Escribe: Sergio García
Las últimas semanas el curso de la guerra en Ucrania sufrió modificaciones al consolidarse un avance militar del país invadido, recuperando parte de su territorio, por sobre las poderosas fuerzas rusas, que tuvieron que abandonar las regiones de Járkiv y Lugansk. Este duro golpe lógicamente causó revuelo en la opinión pública de Rusia y crisis en su gobierno y régimen, que rápidamente tuvo que salir con nuevas amenazas y algunas medidas para intentar salirse de esta situación incómoda, tras más de medio año de invasión sin resultados satisfactorios a los que se sumaron ahora estos reveses que actúan en el plano militar y en el plano político.
En su desesperación, el gobierno de Putin definió nuevos pasos. Como bien explica en un reciente artículo nuestro camarada Oleg Vernyk, presidente del Sindicato Independiente de Ucrania «Zakhist Pratsi» y dirigente de la Liga Socialista Ucrania (sección de la LIS), “las autoridades prorrusas de los territorios ocupados en Jersón y Zaporiyia, han lanzado la convocatoria a referéndums “exprés” desde el 23 al 27 de septiembre. Tienen como objetivo anexar rápidamente a Rusia los territorios ocupados. Putin también anunció una movilización parcial de 300.000 reservistas para contrarrestar el avance de Ucrania y, en sintonía con los sectores más ultras del régimen, advirtió que Rusia tiene arsenal para responder al “chantaje nuclear” de occidente”.
Sin embargo, es más que evidente que el traspié militar combinado con la convocatoria a reservistas ya le está produciendo dolores de cabeza a Putin dentro de Rusia, dónde además de la preocupación general volvieron las acciones contra la guerra, pese a un régimen reaccionario que reprime y encarcela a quien se opone a los planes de gobierno. Y en las zonas en disputa con Ucrania ahora intenta avanzar con las anexiones en base a estos plebiscitos “democráticos” que son una farsa. Si bien nosotros estamos por el derecho a la autodeterminación de los pueblos de esas regiones, es decir a que decidan libremente qué hacer, eso no se puede realizar hoy con tanques y fusiles rusos apuntando a la población para forzar un resultado favorable a Rusia. Por lo cual rechazamos esa política que es una muestra más del carácter opresor e invasor del régimen de Putin.
Volviendo sobre la guerra, estos cambios en curso, que moralizaron a la resistencia ucrania y debilitaron la moral de las tropas invasoras, trajeron de nuevo un debate que dentro de la izquierda existe desde el inicio de la invasión del imperialismo ruso sobre Ucrania. En nuestro caso, teniendo siempre una fuerte crítica a los planes de la OTAN y al propio gobierno de Zelenski, resaltamos siempre el derecho del pueblo trabajador ucraniano a defender su territorio y su nación, ya que hacerlo es una causa justa y un derecho democrático al que no se le puede dar la espalda. Un país invadido por una potencia como Rusia, que juega permanentemente un rol imperial en toda la región del Este Europeo, merece el apoyo de las y los trabajadores del mundo.
Pero lamentablemente hay sectores de izquierda que desde el inicio de la guerra e invasión de Rusia le niegan el apoyo a la resistencia ucraniana, con lo cual quedan objetivamente del lado de los invasores, porque ante una situación de guerra donde una gran potencia invade a un país semicolonial no hay neutralidad posible: hay que luchar por la derrota del ejército invasor, como lo hace toda la clase obrera y el pueblo ucraniano. Y toda la imprescindible y permanente crítica a la política e injerencia de la OTAN tiene que hacerse desde el campo militar del pueblo ucraniano y con una política socialista independiente.
El PTS y la Fracción Trotskista: nuevos hechos, nuevos errores
La Fracción Trotskista, corriente internacional que conduce el PTS de Argentina, es uno de estos sectores políticos que se ubican contra el apoyo a la resistencia ucraniana, aunque dicen estar en contra de la invasión rusa. Y ante los nuevos hechos desarrollan una explicación un tanto ajena al método marxista de analizar la guerra y su desarrollo. La compañera Claudia Cinatti escribió días atrás que “El éxito de la contraofensiva ucraniana solo se explica por el armamento y el asesoramiento militar y de inteligencia de Estados Unidos y secundariamente de otras potencias de la OTAN”. (Guerra en Ucrania. Qué hay detrás de la movilización parcial de reservistas y la amenaza nuclear de Putin. La Izquierda Diario 21 de septiembre).
