¿Ahora nos volvimos a ilusionar? En las puertas de 2023

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Sin fuerza y sin esperanza. Previo a la sentencia que recibió CFK en el juicio por la causa “Vialidad”, la “Fuerza de la esperanza” era el leitmotiv de un sector del gobierno. Pero ni la victoria mundialista de Messi y sus compañeros permitieron que el gobierno pueda ufanarse del éxito deportivo. El paupérrimo operativo que montó el gobierno de los Fernández, junto con el de Larreta, impidiendo que la caravana pase en frente de cada hincha que se arrimó a Buenos Aires, ilustra el andar del Frente de Todos. Con problemas económicos y políticos de magnitudes y un panorama social que se agrava con más del 43% de pobreza, el gobierno nacional cierra un 2022 fatídico donde no dio solución a los problemas estructurales que afectan a los trabajadores y al pueblo. Contrariamente el FMI y las patronales tuvieron un año para el recuerdo.

¿El final del “plan aguantar”? Durante este año el vacío político fue una imagen que hizo temblar al gobierno peronista. La renuncia de Guzmán al Ministerio de Economía y la endeble situación de la deuda local dejó al Frente de Todos al borde del abismo. Sergio Massa, quien llegó al gobierno como el bombero que tuvo la bendición de CFK y las grandes patronales, sacó al gobierno de esa situación pero no estabilizó el problema de fondo. La restricción externa que provoca la falta de dólares, agravada por una constante suba de la tasa de interés de la Reserva Federal de EEUU, un panorama internacional impredecible, la desaceleración económica en Latinoamérica que ya se hace eco en el país, una bola de Leliq que equivale a 10 puntos del PBI y una inflación disparada, ponen en jaque el “plan aguantar”. La paciencia patronal, sólo se sostiene por la vía de grandes transferencias como la nueva ronda del “dólar soja 2”, un ajuste en las cuentas públicas de grandes dimensiones y la profundización de las relaciones carnales con el imperialismo por parte del amigo de la embajada de Estados Unidos.

Un 2023 que promete más ajuste. El presupuesto 2023, como los últimos meses del gobierno, adelanta el espíritu de ajuste del FdT. En noviembre, según la consultora Analytica, que realiza un monitoreo del gasto público, el recorte en comparación con 2021 fue de 52 puntos. Los tarifazos en las boletas de los servicios energéticos, junto con el hachazo en jubilaciones, pensiones y programas sociales, explican el recorte de Massa. Pero lo exigido es una cirugía mayor. El FMI junto al gran empresariado reclaman más y más, pidiendo nuevamente por un conjunto de reformas estructurales que, como se sabe, fueron rechazadas en la calle durante el gobierno macrista. Ni la pequeña merma de la inflación de noviembre, que anualizada oscilará el 100%, da respiro a los trabajadores que terminan un ciclo de 5 años con el poder adquisitivo por el suelo, perdiendo 20 puntos.

Un fin de año donde el conflicto dice presente. Marcada mayormente por la presencia de la Unidad Piquetera, la conflictividad social se mantuvo en diciembre. La avanzada de Victoria Tolosa Paz para recortar los cupos del Potenciar Trabajo, junto con el miserable bono de $13.500, a pagar en 2 cuotas, perturbó la paciencia de los más necesitados al punto de hacer que se muevan las estructuras de las organizaciones sociales oficialistas con más de un roce. Pero el proceso nacional desde el movimiento obrero que estuvo a la cabeza ha sido el equipo de Salud. En casi todo el país con puntos cúlmines como CABA, Córdoba y Provincia de Buenos Aires, se ha convertido en una primera línea que logró conquistas. El SUTNA, gran protagonista durante el año de la lucha industrial más emblemática, vuelve a salir por despidos. Los docentes, en algunas provincias, también cierran el año en la calle. Sin desborde aún, producto del accionar contenedor de las burocracias sindicales y también de un gobierno que se vio obligado a ceder algo, el fin de 2022 presagia resistencia de los trabajadores a los embates por venir.

Una renuncia más que incómoda. La renuncia de CFK a cualquier postulación para las elecciones de 2023 agudizó la crisis dentro del Frente de Todos. Sin una figura que pueda organizar todas las tribus del peronismo, la carrera por la presidencia se volvió un escenario de luchas fratricidas. Los gobernadores peronistas junto con la burocracia sindical de la CGT, ya movieron las primeras fichas. La Cámpora comienza a instalar a “Wado” de Pedro, un hombre que cosechó relaciones con todo el establishment y el círculo rojo durante el año. Massa también sigue en carrera esperando que su plan atado con alambres no falle. La idea de una figura que pueda condensar las peticiones de la burguesía para seguir ajustando sin que se produzca una agudización de la lucha de clases, pone histérico al régimen. En Juntos por el Cambio la renuncia de su opositora preferida, también profundiza unas internas que separa al PRO entre sí, al igual que los radicales.

Juntos y Milei, derecha recargada que no tiene el camino allanado. Macri, Bullrich, Milei y Espert, siguen con su discurso reaccionario. Para el primero, el modelo de Qatar, donde no existen sindicatos y los trabajadores mueren en sus puestos, es lo que hay que importar al país. Bullrich y Milei, siguen reclamando en sintonía fina por la desaparición de los programas sociales y que se avance con reformas antiobreras. Nada nuevo de un sector reaccionario que, más allá del uso político que Alberto intentó hacer de la victoria del mundial, se quejó de la posibilidad de que la gente reciba en la calle a sus jugadores de la selección. Un ejemplo anecdótico de lo que preparan si llegan a ser gobierno.

Otra vez el mal menor para continuar el curso fondomonetarista. Desde el Frente de Todos ya desempolvan la vieja figura retórica del mal menor. Usando a la ultraderecha como excusa, se presentan como lo único “posible”. Mientras, su estrategia sigue siendo administrar el plan que el FMI reclama para el país. Con la reducción de algunos puntos de la inflación buscan recuperar aire político y simular una fórmula como la de Lula en Brasil, donde el PT se unió con Geraldo Alckmin -figura que en nuestro país podría pertenecer a Juntos por el Cambio-, de cara a las elecciones de 2023. Una muestra de seriedad con el empresariado, asegurando que van a continuar con el curso del ajuste. En ese marco ya se habla de la fórmula: “Massa – De Pedro”. Sin embargo, la exigencia de más austeridad espanta a una base social defrauda con el experimento de CFK en 2019. Sobra derecha, venimos diciendo.

Una salida para los de abajo. Mientras la superestructura política y sus “presidencialbles” no dejan de correrse a la derecha, las demandas de un cambio político y una solución a las penurias sociales y económicas, retumban en el estado de ánimo de las mayorías sociales. En ese marco, la izquierda tiene espacio en sectores descontentos con el gobierno y las burocracias sindicales para fortalecer un proyecto clasista, con un programa al servicio de los intereses de los trabajadores. Intervenir en los nuevos procesos abiertos y por abrirse, es una obligación para disputar la dirección política. El FIT-Unidad y el Plenario del Sindicalismo Combativo, como herramienta política y sindical, que deben trabajar articulados, son necesarios de fortalecer para la intervención en el panorama descripto. En las luchas, en los procesos polpiticos y las elecciones. Desde el MST insistimos en este curso político y también te invitamos a que te sumes a dar la pelea con nosotros.

 

 

 


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