La política que ordena el Fondo y el gobierno aplica tiene un claro objetivo: “bajar el gasto público”. Hay tres ejes para su concreción: tarifazos, ajuste en los planes sociales y recorte en el salario a través del aumento de la inflación y, ahora de manera directa, impulsando un techo en las próximas paritarias. Ante la complicidad o inacción de la vieja dirigencia sindical, hay que organizarse para movilizar en defensa del bolsillo de las y los trabajadores.
Escirbe: Leo Rando, Junta Interna de ATE Cultura – Alternativa Estatal
A fines del 2021 el ex ministro de Economía Martin Guzmán vaticinó una inflación del 33% para 2022. Le erró y bastante. Con picos de más del 7% en julio y agosto, la inflación oficial cerró en el 94,8% anual. Sobre ese marco de aceleración de precios y con corridas cambiarias mediantes, el salario quedó por detrás. En varios gremios, sobre todo donde se luchó, lograron empatar o superar ese número en el cálculo anualizado. Ese logro se dio por distintas vías, en algunos casos mediante reaperturas de paritarias a lo largo del año, en otros mediante cláusulas de revisión. Sin embargo, de conjunto, no se logró recuperar el valor del salario, ya que nunca se aplicaron políticas de actualización automática. Pese al reclamo de los sectores sindicales combativos, hubo negativa por parte del gobierno a la implementación de cláusulas gatillo para que el salario no pierda efectivamente ante el aumento indiscriminado de precios que hacen los empresarios.
No hubo recuperación de las pérdidas que se vienen acumulando año a año y se está lejos de la recomposición de los salarios que se necesita. En el sector privado se perdió casi un 20%, en los empleados públicos ese número llega al 34% en lo que va del mandato de Alberto Fernandez y lo que se arrastra del macrismo. Si tomamos el salario en números, muchos trabajadores aún empatando en porcentaje en las paritarias se encuentran por debajo de los $152.515,29 que según el INDEC necesitaba una familia tipo para superar el umbral de pobreza en diciembre de 2022, y muy lejos de los $238.860 que se necesita para cubrir la canasta familiar de acuerdo a los cálculos realizados por lxs delegadxs del INDEC. Ni hablar de lo irrisorio que suena que el salario mínimo vital y móvil llegue recién en marzo del 2023 a $69.500. El salario real en pesos en nuestro país se mantiene en los peores niveles en los últimos 10 años.
Por otra parte, si bien hubo un leve crecimiento del empleo durante el último año (un 5,8%), de cada 10 puestos de trabajo creados 7 son asalariados no registrados o puestos de trabajo no asalariados1. Es decir, crece la precarización y esos sectores informales son los que más sufren la pérdida de salario ante cada punto que sube la inflación.
Siempre se ajusta a los de abajo
El FMI pide cada año un poco más, por eso el gobierno prevé en el presupuesto del 2023, donde aumentan los gastos de deuda, una reducción del gasto público del 1,2% del PBI. En otras palabras un tarifazo brutal, recorte en los planes sociales, como lo venimos viendo de la mano de Tolosa Paz, y ajuste en lo salarial. Esta política se da en un marco más general que se completa con las reformas estructurales que necesita el FMI en nuestro país. Uno de sus centros es avanzar en una mayor y más profunda flexibilización laboral, que le permita bajar los costos laborales de manera efectiva. Los sectores de la derecha más rancia, como los Milei o Espert, se encargan todo el tiempo de machacar sobre esta idea, al igual que lo hace Juntos por el Cambio. Sin ir más lejos Macri halagó la explotación y la falta de derechos laborales que existen en Qatar hace unos meses. El gobierno, que no se queda atrás, apeló a una vieja maniobra que es el intento de ponerle un techo a la paritaria para achatar los salarios. Si bien la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, como el súperministro Sergio Massa, se encargaron de desmentir esta idea, lo cierto es que el Frente de Todos busca que los sindicatos tiendan a discutir en dos semestres una cifra que complete un estimativo del 60% anual. Desde el oficialismo difunden la capciosa idea que el crecimiento de los salarios por encima de la inflación no contribuye a frenar justamente el proceso inflacionario. Además el presidente Alberto Fernandez dijo, en una entrevista para un medio internacional en la previa de la Cumbre de la CELAC, que “gran parte de la inflación es autoconstruida, está en la cabeza de la gente”. Una ridiculez total, pero funcional al ajuste quieren implementar.
