El año que comenzó con una creciente crisis económica, que redunda en fenómenos como la inflación, corridas cambiarias y demás problemas que afectan a los trabajadores, también es un año electoral. A partir del último tema, surgen diversos debates. Entre ellos, cómo evitar el ascenso del fenómeno Milei o impedir el retorno de Juntos por el Cambio al gobierno. Sin embargo, el ajuste fondomonetarista con el Frente de Todos también es una garantía. Aquí se abre la pregunta genuina de miles de activistas políticos de cara a la etapa que se abre para el futuro: ¿qué hacer?
Escribe: Nicolás Zuttión
Hace pocos días, específicamente el 27 de abril, Cristina Fernández de Kirchner, luego del renunciamiento de Alberto Fernández a la posibilidad de ser reelecto como presidente, reapareció en público. En el marco del lanzamiento de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner en La Plata, la vicepresidenta dejó algunas conclusiones generales que queremos poner en debate para todos aquellos que, ante la crisis social, política y económica, se aprestan a luchar contra el ajuste y el FMI.
Claro que, como es obvio, este debate no está dirigido a quienes se ubican en defensa del proyecto del Frente de Todos o el kirchnerismo como proyecto político imprescindible para “combatir” a la derecha, cuando el saldo de este gobierno es del 40% de pobreza y sigue creciendo. Con ese sector, hasta el momento, no hay debate. Sí una dura disputa. Sin embargo, hay un espectro de activistas, militantes y simpatizantes, auto-denominados de izquierda, desilusionados en gran parte con la experiencia del FdT, que se debaten sobre la mejor forma de poder ponerle fin a la ofensiva hacia los trabajadores y sectores populares en curso. A este sector es a quienes nos dirigimos.
El mal menor como programa
Cristina, en su discurso, luego de dar un cierto balance de lo que habían sido estos años de gobierno de la coalición que ella misma creó y, a la misma vez, eligió con su dedo al presidente, remarcó que el problema mayor fue que “no había” un horizonte claro. Por eso subrayó la idea de “construir un programa de gobierno”. Algo que, según la propia vice, se tendría que armar bajo el siguiente argumento: “no hay una solución perfecta, no es que se elige entre lo mejor y lo peor. Cuando se está en el gobierno, normalmente, por lo menos en la República Argentina, siempre hay que elegir entre lo menos malo”.
Para ser más concretos, eso menos malo también se inscribe bajo un sistema social en particular, que es de forma inobjetable: el capitalismo, según CFK. Reproducimos sus propias palabras, para que no quepa posibilidad de alguna acusación sobre tergiversación: “No hay que pelearse, y tampoco un programa donde hagamos fe anticapitalista y nada por estilo. Vuelvo a repetir lo que ya he dicho en muchas oportunidades, hoy el capitalismo ya no es una ideología, es simplemente el modo de producción de bienes y servicios más eficiente”.
Yendo al meollo de la cuestión, nos hacemos las siguientes preguntas: ¿Qué puede asegurar el capitalismo en su fase más decadente, cuando avanza contra los derechos de los trabajadores a nivel mundial, como se demuestra en el caso de Francia? ¿Lo menos malo que hay que elegir, es entre el ajuste que avala CFK o la dolarización, que es lo que se presenta como posible dentro de los márgenes del capitalismo? ¿Qué es enfrentar a la derecha cuando, también, se cogobierna con el FMI?
No cabe duda que el llamado a esta política, por parte de la jefa del Frente de Todos, es una proclama por la resignación de la lucha de trabajadores, jóvenes y sectores populares. Algo que, además, encuentra parangón en las palabras y documentos de los dirigentes burócratas sindicales de la CGT y CTA que, constantemente, también señalan que lo mejor es ir en esa dirección, pero, con otras palabras: el pacto social. Con esta perspectiva lo que se elimina de plano es la pelea por una vida realmente digna que, como la experiencia lo demuestra, no cabe dentro de los marcos de este sistema.
Pelear contra el Fondo con el amigo del Fondo
Si hay un personero del FMI en el país de ese organismo que en el último tiempo nos digitó la economía en detrimento de nuestros salarios, es Sergio Massa. Mismo funcionario que, al parecer de la vicepresidenta, sí funciona. O, al menos, no es de los denunciados por no hacerlo.
Massa, como se sabe, es el responsable de hacer aprobar un presupuesto que pulverizó jubilaciones y programas sociales, como también alimentó la expectativa a una baja inflación (60%), para cerrar paritarias de migajas en concordancia con los sindicatos. Ahora, también, como lo reclamó CFK, se está ocupando de: “revisar las cláusulas” del acuerdo con el Fondo, pero sólo eso ya que “Nadie dice que no haya que pagarle”.
Esta es una discusión sumamente clave para lo que se viene en nuestro país. Para el espacio de la vicepresidenta, aunque aún exista una indefinición sobre su presencia en estos comicios, pareciera que el tigrense sería el candidato indicado para encarar la política de pagarle al Fondo, pero con la economía en crecimiento. Lo que no se dice, es que ese falso eslogan es lo que ocurrió en los últimos años en el país. El PBI, bajo la administración de Alberto Fernández, creció. Pero, además de darse este fenómeno bajo una lógica redistributiva sumamente desigual entre los asalariados y el capital, también perjudicó a los de abajo por destinar gran cantidad de fondo al pago de los intereses de la deuda espuria que contrajo el gobierno de Mauricio Macri.
Así y todo, quienes hace días, como Juan Grabois, vociferaban que no había lugar para el “cagador y vendepatria”, después de las palabras de Cristina pasaron a un “le podemos dar otra oportunidad a Massa”. Avanzar en esta dirección, insistimos, sólo es lo menos malo para una organización política pro patronal, que sólo busca subsistir a costa de la entrega de nuestra soberanía y bienes comunes, como las reservas de litio que tanto se discuten en nuestros días.
¿Qué hacer?
Tanto el andar del gobierno, como sus discusiones político electorales, giradas a derecha, es lo que abre en gran medida la posibilidad de que fenómenos de derecha, como Juntos por el Cambio, y también de ultra derecha, como los liberfachos de Javier Milei, puedan llegar a ganar las próximas elecciones.
Sin embargo, como demostró y demuestra la coyuntura mundial, existe una fuerte polarización social y política. Donde, casi siempre, se esconde el polo a izquierda para invisibilizar la fuerza que existe desde el bando de los sectores explotados. Esta misma reserva y bronca que se ve en las calles de todas las latitudes es lo que imposibilita a las derechas que han llegado al gobierno a imponer reformas estructurales del capitalismo, que sometan a una mayor explotación a los trabajadores.
A quienes están interesados en dar una pelea contra ese programa de capitalismo de guerra, los invitamos a dar la batalla. Nuestra pelea, a la que invitamos a que formes parte junto con el MST en el FIT-Unidad, es la que se desarrolla bajo un programa que, bajo los intereses y métodos de la clase trabajadora, vaya contra el imperialismo y todos sus planes de saqueo como son la deuda externa en todas sus formas, la especulación financiera, la fuga de capitales y las reformas: laborales, fiscales y previsionales.
Lo propuesto, sabemos, no tiene lugar en este sistema social, sus personeros políticos y la burocracia. Así es que ante el veneno del mal menor y pelear dentro de una estructura patronal, como utopía reaccionaria, proponemos una alternativa superadora, anticapitalista, socialista y revolucionaria.