La definición es equivocada de inicio a fin, porque niega la realidad integral de los hechos y busca una explicación unilateral, solo para que encaje en su análisis y política de “no apoyo” a la resistencia del invadido pueblo ucraniano. La compañera olvida cuestiones elementales del método marxista ante las guerras contra un país oprimido e invadido y olvida los estudios del propio Clausewitz, histórico autor y referente en temas de guerra, a quien su partido cita frecuentemente. Precisamente este autor parte de reconocer y explicar que en las guerras, junto con el mejor o peor armamento militar, operan otros factores como la relación con las poblaciones, la persistencia, el factor moral, la estrategia, el estado de ánimo, la opinión pública de las zonas afectadas por la guerra y la audacia, a la cual define como “una auténtica potencia creadora” y como “la virtud más noble, el auténtico metal que da a un arma brillo y filo”. Agregando de nuestra parte que, en este caso, esa virtud utilizada con la firmeza de un pueblo invadido, se transforma en un peligro cotidiano para el invasor.
Sucede que este avance importante y parcial del ejército y el pueblo ucraniano sobre una potencia militar invasora de carácter imperial no puede explicarse en sí mismo por tener más y mejor armamento que los meses previos, sino en primer lugar por la acción de las masas que hacen parte de la guerra de liberación nacional. En su afán de negar que hay una guerra justa de defensa nacional, el PTS niega lo que es muy evidente: que hay una población defendiendo su territorio, que hay autoorganización, que hay miles y miles de trabajadores que se alistaron en el ejército para combatir a los invasores. Que la población de esas regiones los recibe con apoyo y festeja sus victorias y avances. Que la moral de los soldados que defienden su nación y su tierra expresada en valentía y decisión (audacia para Clausewitz) está muy por encima de las dudas, crisis y temores de soldados invasores, que son mandados a la muerte por causas políticas imperiales que les son ajenas. La utilización de mejores armamentos enviados por la OTAN lógicamente es un hecho que existe y actúa en el combate, pero se ubica en este contexto y no por fuera de la realidad humana y de intereses concretos de un pueblo en lucha contra un ejército invasor. Si, como dice el texto del PTS, el único elemento a tomar en cuenta es el tener mejores armas, EEUU no habría perdido ninguna guerra en los últimos cien años. Sin embargo, las ha perdido, precisamente porque hay una multitud de factores que intervienen en una guerra. Y no se los puede ignorar sino analizar y comprender.
Un poco de historia
En el fondo, este grosero error de análisis es parte de un grosero error político que vienen cometiendo los compañeros desde el inicio de la guerra. Y uno y otro error van de la mano. Desde un inicio, el PTS ha confundido el carácter de la guerra y actúa como si hubiera una guerra interimperialista y como si EE.UU. y los países de la OTAN estuvieran en combate, algo que no es así: no hay tropas de ningún país de la OTAN dentro de Ucrania. Lo que existe hasta hoy es un país semicolonial, Ucrania, invadido por una potencia que juega un claro rol imperialista en toda la región. Y la OTAN que tiene sus propios planes expansionistas ayuda militarmente a Ucrania, como parte de su disputa interimperialista contra Rusia y en el fondo contra China. Pero no da el paso de sumarse directamente a la guerra, porque eso cambiaría toda la situación mundial, con consecuencias imprevisibles. Por eso todavía no es una guerra interimperialista, lo cual llevaría a actualizar la política a levantar, sino una guerra que combina una causa justa de defensa nacional del país invadido con un salto en los roces y disputas de distintos imperialismos. Y no hay política correcta si no se toman en cuenta estos dos hechos, comenzando por el primero que es el derecho a defenderse y resistir del pueblo invadido.
En la historia del marxismo, hubo ejemplos donde, salvando las distancias, se dieron situaciones similares, ya que no es un hecho nuevo que frente a una acción de guerra intervengan distintos intereses imperialistas y un sector quiera aprovechar la situación para mejorar su ubicación en el mundo. Por ejemplo, ante la invasión de Japón a China en la década del treinta se vivieron situaciones similares. Y aun criticando duramente a los imperialismos y al gobierno chino, Trotski decía: “si existe en el mundo una guerra justa, esa es la guerra del pueblo chino contra sus opresores. Todas las organizaciones obreras, todas las fuerzas progresistas en China, sin abandonar su programa ni su independencia política, deben cumplir hasta el final con su deber en la guerra de liberación, independientemente de su actitud ante el gobierno de Chiang Kai-shek”. (Japón y China, Boletín de Oposición Nº 58/59, septiembre-octubre 1937)
En esta guerra, Japón era por entonces una potencia y China un país atrasado. Y EEUU, que era un imperialismo en ascenso, para debilitar tanto a Japón como a Inglaterra le ofreció y dio su apoyo militar y financiero a China. Frente a esto, los revolucionarios de entonces, ¿le negaron su apoyo a la resistencia china para que gane? No se lo negaron en ningún momento. Manteniendo una coherente posición del marxismo ante las guerras, la resolución de la IV internacional de 1941 da una política integral ante el conflicto y una posición inequívoca como conclusión final y con toda claridad decían entre otras cosas, lo siguiente:
