En estos días todos asistimos y sufrimos por la falta de combustibles, estaciones sin nafta, surtidores cruzados, cupos para cargar y los especuladores de siempre vendiendo a cualquier precio. Si bien no es la primera vez que sucede, la histeria en las alturas y la bronca por abajo se potenciaron por la proximidad de las elecciones del 19/11. Gobierno y oposición buscan culpables de la coyuntura en una crisis que es esencialmente estructural, como veremos.
Escribe: Gerardo Uceda
Del mismo modo que sucedió en los días previos a las generales del 22/10 con la corrida cambiaria y las remarcaciones sin par, se dio en estos últimos días una situación crítica con el faltante de combustibles. Y si bien ya todos denunciaban que la crisis venía de hacía semanas, sobre todo en el interior del país, con faltante de gasoil para las maquinarias del campo, la crisis tomó dimensiones de catástrofe cuando afectó Bs As y CABA. Desde largas colas de cuadras y cuadras para cargar, pasando por surtidores cruzados o estaciones direc-tamente cerradas, hasta la implemen-tación de cupos para cargar y, por supuesto, la aparición de especula-dores que vendían el litro de nafta hasta el doble de su valor de mercado, mostraban a las claras que la situación era seria. Del otro lado miles, millones de argentinos sufríamos las consecuencias, sin poder cargar combustible en el auto o la moto para ir a trabajar. Se puso rápidamente en evidencia que no era un problema de las estaciones de servicio, ni siquiera de logística de distribución. El faltante abarcaba prácticamente a todo el país. El malhumor social, altísimo por la crisis económica crónica, trepó rápidamente. Todos los medios de comunicación lo tomaron como tema central durante días, incluyendo decenas de noteros que iban a recoger la bronca de la gente en la colas de las bombas de nafta. A pocos días del ballotage, todo se potencia y la situación impactó de lleno en los candidatos y sus aparatos políticos, tratando de zafar unos y de llevar agua para su molino los otros.
Massa desde Tucumán responsa-bilizó a las petroleras, culpándolas de acaparamiento y de que querían espe-cular ante una posible nueva devaluación y un supuesto próximo aumento del 20-40%. Diciendo que no había razones para el faltante ya que la Argentina estaba ante una producción récord de petróleo y que prohibiría la exportación de crudo si no aparecía la nafta en las estaciones de servicio. Sabiendo que la gente lo responsabili-zaría a él y su gobierno de esta crisis, y la altísima posibilidad de que esto se tradujera en una mayor cantidad de voto bronca en su contra.
Por su parte desde la oposición Macri-Mileista aprovecharon para cargar las tintas sobre la inoperancia del gobierno, la crisis estructural que existe y sobre todo recalcando que el precio de los combustibles es el más bajo de la región en dólares y que la culpa del faltante es del gobierno que no autoriza aumentos acompasados con la inflación (las naftas aumentaron menos que la inflación en el último año, por directivas del gobierno) y una recomposición más de fondo que sitúe su precio al nivel de los países que nos rodean. Su posición es clara y siempre del lado de los grandes empresarios sin importar que los de abajo no podamos pagarla y que con el aumento por ellos propuesto, se catapulte la inflación precisamente por ese aumento generalizado en los combustibles, que van desde el encarecimiento de los fletes, hasta la energía eléctrica o gas para la producción.
Ambos dicen algunas cosas ciertas en un mar de mentiras que les sirven para justificar su posicionamiento político o su doble discurso. Veamos en forma resumida por qué decimos esto.
Las causas coyunturales
Aquí es quizás donde haya menos diferencias entre las posiciones del gobierno y la oposición, que las causas superficiales saltan a la vista. Hay varias, la falta de ingreso de combustibles importados por falta de dólares para pagar los buques aparece como la más importante. Se filtró que entre 4 y 10 buques con nafta y gasoil estaban listos para descargar pero no lo hicieron en las semanas previas, sencillamente porque no había dólares para pagarles. A esto se sumó, como sucede en cualquier crisis por falta de una mercancía, que la gente ante el riesgo de quedarse varada y sin poder movilizarse o trabajar, salió rápidamente a llenar sus tanques, produciendo una disminución de los stocks rápidamente. También está el factor estacional ya que en esta época se suma la cosecha del sector agrícola, que consume una mayor cantidad de gasoil en el campo. Por último, agreguemos que evidentemente siempre hay especulación con acaparamiento, de los comerciantes esperando un casi seguro aumento en los precios, que el gobierno tendría que otorgar dado el malestar creciente en la población, en un contexto electoral. Aumento que era solicitado a gritos por la oposición (a la que le conviene no sólo horadar a Massa, sino también que éste le haga el trabajo sucio en caso de que ellos ganen en noviembre). Por su parte desde economía eligieron poner énfasis en el aspecto especulador de las empresas petroleras, para así ganar un poco de «mística» popular, mien-tras hacían las gestiones para que aparecieran los dólares para pagar a los 10 barcos que, según prometen estarían actualmente descargando sus combustibles, lo que permitiría solucionar la coyuntura y ver de llegar un poco más tranquilos al 19/11, con alguna posibilidad de ganar el ballotage, cosa que, si continuaba la crisis, aparecía como muy complicado.
