Los días que pasaron desde las PASO fueron instalando un clima de mucho debate político en todo el país, y específicamente en la Ciudad de Buenos Aires. La combinación del triunfo de Jorge Macri en la interna de JxC, sumado a la existencia de una corriente liberfacha que tiende a sintonizar con el primo de Mauricio, preocupa a miles que votaron al candidato de Massa, Santoro, como seguramente también a radicales que votaron a Lousteau e incluso votantes del Partido Socialista porteño ¿Cómo pararse de cara a lo que viene? La lógica del “mal menor” como única opción, ¿qué resultados tiene en el imaginario que pretende a construir? Les dejo algunas reflexiones para pensar.
Escribe: Cele Fierro, candidata a primera legisladora en CABA.
Ya se analizó y escribió mucho sobre el componente más bien heterogéneo del voto a Milei. Se habla de un activo ideológico duro, consciente, fascistoide, impenetrable. Y otro más confuso, con bronca a los políticos tradicionales. Hay mucho de sentido común individualista, meritocrático, antipobre y pro-mano dura. Es un hartazgo que, en frío, se expresa por derecha. ¿Qué significa “en frío”, según yo lo entiendo? Que se da sin un gran proceso de movilización callejera, se da con toda una super-estructura político-sindical e incluso intelectual, del peronismo/progresismo, que trata de justificar “por qué” no se pudo cumplir con ninguna de las promesas que, con ilusión, llevaron a la coalición gobernante nacional a ganarle al macrismo en 2019, repasemos un poco:
Recuperar lo perdido, ganar derechos.
Que los los últimos sean los primeros.
Plantarse contra el FMI ante el “fraude” del endeudamiento macrista.
Que vuelva el asado y la heladera llena.
Ley de humedales y terminar con el patriarcado.
Está claro, de la derecha no se esperaba nada. Pero de la coalición de Alberto y CFK, con todo el progresismo y la izquierda adentro salvo el FIT Unidad, le tenían expectativas. Y la verdad es que todo empeoró, en lo económico-social y ante cada oportunidad de inclinar la cancha a favor de un camino progresivo, se eligió la claudicación. No me quiero poner en plan balancista, pero:
Vicentin.
Guernica con Berni y la topadora, con La Cámpora avalando.
El ascenso de Massa, como volantazo a derecha.
En fin: desilusión, apatía y pasividad política. Ese fue el acumulado de este ciclo “progresista” en el gobierno. Por lo tanto, en ese cuadro general de resignación de lo más activo del campo social para bancar cambios de fondo, la emergencia de un esperpento como Milei, es la profecía autocumplida. Es decir, el camino del malmenor ya se probó, y estamos como estamos.
Ni miedo, ni resignación
Hay una relación dialéctica entre el hartazgo en frío, que capitaliza a derecha Milei, y el sentido común que va cristalizando a una amplia franja de votantes progresistas e incluso de izquierda del peronismo y Unión por la Patria. Si ante cada atropello de ajuste, si ante la realidad inflacionaria que no para, si ante provocaciones como la de Villarruel hace pocos días en la Legislatura, la línea es dejar correr y no reaccionar, no movilizar, no poner en acción fuerza social, se desmoraliza la propia adhesión, se resigna, se hace pasiva y, como contracara, se evalentona el polo antagónico, de derecha. En la Ciudad, hay una responsabilidad histórica en el crecimiento del macrismo que hizo del distrito una vidriera y caja nacional. Esto es así, porque cuando no tenía mayoría en la Legislatura, pactó gobernabilidad siempre con el kirchnerismo de aquel entonces, que le votó cada presupuesto presentado año a año. Después, con margen propio, el macrismo prescindió de ese pacto y actuó el dejar hacer de las conducciones sindicales mayoritarias en la Capital:
SUTECBA, municipales.
UTE, docentes.
ATE, estatales.
Bancarios, el subte y más. Entonces, la pregunta es: con una Legislatura como la que se viene, con un eje de poder político macrismo-libertarios ¿es opción el malmenor que no funcionó hasta ahora ni en el recinto ni afuera?
Sin pedantería, lo que quiero plantear es que, para la perspectiva a la que vamos, hace falta una actitud política de mucha determinación para plantarse frente a las derechas rancias de esta Ciudad. Adentro del recinto con bancas al servicio de la acción afuera haciéndonos cargo del conflicto social para enfrentar al macrismo y los liberfachos con programa y con el cuerpo. Sin titubear.
Y entonces: ¿qué hacemos?
Lo primero sería salir de la parálisis, de la preocupación resignada, y moverse. Hay convocatorias para respaldar una agenda en la Ciudad para el 99%. Hay una convocatoria multisectorial el 14 a Plaza de Mayo, después a bancar a los secus por un aniversario más de La Noche de los Lápices, el 18 por Julio López, y el 28 con el movimiento de mujeres: ¡construyamos una demostración de fuerza callejera contra los negacionistas, antiderechos y ajustadores! Eso tonifica, oxigena y diluye la desmoralización.
Después, hay que bancar en el terreno electoral una alternativa que comprometa coherencia desde bancas que garanticen respaldar con todo, una agenda de las y los trabajadores, las mujeres, los barrios populares y la juventud:
Que alquilar no sea un robo. Ley de alquiler social. Fijar como precio máximo el 15% del ingreso del inquilino. Garantía gratuita, estatal. Impuesto a la vivienda ociosa. Prohibir el curro inmobiliario. Todo en el camino de la vivienda propia con un plan masivo de obra pública, incluyendo la urbanización real de las villas.
Trabajo con derechos. Salario equivalente al costo de la canasta familiar, por ley. Pase a planta de todos los contratados.
La salud y la educación no se negocian. Reconocimiento profesional a la enfermería. 4000 nuevos agentes de salud. Hospitales en las comunas del Sur, que funcionen. Jerarquizar el salario docente, en un cargo. Anular el estatuto del macrismo. Nuevas escuelas y jardines. Chau UNICABA: los 29 profesorados no se tocan.
Una ciudad verde, no gris de cemento. Chau Código Urbanístico. La Costanera es de la gente: biocorredor público. Un polideportivo por barrio. Los terrenos ferroviarios que sean parque. Subte sin asbesto y sin concesionario privado: estatal con control social de trabajadores y usuarios.
Que los ricachones, paguen. Impuesto especial a las grandes fortunas. La Ciudad puede cobrar un ABL “premium” que, a las actividades bancarias, financieras y las grandes empresas con radicación en CABA en base a la facturación real de las mismas.
Antiderechos, fuera. Jardines maternales en cada lugar público de trabajo. Y en los privados, también: por ley. Un refugio para las víctimas de violencia por barrio. Eliminar subsidios a la educación religiosa. Ley de jubilación trans sí o sí.
No estamos locos: la salud mental, importa. Presupuesto para ampliar el servicio de atención en los hospitales públicos. Equipos interdisciplinarios en escuelas y colegios. Un centro integral para tratamiento de consumos problemáticos en cada barrio.
Entonces, recapitulando, diría que el voto verdaderamente progresista en la Ciudad en octubre es por más bancas de izquierda en la Legislatura. En defensa propia. Contra la derecha envalentonada.