘90 y que las expansiones de 2005” (…) “entre seis y siete veces más caro que la oferta de Odebrecht para las ampliaciones 2006-2008. Entre dos y tres veces más caro que el precio final de las ampliaciones 2006-2008. Y si tomamos solo la parte de servicios de construcción, los números son escandalosamente más altos”. (3)

La Argentina tiene multiplicidad de recursos energéticos para producir energía barata y abundante, tanto para la satisfacción de las necesidades de su población como para ser la base de un fuerte desarrollo productivo. En épocas de crisis energética internacional también pueden quedar buenos saldos exportables que doten al país de las divisas que necesita. Pero para aprovechar esas ventajas comparativas hay que romper con este modelo energético al servicio de las enormes ganancias de las empresas privatizadas.

Es necesario reestatizar todas las empresas que intervienen en la producción y distribución de la energía, empezando por nacionalizar completamente YPF, actualmente una sociedad anónima con mayoría accionaria estatal, que opera como cualquier empresa capitalista al servicio de las necesidades del “mercado”. La reestatización de las empresas dedicadas a la energía permitiría una planificación central de los enormes recursos del país.

En un informe de la OCDE se señala que, pese a la ola de privatizaciones a nivel mundial, empresas con algún grado de participación estatal explicaban el 62% de la generación de energía electica del mundo en 2016 y que entre las 50 mayores generadoras del mundo hay empresas 100% controladas por el Estado en países como EEUU (Tennessee Valley), Canadá (Hydro-Quebec), México (México Federal), Indonesia (PT PLN Persero) y Sudáfrica (Esko Holdings).(4)

A la vez su funcionamiento debe ser completamente distinto a la vieja corruptela y negociados de las anteriores “empresas públicas”. Deben estar administradas y dirigidas por sus trabajadores, que son los que realmente tienen interés en que la empresa se desarrolle y los que las han hecho crecer con su esfuerzo. También deben tener un control de la sociedad, de sus usuarios, los que deben intervenir en su control y conducción, junto a los trabajadores, con cargos elegibles y revocables.

En estas manos, las de los que producen todos los días la riqueza del país, en combinación con el enorme capital técnico y científico que poseemos, se podrá además diseñar una verdadera transición energética hacia energías limpias, que tanto demanda nuestro planeta en emergencia climática y ecológica.

Un nuevo modelo energético, que como parte de un plan económico alternativo que rompiendo con el FMI, diseñe un programa que deje atrás la matriz extractivista y dependiente de nuestro desarrollo actual, poniendo nuestros enormes recursos humanos y naturales al servicio del conjunto de la población trabajadora, arrebatándole el depredador negocio a los monopolios capitalistas que se enriquecen con nuestro trabajo y recursos nacionales.

Art. de Carlos Pagni “El problema de Massa: como no tocar el mono” publicado en La Nación el 08/08/2022.
Datos del art. de Alcadio Oña “La crisis económica corre rápido y Sergio Massa no tiene piloto”, publicado en Clarín del 06/08/2022.
Art. de Hernán Dobry “Dudas sobre el futuro del gasoducto de Vaca Muerta”, publicado en INFOBAE el 09/08/2022.
Art. de Germán Pinazo “Es necesario estatizar los servicios públicos” publicado en la web de Fetera el 19/04/2021.

 

 


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