Razones estructurales
Aunque no pretendemos abordar todas las causas, es necesario hacer un poco de historia para comprender el problema de fondo que tiene la producción y elaboración de combustibles en el país desde hace años.
Podríamos decir que un quiebre fue la privatización de YPF por parte de Menem. Hasta esos años la Argentina no sólo se autoabastecía del petróleo, gas y combustibles refinados sino que los exportaba, teniendo excedente de los mismos. La privatización a manos de Repsol produjo un cambio drástico y sostenido en el tiempo que, podemos resumir en dos o tres hechos centrales, la exportación de crudo para obtener ganancias rápidas con el precio ascendente en la época en el mercado internacional, la falta de inversión en exploración petrolera de nuevas áreas y la falta de inversión en nuevas destilerías para refinar mayor cantidad de petróleo en forma sostenida.
La exportación del crudo excedente se está verificando aún en nuestros días, es la parte de razón que tiene Massa al decir que hay un récord de producción este año. Lo que el ministro candidato «olvida» es que recién estamos alcanzando los niveles de producción del 2008 y todavía estamos por debajo de lo producido en 1998 por ejemplo. Además que esta «producción récord» está basada en el aumento del 250% de Vaca Muerta, que contribuye en casi el 40% a la producción total (con el desastre ecológico que veremos en otro artículo luego), mientras que los pozos tradicionales de Santa Cruz produjeron menos de 2 millones de m3, Chubut bajó en un año el 14%. Mientras que Mendoza y Río Negro registraron los valores más bajos de los últimos 15 años. La causa de esto es muy sencilla de explicar para los expertos. Desde la década del 90 la privatizada Repsol no invirtió prácticamente nada en exploración (la parte más costosa de toda la producción petrolera).
La refinación de combustibles tampoco creció al ritmo deseado, también por falta de inversión. Así hoy Argentina sólo produce un 80% de los combustibles refinados que necesita para su funcionamiento cotidiano, el 20% restante es importado a través de los dichosos barcos hoy en cuestión. En los tiempos de Néstor y Cristina esto pasaba desapercibido por que se pagaban con los ingresos resultantes del excedente de la soja y demás cereales. Hoy, sin un dólar en el BCRA, la situación se tornó crítica y será recurrente, sin dudas. Mientras tanto el «exceso de petróleo crudo» al que hace mención Massa es exportado para que lo refinen en el exterior, porque a las empresas les conviene exportarlo a 86 dólares el barril, mientras aquí lo venden a 56 dólares (el llamado barril criollo) y al gobierno también le conviene (no lo dice el ministro) porque de allí consigue algunos millones de dólares que necesita para las vacías arcas del Central. Por ello decimos que con esta política de privatización primero, con desinversiones y luego con una YPF controlada por el Estado pero al servicio de la ganancia y manejada como una privada más, éste gobierno no puede solucionar el problema de los combustibles. Recién hace un año cuando le explotó en la cara la crisis del gas, se acordaron de acelerar la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, que lo habían tenido parado años y en el cual tienen sentada gran parte de sus esperanzas a futuro.
Por su parte la oposición Macri-Mileista no deja de vociferar a los cuatro vientos, ayudado por todos los medios de comunicación bajo su órbita, que el problema es el atraso del precio de los combustibles. Los que subieron menos que la inflación y que esto es insostenible. Mandan a todo tipo de CEO petrolero o especialista a explicar lo que para ellos es una obviedad: No se puede tener congelado un solo producto (los combustibles) en el medio de una economía inflacionaria, ya que lo único que se consigue es un faltante de ese mismo producto. Otra vez una verdad a medias, veamos.
En primer lugar la derecha nos explica que aquí el precio es de 0,89 dólares el litro (lo ridiculizan diciendo que es menor de 0,35 U$S, porque toman el blue, con el cual no se maneja la macroeconomía) y lo comparan diciendo que en Brasil es 1,41, en Uruguay y Chile mucho más. Es como comparar peras con manzanas, estos últimos no son productores de petróleo y mucho menos tienen excedentes de crudo como nosotros. Podríamos argumentar por el contrario que en Bolivia el precio es de 0,54, en Ecuador 0,63 y en Colombia 0,89 todos ellos sí son productores de hidrocarburos como nosotros. Es más llamativo aún que no citen, tanto que les gusta, al propio EEUU en donde el galón (3,78 litros) cuesta U$S 3,25 es decir 0,85 el litro y menor aún es su precio en Texas uno de los estados productores de crudo.
