Escribe: Alberto Giovanelli
Desde cada movilización y en todas las notas que hemos acercado a nuestros lectores, destacamos el poderío de la insurrección popular que desde hace dos meses se desarrolla en el Perú, con características inéditas que hemos tratado de describir a partir de nuestra participación directa en el proceso con nuestros compañeros de la Liga Internacional Socialista.
Más de 60 días de cortes de ruta, huelgas regionales, tomas de aeropuertos, la huelga general del último 9 de febrero, los movimientos de miles de campesinos hacia Lima, las multitudinarias manifestaciones en todo el país, todos detrás de un objetivo: la renuncia de Boluarte y el cierre del Congreso. Si a eso le sumamos las más de 60 muertes, los miles de heridos y detenidos, debemos concluir que la voluntad de terminar con la institucionalidad que nos oprime es persistente y nada indica aún que vaya a detenerse prontamente.
Sin embargo, a pesar del heroísmo demostrado por el pueblo peruano, los revolucionarios también debemos preguntarnos, ¿Por qué Boluarte se mantiene en el Gobierno? ¿Por qué los congresistas insisten una y otra vez en quedar atornillados a sus bancas? ¿Cómo es que semejante expresión de rechazo no ha barrido con este gobierno ilegítimo apoyado en el Congreso corrupto y la brutal represión?
Como hemos afirmado ya en varias oportunidades, en el Perú se vive una crisis institucional y del régimen burgués de carácter irreversible; el gobierno de Boluarte y los congresistas tienen un rechazo que supera el 80% según las encuestas de los propios grupos monopólicos de la prensa adicta a los factores de poder. Hoy el gobierno sobrevive en base a un acuerdo con las FFAA y la policía, y con el empresariado, sobre todo el vinculado al sector financiero. También es fácil de observar que sostienen al gobierno los sectores más reaccionarios y racistas, que se niegan a reconocer al Perú como una nación multicultural y plurinacional.
No solo la burguesía sostiene al gobierno y el régimen del ‘93
Dina Boluarte, el Congreso, el Poder Judicial y todo el régimen político heredero del fujimorismo sobreviven además por una serie de factores adicionales pero importantísimos que no podemos desconocer.
Si bien debemos valorar el proceso de autorganización de todos los sectores que luchan, no se dio aún un salto hacia la coordinación y la formación de una dirección democrática de todo el proceso que sea además independiente de la vieja burocracia de la CGTP y de la falsa izquierda. Lamentablemente la clase obrera no se ha integrado de manera homogénea a la lucha. Salvo los mineros del sur y sectores de la pesca y la docencia, que se han movilizado desde el primer día, el resto de los trabajadores no ha podido aún dar la batalla para rebasar a la burocracia de la CGTP e incorporarse a la pelea más allá de compartir unánimemente el rechazo al gobierno.
No solo la derecha quiere detener la movilización
Lo que está en juego en esta situación es el cuestionamiento de todo un régimen; no son solo los justos reclamos contra la miseria y la subordinación a los intereses de los poderosos. Luchamos para derrotar el régimen del ‘93, luchamos por romper con la estructura capitalista del Perú que nos condena a la miseria, luchamos para romper con la dependencia del imperialismo. Pero mientras tanto, la centro izquierda no participa o lo hace solo para reclamar el adelanto de elecciones. Lo mismo la CGTP que, presionada por las bases, debió llamar a una huelga general cuando no lo hacía desde el año 1977; pero se esforzó por no darle continuidad, intentando aislar todo el proceso.
Como lo hemos afirmado, Boluarte no solo cuenta con el apoyo explícito de la burguesía sino con la política inconsecuente de las centrales sindicales y la izquierda parlamentaria que están aterrorizadas con las exigencias de la movilización y se transforman en un aliado objetivo del gobierno y el régimen.
Por eso no llama la atención entonces, una alianza que a algunos puede parecerles curiosa, tanto fujimoristas como pseudoizquierdistas proponen el adelanto de las elecciones, coincidiendo en un interés: que la situación no se desborde, y para ello unos y otros acuerdan en que las hipotéticas elecciones se den dentro del marco institucional de la Constitución del ‘93 y podría ser impulsado por el propio gobierno de Boluarte, es decir, que solo podríamos elegir entre los mismos que hoy repudiamos por los propios límites que impone la institucionalidad fujimorista vigente.
También debemos destacar el apoyo explícito, o por omisión, que la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y el imperialismo le dan a este gobierno ilegítimo, quienes por temor al poder de la movilización solo se dedican a convocar inútiles llamados al diálogo entre verdugos y víctimas.
En oposición al silencio y la hipocresía de esos gobiernos, cientos de actos frente a embajadas, consulados, plazas y centros comerciales se hacen en el mundo entero expresando la solidaridad y el apoyo con la lucha del pueblo peruano muchos de ellos impulsados por nuestra propia Liga Internacional Socialista. Como parte de esa misma política internacionalista es que las dirigentes nacionales del MST de Argentina, Nadia Burgos y Cele Fierro estuvieron en Perú acompañando las protestas y colaborando con la organización de nuestros compañeros.
Hay una salida de la mano de los trabajadores, el pueblo en lucha y la verdadera izquierda
Este debate se da por un lado, entre los que creen que se puede humanizar al capitalismo arrancándole concesiones, y por otro, entre los que estamos convencidos que debemos cambiar todo.
Desde la Liga Internacional Socialista y junto a nuestros compañeros peruanos, venimos impulsando la coordinación y la formación de un gobierno de las organizaciones populares, que responda democráticamente a las necesidades de los de abajo y que convoque a una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana para que el pueblo decida qué tipo de institucionalidad es la que debemos implementar en el Perú. Sostenemos que el sistema capitalista nos muestra en Perú, en América Latina y en el mundo todo, que es incapaz de dar la más mínima respuesta a nuestras necesidades inmediatas. El capitalismo solo nos puede ofrecer mayor marginación, destrucción ambiental y sometimiento a la semi esclavitud.
Por eso es indispensable que los socialistas revolucionarios nos agrupemos detrás de un programa de ruptura con todo lo viejo, que avancemos acompañando a nuestro pueblo para derrotar a Boluarte, que cerremos el Congreso, que llamemos a formar un gobierno de los de abajo, de trabajadores, campesinos, estudiantes y pueblos precarizados y la izquierda revolucionaria que convoque a la Asamblea Constituyente como continuidad del proceso de movilización.
La insurrección popular comienza a atravesar horas decisivas, si se continúa con la movilización y se logra ir superando las limitaciones que describimos, la sangre de nuestros mártires no se habrá derramado en vano, están dadas las condiciones para ganar, pero es indispensable coordinar, y formar parte de una dirección que realmente se lo proponga.