La pelea por el libre acceso al Lago Escondido en las tierras de propiedad del magnate británico Joe Lewis y la nueva embestida de empresarios privados ligados al principado qatarí que intentan alambrar las nacientes del Arroyo La Horqueta y del Río Chubut que alimentan a las poblaciones de Chubut y Río Negro plantean la pregunta sobre la concentración y extranjerización de la tierra y los bienes comunes en Argentina.
Escribe: Jessica Gentile, Red Ecosocialista en la Coordinadora BFS
La tenencia de la tierra no es un problema inmobiliario, es el acceso a la misma, que el artículo 14 bis de la Constitución consagra a todos los ciudadanos, el que no se aplica ni se garantiza. Por eso hay que contextualizar el conflicto por la tierra en Argentina en la desigualdad estructural y la dependencia del país a potencias y organismos internacionales desde siempre.
El primer punto de inflexión ha sido en la conformación del Estado-Nación a fines del siglo XIX, con una clase terrateniente que monopoliza la tierra en una minoría selecta. Ya en aquella época Mariano Moreno hablaba de la necesidad de una reforma agraria, pero esas voces fueron desplazadas y marginadas, como se intenta en la actualidad.
En las sucesivas campañas contra los pueblos originarios se consolidó este modelo de concentración y despojo. Julio A. Roca fue el primer genocida que construyó la «Campaña del desierto» junto a los estancieros de aquel entonces, que la financiaron para luego quedarse con esas tierras del sur del país. Finalmente mediante la ley 947, 391 personas se repartieron 8.547.817 ha. Nacía así el modelo agroexportador. La oleada de inmigrantes que data de esa época junto a los pueblos originarios fueron forzados a ser mano de obra barata para el enriquecimiento de capitalistas nacionales y extranjeros.
En 1930, con la crisis capitalista mundial, se abre camino en Argentina la década infame con un modelo de industria por sustitución de importaciones y una necesidad de la gran burguesía de mano de obra barata, fuerza una nueva migración, esta vez interna del campo a la ciudad que generó mayor concentración de tierra.
Este cuadro se completa con la destrucción de la industria nacional al servicio del capital especulativo mundial y finalmente con el capitalismo extractivista de las últimas décadas.
Así llegamos al día de hoy con casi el 40% del territorio argentino en manos de 1200 terratenientes (0,1% de los propietarios privados), según el registro de Tierras Rurales de la Nación (RNTR), aproximadamente 65 millones de hectáreas de la República Argentina.
En tanto, cerca de 18 millones de personas no tienen acceso a tierras o vivienda propia.
Argentina tiene 266.711.077 ha de tierras rurales. De acuerdo con datos del RNTR un 5,57% del territorio está en manos de corporaciones y magnates extranjeros. Son 12.520.826ha, de las cuales casi dos millones están radicados en paraísos fiscales.
.900.000ha pertenecen a Benetton.
.600.000ha son administradas por la empresa «Nieves de Mendoza» propiedad del grupo Walbrook de Gran Bretaña.
.330.000ha pertenecen al grupo chino Heilongjiang Beidahuag.
.Joseph Lewis es propietario de 38.000ha, pero dentro de esas tierras, ilegalmente posee cautivo el Lago Escondido al que nadie puede tener acceso.
En síntesis, el carácter colonial del Estado argentino, con una burguesía dependiente, cipaya y servil a los intereses imperialistas es el denominador común hasta nuestros días.
Este modelo económico de despojo, saqueo y extranjerización de nuestro principal bien común no renovable, la tierra, tiene su correlato en un modelo político que fue impuesto a sangre y espada para reducir las decisiones a una élite, dejando afuera a los trabajadores y sectores populares. Ayer con el PAN (Partido Autonomista Nacional) que garantizó los negocios con un régimen antidemocrático basado en el fraude electoral y la represión. Así un puñado de familias ligadas al imperialismo inglés amasó sus fortunas, asesinando a las comunidades originarias.
Luego con las sucesivas dictaduras militares y hoy con el PJ/UCR/PRO que actúan como peón del poder trasnacional, rematando todo indicio de soberanía e independencia económica, asesinando y desapareciendo a activistas y hermanos originarios. Roca orgulloso de sus herederos políticos.
Siguen lloviendo los casos en la Patagonia de lo poco que vale la vida con los asesinatos de Maldonado, Rafael Nahuel o el encarcelamiento ilegal de las 4 hermanas mapuches, solo por nombrar algunos casos.
A desalambrar los lagos y caminos por la soberanía nacional
La tierra, el agua, la biodiversidad, nuestros mares, los recursos energéticos, los minerales, son tesoros cuya protección depende exclusivamente de la lucha popular. En el marco de la profunda crisis climática y económica, la disputa por los territorios y los bienes comunes se ha vuelto una lucha estratégica. La supervivencia de las poblaciones presentes y futuras están en riesgo producto de la sed de ganancia y acumulación de los piratas internacionales.
En el 2011 CFK promulgó la Ley de Tierra 26.737. La misma establecía como límite la extranjerización de las tierras rurales en el 15% del territorio pero no aplica retroactivamente, ni investiga a las sociedades anónimas conformadas por dueños extranjeros. En fin, una ley que nada protege los intereses nacionales. Fiel a su estilo, el gobierno macrista en el 2016 empeoró esta situación flexibilizando los alcances de la ley a través del decreto 820/16, eliminando restricciones y permitiendo que empresas extranjeras pasaran a ser consideradas nacionales, como fue el caso de Cerezas Argentinas SA, de Bulgheroni.
El último capítulo de la historia del saqueo incorpora a nuevos capitales imperialistas emergentes. A los conocidos apellidos, ahora hay que sumarle al principado qatarí, vecino de Lewis, que fue noticia por la denuncia de la valiente comunidad mapuche Lof Cayunao y del Movimiento Mujeres Indígenas por el Buen Vivir con su vocera a Moira Millan quienes indicaron: «Quieren continuar con el despojo que ya vienen llevando adelante en el Cañadón del Diablo, el Encanto, el Manso, el Foyel. Este alambrado privatiza ilegalmente tres lagunas de altura y nieves perennes, las cuales dan inicio al arroyo la Horqueta y al Río Chubut. No dejemos que esto se convierta en un alambre y tranquera que impida el paso a todos estos espacios, como sucede en el Lago Escondido».
Urge que Lago Escondido y la recuperación de nuestra tierra sea causa nacional porque nos enfrentamos en nuestro propio territorio con estados paralelos y bandas sicarias que no dudan en matar por sus ganancias. La soberanía se la conquista con expropiación y reforma agraria. La tierra no es una mercancía, es un bien social básico, insustituible e indispensable para el desarrollo humano como el agua.
Nos dimos el gusto, en esta misión a la Patagonia, de desalambrar parte del campo usurpado por Lewis, queda mucho por andar porque el ejercicio de la soberanía nacional sobre nuestro principal bien común nos ha costado muchos muertos, heridos y caídos, sigue siendo una deuda de todos los gobiernos pero también una causa noble y necesaria a tomar por las nuevas generaciones.