Ya pasaron ocho años desde la primera movilización un 3 de junio, cuando miles y miles salimos a las calles y conmovimos a todo el país. Ante el brutal femicidio de la joven Chiara Páez, salimos masivamente a pelear exigiendo que paren de matarnos, contra los machistas violentos, los gobiernos que hacen poco y nada, el sistema judicial y los grandes medios de comunicación que revictimizan a las mujeres y ponen la lupa sobre las víctimas y no sobre los victimarios. Es parte de la lucha contra este sistema capitalista y patriarcal, que nos oprime, nos mata y es el origen de todas las violencias.
Escribe: Andrea Lanzette
Según el Observatorio Lucía Pérez, desde principio de este año al 30 de mayo se han cometido 138 femicidios y travestici-dios, lo que da la aberrante cifra de casi un asesinato por día por causas de género. Estas cifras se vienen repitiendo año tras año. Frente a este problema estructural no hay una política pública real y efectiva, ni por parte del gobierno nacional ni tampoco de los gobiernos provinciales.
El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, que bajo la conducción de la nueva ministra Ayelén Mazzina sigue siendo de cartón pintado, destina un presupuesto menos que escaso a prevenir y combatir la violencia de género. En su Programa Acompañar, el principal, destina apenas 80.342 pesos durante sólo seis meses a las mujeres y disidencias sexo-genéricas que logren solicitarlo y obtenerlo. A nadie con sensatez se le puede ocurrir que ese magro monto y por tan corto plazo alcanza para poder salir del entorno violento y lograr una reinserción laboral y habitacional si consideramos que en abril la Canasta Básica Familiar alcanzaba a 208.569 pesos. Por otro lado, el gobierno del Frente de Todos y sus pares provinciales siguen sin construir casas-refugio para albergar a víctimas de violencia a lo largo y ancho del país, ya que estamos muy por debajo de alcanzar una cada 30.000 habitantes, mínimo que recomienda la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Tampoco hay un fortalecimiento a la línea de atención teléfonica 144, que recibe miles de llamadas por día, o de los necesarios equipos de acompañamiento judicial y psicológico ante estos casos. Ni que hablar de una necesaria campaña masiva de difusión y prevención. La realidad es que no hay presupuesto suficiente para implementar las políticas y dispositivos de asistencia necesarios, aunque vergonzosamente sí lo hay para pagarle «taca taca» la estafa de la deuda externa al FMI, como dijo la vicepresidenta el 25 de mayo.
Es precisamente esta evidente falta de respuestas concretas por parte del Ministerio de Mujeres lo que les abre la puerta y les da la excusa a los liberfachos como Milei para decir que no sirve y hay que cerrarlo. Lo que hay que hacer es exactamente lo contrario: dotarlo del presupuesto y los equipos interdisciplinarios necesarios, con la participación y el control de las organizaciones sociales y feministas que hacemos vida en los territorios, debatiendo así cuáles son las necesidades que hay y cómo se implementan las políticas públicas.
La justicia machista, patriarcal e injusta
Un capítulo aparte merece el actual Poder Judicial. Cuando las víctimas de violencia de género llegan a la justicia, si es que lo logran, son desoídas o revictimizadas, generando aún más violencia. No basta sólo con plantear, como lo hacen los sectores alineados al gobierno del Frente de Todos, una «reforma judicial feminista» que además no se sabe bien en qué consiste.
No alcanza con que en el sistema judicial actual haya más mujeres, que en muchos casos tampoco tienen perspectiva de género: «el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos», diría Simone de Beauvoir.
Lo que se necesita es un cambio estructural, de raíz, para democratizar todo, terminando con los Consejos de la Magistratura que eligen los jueces a dedo mediante pactos del poder político entre cuatro paredes. Para una verdadera reforma judicial hay que elegir los jueces y fiscales por voto popular, en fecha separada de las elecciones políticas, por mandatos limitados a algunos años en vez de vitalicios, revocables de sus cargos en caso de mal desempeño y sin privilegios. También hay que implementar los juicios por jurados populares, integrados por vecinos y vecinas sorteados del padrón electoral. Sin estos cambios de fondo la justicia seguirá siendo dependiente del poder político, como ocurre hoy desde la Corte Suprema hasta el último juez de paz.
Además, hay que combatir a fondo el entramado de las mafias en los barrios, que se cobran la vida de nuestras pibas o se las llevan para las redes de trata y explotación sexual, en absoluta connivencia con las fuerzas policiales, la justicia y los punteros del poder político.
Nosotras y nosotres, protagonistas
Somos nosotras y nosotres quienes siempre hemos salido a las calles y estamos en primera línea por nuestros derechos. Luchamos contra los recortes en los planes de ayuda social en los barrios, contra la feminización de la pobreza, contra la condena a nuestres pibes a morir de hambre y exclusión. Somos nosotras y nosotres quienes tenemos los trabajos más precarizados, batallando contra la brecha salarial de género. En las calles defendemos la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En las escuelas defendemos la aplicación de la Educación Sexual Integral, tan necesaria para el autocuidado y la prevención del abuso y la violencia sexual. Somos nosotras y nosotres quienes seguimos enfrentando las campañas antiderechos y exigiendo la separación total de la Iglesia Católica del Estado y el fin de los subsidios públicos a la educación religiosa y privada.
Nosotras y nosotres organizades y movilizades logramos las leyes que hoy en día tenemos que defender. Porque la violencia patriarcal es un entramado económico, político y social intrínseco al sistema capitalista, que en medio de su crisis va por más ajuste y retroceso. Como la clase capitalista obtiene beneficio económico del trabajo femenino doméstico no remunerado, sostiene el patriarcado. Por eso para terminar con los femicidios y demás expresiones de violencia sexista es necesario combatir y derrotar a este sistema de explotación y opresión.
Por Ni Una Menos, organización y lucha
Este 3J volvemos a salir a las calles en todo el país. En CABA vamos a la Plaza de Mayo, acompañando a la Asamblea Nacional de Familias de Víctimas de Femicidios y Desapariciones. Vienen de todo el país para hacer escuchar su voz ante la justicia ausente, la revictimización, la impunidad de los violentos, la connivencia con las mafias territoriales.
El patriarcado no se terminó. En este contexto, hace falta volver a salir con fuerza ante una derecha que se organiza contra los derechos que conquistamos, como la ESI o la IVE. Los Milei son abiertamente antiderechos. Los macristas como Bullrich o Larreta, que intentó montar un 0800 antiderecho al aborto, también. Y los sectores del Frente de Todos, con un discurso distinto, siguen gobernando para el FMI y sin las políticas públicas necesarias para enfrentar la violencia de género. Cualquiera de ellos que gane las elecciones sólo va a traer más ajuste sobre nuestros derechos.
Necesitamos construir otra salida. Por eso te invitamos a organizarte con nosotras y nosotres. Como patriarcado y capitalismo son inseparables, para enfrentar la causa de la violencia de género necesitamos construir una izquierda fuerte y de lucha en todo el país. Para debatir y resolver sobre estas cuestiones, te invitamos el 17 de junio a un gran plenario abierto de la izquierda en Plaza Congreso.
¡Sumate con nosotres para dar vuelta todo!