Entonces como vemos la crisis actual es la resultante de la privatización que llevó a una desinversión en exploración y refinación del crudo, que se mantuvo en el tiempo. Que la supuesta reestatización kirchnerista de YPF no corrigió esto ya que se sigue operando con criterios de privadas, que venden el crudo para ganar dólares sin importarle el mercado interno ni las consecuencias sobre el pueblo argentino. Y también es completamente falso que el precio del combustible en un país tenga que ser necesariamente el precio internacional, mucho menos si, intencionadamente se lo busca comparar con los países no productores, con los precios más altos como pretenden los liberfachos y la derecha en general. Si el país se auto abasteciera y produjera lo suficiente para todas las necesidades de energía del país, con una empresa YPF realmente estatal bajo el control de los trabajadores, ingenieros y técnicos podría perfectamente tener precios diferenciados y bajos de los combustibles (cosa que hizo EEUU hasta hace algunas décadas por ejemplo) para potenciar el desarrollo de su industria. Ni qué hablar que si tiene excedentes a vender en el mercado internacional, y obtener divisas que nos permitan ir invirtiendo en energías renovables y menos contaminantes, como veremos en el próximo artículo.
Matriz energética: la otra cara de la crisis
En el medio de esta crisis surge como una obligación ir a buscar las causas más profundas, últimas de la misma. Todo el mundo (excepto Milei y unos pocos negacionistas) sabe que el calentamiento global que padecemos desde hace décadas y que está a punto de convertirse en irreversible está dado por la emisión de gases provenientes del uso indiscriminado e irresponsable de los combustibles fósiles. Las grandes potencias como China y EEUU ni caso le hacen al protocolo de Kioto que obliga a reducirlas. En el país del Norte, el 84% de la energía que consume proviene del petróleo y el gas, y consumen nada menos que el 25% de la energía mundial, siendo apenas el 5% de la población del planeta. China es otro ejemplo de contaminación global, con la mayoría de sus ciudades industriales dentro de las más contaminadas del planeta. Los automóviles y los grandes edificios son los que más energía utilizan y los que más contaminan, siendo que ya hay condiciones para bajar y hasta eliminar la utilización de fósil-energía, utilizando 60% de electricidad, 20% de biocarburantes y un 20% de luz solar directa.
Pero al mundo capitalista le importa muy poco la contaminación del ser humano, lo importante es la ganancia rápida, con la menor inversión posible. Ese fue el esquema en el que se basó la producción desde el siglo XIX y que se mantiene hasta nuestros días. Es el mismo esquema que copiamos en nuestro país y que las multinacionales y empresas privadas replican, porque el petróleo y el gas se obtenían con sólo perforar el subsuelo que todos habitamos.
Incluso cuando la producción tradicional empezó su declinación como pasa actualmente en Santa Cruz, Chubut, Rio Negro o Mendoza la salida pergeñada no es la inversión en otras áreas de energías limpias, sino Vaca Muerta. Que hoy ya representa el 39% de la producción total de gas y el 45% del petróleo. Datos que indican la inversión en ésta área de petróleo no convencional fue en desmedro de las otras, bajando en forma neta la inversión en otras provincias. Sin importar que esta producción no convencional conlleva riesgos de contaminación de napas de aguas profundas y la propia utilización de químicos contaminantes y hasta desastres ambientales como ya ha pasado en distintos países del mundo como Alaska y Ecuador. Sus defensores actuales, todos partidarios de la ganancia rápida olvidan que esta producción está prohibida en decenas de países desarrollados, precisamente por el riesgo de contaminación.
Otra de las «novedades» que nos propone el progresismo de Alberto-Massa es la producción petrolera offshore, basándose en una legislación vigente que supuestamente la permite. Una falacia ya que sólo está permitida la perforación a menos de 100 mts y de lo que se habla ahora es de perforar a 1.400 o 4.000, metros con el riesgo de contaminación del mar en la zona turística de la Costa Argentina y toda la zona pesquera artesanal. Nada importa con tal de sacar ganancia rápida.
Nosotros desde el MST y la Red Ecosocialista, estamos por la disminución drástica y progresiva en la utilización de combustibles fósiles y su reemplazo acelerado, haciendo todas las inversiones necesarias para reconvertir la matriz energética en una sustentable como la eólica, o la undi-motriz (la proveniente de las ondas del mar) o incluso la solar como formas menos contaminantes que los combustibles fósiles. Es la única alternativa que tenemos para combatir y tratar de revertir el ecocidio al que nos está llevando el capitalismo en su decadencia extrema.