“Persiguiendo su ‘evidente destino’, el imperialismo norteamericano se prepara para ocupar las posiciones del Imperio británico en el Extremo Oriente, incluida la China, y para asegurar la derrota de su rival japonés en el Pacífico… Aun cuando se reconozca la necesidad de China de aceptar la ayuda material norteamericana en la guerra contra Japón, los revolucionarios no pueden ignorar el peligro que se esconde detrás de esto. Deben combatir la idea que el imperialismo norteamericano actúa con bondad hacia China y explicar a las amplias masas el verdadero móvil de esta ayuda, a saber, la preparación de una nueva esclavitud para el mañana… Si los imperialistas «amigos» piden que su ayuda se pague con derechos económicos preferenciales, concesiones, base militares, etc., los revolucionarios deben oponerse a tales transacciones que, en última instancia, significará para China el reemplazo de un imperialismo por otro, pagando dicho cambio con la sangre de las masas chinas. Si la burguesía china procede a tales transacciones, los revolucionarios deben denunciarlas como una traición a la lucha de China por su emancipación. Pero no ‘castigarán’ a Chiang – Kai shek declarándose ‘derrotistas’ en la guerra de China contra Japón. Continuarán pronunciándose por la defensa de China, a pesar y contra la burguesía china… Las rivalidades imperialistas en el Pacífico llevan directamente a un conflicto armado. Cuando EE.UU. le haga la guerra a Japón, y quizás incluso antes, una alianza militar entre Washington y Londres con Chong King estará a la orden del día. Sin embargo, el hecho que la guerra entre los imperialismos japonés y americano (en la que Chiang – Kai shek será un aliado subalterno de éste), tenga un carácter puramente imperialista no suprime los problemas planteados para la lucha de China contra los invasores japoneses. Los revolucionarios deben explicarle a las masas chinas que la alianza de su burguesía nacional con el imperialismo norteamericano es la consecuencia inevitable de la dirección reaccionaria dada por Chiang – Kai shek a la guerra contra Japón; deben explicar que el aplastamiento de todo movimiento independiente a favor de reformas sociales y, seguidamente, la alianza con Washington son dos aspectos de la misma política, y que esta política no puede asegurar la emancipación del país, ni hacer avanzar la liberación social del pueblo chino… Pero esto no le impedirá a los revolucionarios seguir estando a favor de la victoria de los ejércitos chinos contra el invasor japonés. La alianza Washington – Chong King y el torrente de ayuda material americana al régimen de Chiang – Kai shek no eliminarán la tarea de echar al imperialismo japonés del suelo chino”. (Resolución: la intervención americana en China. Comité Ejecutivo de la IV Internacional, 31 de marzo de 1941).
Como puede verse, no es un debate menor. En las guerras no hay espacio para hacer propaganda fuera de la lucha militar real, ni para supuestas neutralidades o derrotismos dentro del país invadido, que solo conducen a favorecer a la potencia invasora. Como tampoco puede construirse un partido revolucionario dentro de Ucrania sin ser parte activa de la resistencia obrera y popular para que triunfe frente a sus opresores de la Rusia de Putin. Solo una mirada lejana, de izquierda occidental, puede no ver que esta ubicación es esencial para una política revolucionaria en todo el Este Europeo. Y quien no se ubica así, no puede avanzar en tener organizaciones revolucionarias en toda esta inmensa región. Felizmente la LIS con esta política, en una situación difícil, sigue organizando trabajadores y jóvenes, avanzando con nuestra sección ucraniana, bielorrusa y con compañeros en Rusia hoy perseguidos por el régimen.
Reforzar la solidaridad internacional con el pueblo ucraniano
Por estas razones políticas, ante un nuevo momento en la guerra y en este conflicto con repercusiones internacionales, es que ahora más que nunca las y los trabajadores del mundo tenemos que seguir apoyando la causa justa del pueblo ucraniano en defensa de su territorio, más aun teniendo en cuenta la posibilidad de que Rusia pretenda directamente definir que algunas zonas son parte de su país y no de Ucrania. Con las consecuencias que esa definición puede traer, más un posible salto en las tensiones internacionales entre potencias en disputa.
Es muy importante que las fuerzas de izquierda anticapitalista y socialista que tenemos una visión común ante este conflicto, nos reunamos para organizar y debatir nuevas acciones internacionalistas de apoyo a la resistencia ucraniana. Con una política independiente y crítica del gobierno de Zelenski y contraria a todos los planes de la OTAN en toda Europa. Pero manteniendo de manera inequívoca nuestro apoyo al triunfo de la resistencia ucraniana, hecho que podría abrir una situación completamente distinta en Ucrania, Rusia y todos los países de la región, con el despertar de millones de obreros y sectores populares y consecuencias de mayor actividad social y política. Algo que nunca ven con buen ojo ninguno de los imperialismos en danza, aunque todos quieran aprovechar la situación de alguna manera. Y también hay que luchar contra ese aprovechamiento, en el marco del apoyo a la lucha justa del pueblo invadido de Ucrania.
Artículo publicado originalmente en la página oficial de la Liga Internacional Socialista.