Primavera corta. A poco más de 100 días de haber asumido como ministro de Economía, la relativa calma que había logrado Massa se disipa rápidamente. El encumbramiento del tigrense como una suerte de Primer Ministro le permitió al Frente de Todos sortear una crisis que lo conducía al abismo, frenar la corrida de esos días y hasta especular con llegar en condiciones favorables a las elecciones del año que viene. Hasta se especulaba con una posible candidatura de Massa si conseguía mantener el rumbo de esos primeros meses y encauzar la situación. Sin embargo, la sensación de alivio duró poco. Pasados unos pocos meses, el Plan Aguantar del ministro parece encaminarse a un nuevo fracaso. Las reservas acumuladas gracias a las concesiones a los agroexportadores se evaporaron, la inflación sigue descontrolada a un ritmo del 6/7% mensual y los índices sociales son alarmantes. En los últimos días volvieron a dispararse los dólares paralelos, aumentando una brecha cambiaria que supera el 90%.
El Fondo aprieta. Durante el viaje al G20 y las reuniones con Georgieva, el FMI volvió a insistir en que no habrá modificaciones al programa acordado y que Argentina debe cumplir con lo firmado. El tono elogioso hacia Massa y sus medidas de ajuste que recorría el documento de la segunda revisión del organismo sobre las cuentas públicas se transformó en una apretada para ordenar la economía de manera urgente y poder dar paso a las reformas profundas que requiere el imperialismo. El Fondo volvió a cuestionar los múltiples tipos de cambio y reclamó ir hacia una devaluación, mantener la reducción del déficit fiscal y avanzar en las reformas estructurales, especialmente la de jubilaciones y pensiones.
Cediendo a los ricos, otra vez. Las reservas acumuladas con la primera edición del dólar soja duraron un suspiro y la escasez de divisas volvió a estar en niveles preocupantes. Sobre esta base las corporaciones exportadoras y los especuladores presionan nuevamente por una devaluación que el gobierno prefiere seguir haciendo de manera gradual. Sin embargo, esto lo lleva a seguir vaciando las reservas (perdió más de U$S 1000 millones entre octubre y las dos primeras semanas de noviembre) y al mismo tiempo la falta de divisas comienza a desacelerar la economía que muestra como una perspectiva cierta un proceso de estanflación. Para intentar seguir aguantando Massa volvió a ceder, esta vez dándoles un beneficio mayor que con el anterior dólar soja. El segundo capítulo le reconocerá a las agroexporta-doras un dólar a $230 frente a los $165 del oficial. El costo de esta política significa una enorme transferencia de fondos hacia los sectores más ricos y un endeudamiento en pesos que hace crecer una bomba de tiempo que sólo patea la pelota para adelante. Como ya ocurrió, en pocos meses seguramente habrá un nuevo vaciamiento de reservas, nuevas presiones de las corporaciones y ¿nuevas concesiones del gobierno?
Crisis económica, crisis política. El fracaso del plan aguantar y la crisis reavivaron las disputas internas en el FdT. Las apariciones de CFK las últimas semanas en la UOM y el acto de La Plata intentan mostrar, más allá de las especulaciones sobre su candidatura, que hay una dirección capaz de encarrilar la situación. Por eso se encarga de mostrar que mantiene su apoyo a Massa y vuelve a llamar a un pacto social, bajo el eufemismo de acuerdo democrático, a la oposición. La dificultad para llevarlo adelante, además de las peleas intestinas en la derecha, se explica por la inminencia de la disputa electoral y no porque haya diferencias (más que en formas y ritmos) en las políticas estratégicas a llevar adelante, que incluyen más ajuste, más precarización, reformas estructurales y mayor extractivismo.
No se aguanta más. Para quien la situación es inaguantable es para el pueblo trabajador. Los salarios, jubilaciones y programas sociales se siguen desplomando frente a una inflación descontrolada al tiempo que se siguen recortando gastos para reducir el déficit. Los «precios justos» acordados entre el gobierno y algunas empresas, con los que pretenden traer algo de alivio, está por verse si tienen algún efecto, sobre todo si se toma en cuenta que programas similares ya fracasaron, que varias empresas remarcaron antes de entrar en vigencia el programa y que además el 4% mensual de aumentos autorizados es un número alto y que no garantiza la reducción del índice inflacionario si se disparan otros precios. Mientras tanto sigue sin definición el bono o la suma fija para fin de año, demostrando una vez más que son rápidos para otorgar concesionas a las patronales, pero no para dar respuestas a las necesidades populares.
Una salida obrera y popular. De todas maneras, las medidas implementadas por el FdT son apenas parches que no solucionan la crisis y plantean una perspectiva de agravamiento para los próximos meses. Por eso hay economistas que discuten un pan de estabilización de shock. Las distintas variantes que están en debate tienen en común que significarán nuevos ataques a las condiciones de vida de la clase trabajadora. Lo que hace falta es un plan económico diametralmente opuesto que responda a las necesidades obreras y populares. Solo rompiendo con el FMI y los acreedores privados, nacionalizando la banca y el comercio exterior, descargando fuertes impuestos sobre las grandes patronales y multinacionales se podrán obtener los recursos para levantar al país y responder a las urgentes necesidades de las mayorías populares. En la emergencia actual, solo estableciendo un efectivo congelamiento de precios que utilice con dureza la ley de abastecimiento con los empresarios que especulen y aumentando sustancialmente los salarios e ingresos de la población trabajadora se podrá empezar a frenar esta inflación desbocada.