La burocracia sindical avala
La cúpula de la CGT anticipó su coincidencia con las paritarias amañadas, y varios dirigentes se movieron en el mismo sentido, ante este pedido del gobierno. En diciembre, cerraron su paritaria los aceiteros por un 40% para los próximos seis meses. También la Unión Tranviaria Automotor (UTA) acordó un aumento salarial del 31%, también por seis meses, a pagarse en tres cuotas y contemplando una revisión por inflación. La UOCRA y el gremio de la sanidad que dirige el triunviro cegetista Héctor Daer también estaría de acuerdo con este esquema. Otros gremios como los bancarios, los empleados de comercio o los estatales nacionales, si bien cacarean y se encargan de decir que no van a tolerar techos en los acuerdos paritarios, no han llamado a ninguna medida que cuestione esta política.
La burocracia de la CGT está preocupada por otros temas sobre los cuales emite comunicados, como el juicio político a la Corte Suprema, pero poco dice de las medidas concretas que hacen falta para recuperar el salario y, sobre todo, cómo pararle la mano a los especuladores que remarcan todo el tiempo.
En el Frente Sindical que conduce Pablo Moyano (Camioneros), aliado a la Corriente Federal, prima el silencio, aunque adelantaron que si en marzo, cuando se discuten la mayoría de los acuerdos paritarios, la inflación mensual se ubica alrededor del 4%, el escenario sería favorable para acuerdos en torno al 60%.
Por su parte, las CTAs también adelantaron su desacuerdo con el tope, aunque limitan las críticas a una parte del gobierno. No quieren sacar los pies del plato ya que vienen postulando la candidatura de Cristina Fernandez.
Organizar la lucha por salario y paritarias libres
Sabemos que el techo a las paritarias es una maniobra, en un año donde la inflación será alta implica nuevamente un recorte al poder de los salarios. Ya sucedió con Guzman en 2019. De aplicarse el techo, quienes volveremos a perder a fin de cuenta somos las y los trabajadores. Desde ANCLA y el MST venimos planteando hace tiempo que lo que realmente hace falta es un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales, con cláusula gatillo de actualización automática por inflación para no perder ante cada aumento que realizan los mismos vivos de siempre. Este aumento general debe ser la primera medida para que incluya a los trabajadores fuera de convenio, informales y precarizados. Y paritarias libres en todos los gremios. También hay que terminar con el pago en cuotas de los acuerdos paritarios. Como parte de un programa de emergencia obrero y popular que rompa con el FMI y ajuste a los ricos.
Por eso la pelea por la defensa del salario y las condiciones de trabajo es una pelea que tenemos que empezar a organizar ya mismo con asambleas, reuniones de activistas y plenarios en los lugares de trabajo. Para preparar la lucha desde abajo y a la vez reclamar a los dirigentes paros y movilizaciones.
Varios sectores de salud ya retomaron la pelea que el año pasado sostuvieron en la primera línea. Y, ante el anuncio de la paritaria docente nacional para fines de enero que obra como “testigo”, es clave rechazar este intento de ponerles techo. Como ya se plantea en La Rioja, Chubut y los SUTEBA con conducciones Multicolor, hay que empezar a preparar el No Inicio de clases. Al servicio de organizar estas tareas, desde Alternativa Docente/ANCLA convocamos a un nuevo Encuentro Nacional Educativo el sábado 25 de febrero.
Asimismo hay que reactivar la coordinación de los distintos sectores que en definitiva sufrimos la misma problemática que es no poder llegar a fin de mes. Al calor de la pelea tenemos que reclamar medidas de conjunto a los grandes gremios para poner en pie un plan de lucha nacional pero también ir preparando el recambio con jóvenes activistas y referentes de los distintos sindicatos para barrer a los dirigentes burócratas que están enquistados en los sillones hace años convalidando el ajuste de los distintos gobiernos.
Debemos reactivar las acciones del Plenario del Sindicalismo Combativo, y por eso venimos planteando desde nuestra corriente la convocatoria a un encuentro nacional, para impulsar acciones en los diferentes sectores y una movilización nacional, en rechazo al techo paritario y en defensa de nuestro salario y nuestras condiciones de trabajo.
1. Informe variación del empleo INDEC.