Hay una realidad que es imposible esconder. La preocupación de la gran mayoría de la población pasa por la enorme crisis económica y social que golpea día a día los bolsillos. Más allá de las medidas de emergencia que hacen falta y son exigidas por distintos sectores de trabajadores y el pueblo, se empieza a vislumbrar que los problemas sociales y económicos son de fondo. Por eso la salida no puede estar en manos de quienes nos han traído hasta acá, o de la derecha «libertaria» que plantea un camino de reforzamiento de lo mismo o peor todavía. Hoy más que nunca, ante el plan de ajuste y entrega que aplica el gobierno nacional y que la derecha critica por gradualista, hace falta más izquierda.
Escribe: Cele Fierro
La experiencia con los distintos gobiernos y fundamentalmente con el actual, que venía supuestamente a «reparar» las consecuencias del macrismo y denunciaba el fraude de la deuda externa, es de decepción profunda. No es para menos: el Frente de Todos ejecuta el guión del FMI que incluye asegurar concesiones a las corporaciones del gran capital, dejar correr la expropiación del ingreso obrero y popular que significa la inflación desatada y, por lo tanto, la desilusión se empieza a traducir en hartazgo. Y la franja que ya no cree en ninguna referencia de la política tradicional, se amplía. Es lógico, los pueblos actúan en función de la experiencia concreta. Y los años pasan, y pasan los gobiernos y se está cada vez peor.
Las conquistas, logro de luchas desde abajo, las recortan o se van perdiendo producto de que siempre las crisis las pagamos los mismos: trabajadores y sectores populares. Y la perspectiva es hacia una profundización de la debacle económica, mundial y, por ende, de Argentina como semicolonia.
Y esto prueba que no se trata de tal o cual «gestión de gobierno». Lo que no va más es este sistema, el capitalismo cuya única ley es la ganancia privada de poquísimos a costa de la pobreza, la explotación y la opresión de millones. Aumentar la rentabilidad de los capitalistas es igual a profundizar los problemas sociales. Es no resolver el déficit habitacional, destinar menos presupuesto para salud, para educación, para generar puestos de trabajo sin precarización, es decir bajando cada vez más el nivel de vida del conjunto de la población. La respuesta ante cada crisis es más recorte de derechos sociales, laborales, previsionales, ambientales, de género.
Frente a este cuadro lo que hace falta es buscar una salida definitiva, que patee el tablero estructuralmente, no con parches. Porque hoy podemos luchar y conseguir aumento de salarios, pero a la semana siguiente ese aumento nos lo comió la inflación. Podemos ganar y frenar proyectos extractivos como lo hicimos en Chubut o Mendoza, pero a la semana siguiente avanzan en otra provincia destruyendo nuevos territorios y saqueando nuestros bienes comunes.
Y ninguna de las variantes que gobiernan o gobernaron proponen un cambio de raíz que sea en beneficio del pueblo, eso solo lo planteamos desde la izquierda.
La «nueva» derecha no es salida
Ante el fracaso de los políticos tradicionales, de sus partidos y rejuntes llamados «coaliciones», los sectores de derecha se corren más a la derecha y se muestran intransigentes para intentar aparecer como alternativa. Anclan en la bronca real de la población con los que ya gobernaron, pero sus propuestas son las que llevaron a la destrucción de la industria nacional, de miles y miles puestos de trabajo. Desenmascarar el discurso de los Milei, de las Bullrich es la tarea. Desenmascarar el discurso de la «libertad», que no es otra cosa que libertad de explotación empresaria y represión institucional. Son los que demonizan a los pueblos originarios, mientras defienden a los Lewis y Benetton. Negacionistas aberrantes del cambio climático para darle vía libre a las corporaciones extractivistas. Mentalidades medievales contra la Educación Sexual Integral, herramienta clave contra la violencia de género.
Son los que dicen estar en contra de la casta política pero viven de eso, de ser abogados de la peor casta que es la burguesía parásita.
Tener a estas lacras como actores de reparto y opción para sectores importantes de la población, es responsabilidad del falso progresismo, que cuando gobernaron nunca se animaron a superar los límites del sistema para dar respuestas de fondo a los problemas sociales más acuciantes, y hoy son los que aplican el plan de ajuste y entrega de la mano del Fondo.
Más izquierda, más a la izquierda
Las variantes de centroizquierda, el progresismo de «baja intensidad» son las responsables de que hayan llegado al gobierno personajes como Bolsonaro en Brasil, Macri en nuestro país, y son los que le dan espacio a los liberfachos. El llamado progresismo, los de «la heladera llena y los derechos humanos» hoy vacían la heladera con la inflación y el ajuste, y justifican a Berni y Aníbal Fernández. No se puede enfrentar a la derecha, a la corpo, con más derecha y de la mano de los grandes grupos económicos. El PJ, en sus distintas variantes, es defensor de este sistema de explotación y opresión. Por eso la salida no viene por ahí.
La salida a la crisis profunda es terminando con este sistema, tomar medidas en transición a otro modelo opuesto. Ponerle fin a su lógica de acumulación en pocas manos, a la explotación de nuestros cuerpos y territorios en beneficio del 1%.
Las medidas que hoy hacen falta, solo desde la izquierda las proponemos y las podemos tomar. Discutir condiciones de trabajo es ir claramente contra las patronales que se llevan la mayor tajada a costa de la explotación de los trabajadores. Reducir la jornada laboral, con salarios iguales al costo de vida, y repartir las horas de trabajo para generar más empleo. Planificar la producción en función de las necesidades sociales y no del lucro capitalista. Discutir alimentación para toda la población, es ir contra el modelo imperante extractivista que produce commodities y no alimentos, es ir por la expropiación de las tierras a los grandes terratenientes, hacer una reforma agraria integral agroecológica y que la tierra sea de quien la trabaja para producir alimentos para la población, sin agrotóxicos. Son todas medidas que tocan los intereses de los que más tienen, y solo nosotres nos animamos a llevarlas adelante.
Y para hacerlo hace falta más izquierda, hace falta fortalecerla como alternativa política para dar vuelta todo. Por eso desde el MST insistimos en la necesidad de fortalecer al FIT Unidad, para enfrentar el ajuste y para frenar a las expresiones de derecha. En los conflictos sociales, en las calles como prioridad y en las elecciones, en todo caso, como otro campo de lucha política. Es un enorme desafío para la propia izquierda, ya que tenemos la necesidad de ser más fuertes, más grandes, llegar a millones, para ser vistos como alternativa, porque somos el único antídoto al veneno de la «nueva» derecha, que por cierto, tiene mucho olor a naftalina.
A quienes se consideran de izquierda, les planteamos con claridad que creemos que llegó el momento de activar, y a quienes ven que lo que hace falta es lo que proponemos, invitarlos a hacerlo juntos. Hace falta más izquierda y la tenemos que construir entre todas, todos, todes. Para tener un futuro y que sea para vivir dignamente, de forma plena.