Panorama socioambiental. El ecosocialismo como brújula estratégica

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El 2023 está cerrando con una agenda ambiental intensa y cargada de desafíos. Del agropower a la ilusión offshore. Vaca Muerta a diez años a la vista. La trampa del litio en la narrativa del capitalismo verde. Las falsas polémicas del relato extractivo. La resistencia que se va cristalizando en organización desde abajo. Una contribución de análisis, programa y orientación desde anticapitalismo en clave ecológica.

Escribe: Mariano Rosa

El bloque social dominante de poder en nuestro país hace ya varias décadas que discute matices tácticos, contingentes, pero en el contexto de un conjunto de nudos estratégicos de consenso pleno:

El modelo capitalista neo-colonial supone una inserción en el mundo como proveedor de commodities.

Mercantilización de la naturaleza en todas las formas que proponga el extractivismo: desde el agronegocio al fracking, de la megaminería al litio, y de la explotación marítima offshore a la cementación urbana con fines de valoración especulativa.

La ecuación básica supone sostener esa matriz de tipo dependiente, una industria de ensamble con alta dependencia de la importación y un ciclo demandante de dólares asociado al pago de la deuda externa construida en la dictadura genocida, validada y amplificada por todos los gobiernos posteriores.

Esos puntos de referencia, esos consensos básicos del capitalismo argentino, atraviesan de forma transversal toda la propuesta programática de la política tradicional. En todo caso, el debate radica en los ritmos de ecualización de los desequilibrios coyunturales, dado que la dependencia de las tendencias económicas mundiales es absoluta, el mediano plazo no existe como horizonte temporal: la matriz capitalista neocolonial, define un tipo de política tradicional esencialmente cortoplacista. Es inevitable: no se controlan las variables de la botonera económica, las definiciones no se adoptan en Argentina, por lo tanto, la soberanía hipotecada condiciona todo. Este es el marco para entender la desesperación compartida por el agronegocio, la exploración offshore, la megaminería, el litio como ilusión o Vaca Muerta como promesa que no fue (ni de autosuficiencia energética, ni de inversión directa a gran escala). El único capitalismo que existe en estas condiciones es el extractivista y neocolonial.

Disputa global y mundo petrodependiente: guerras, pandemias y genocidios

Obviamente, el panorama de Argentina se inscribe en un planeta polarizado por el principal conflicto geopolítico de esta etapa: la disputa global por la hegemonía capitalista entre EEUU y China, y sus aliados satélites. Ese mundo, de un capitalismo que no logra remontar la caída tendencial de la tasa de retorno desde 2008, que exclusivamente conoce como mecanismo para ese propósito el reforzamiento de la explotación laboral, de todas las opresiones con fines económicos y la mercantilización de la naturaleza. Ese modelo incompatible con la vida en paz, con los derechos básicos, con la salud de los pueblos, también lo es con los ecosistemas. La pandemia de COVID fue posiblemente la primera devolución de gentilezas de una naturaleza reactiva a la intervención ecocida del capital. Y la racionalidad de la ganancia, que organiza la economía y las relaciones sociales, bajo el capitalismo explica en su barbarie, que en un mundo alertado por la ciencia hace décadas sobre la necesidad de abandonar la petrodependencia no para de expandir las fronteras más aberrantes de ese vector de energía:

La guerra en Ucrania disparó los precios del petróleo y el gas.

La incursión genocida de Israel sobre Palestina y la amenaza de expansión regional del conflicto, también hace escalar el mercado fósil.

Y ya se sabe que, bajo las condiciones de este sistema, de racionalidad inhumana de la minoría propietaria, el aumento del precio relativo de un insumo incentiva la concentración de capital en esa rama. Por lo tanto, en ese cuadro, se explica la ofensiva pro-fracking, pro-offshore y pro-fósil en toda la línea sobre nuestro país y todas las reservas conocidas y sospechadas de hidrocarburos.
Mundo polarizado. Mundo de pandemias, guerras y genocidios. Capital ecocida y las claves de la época.

Ecología política anticapitalista, es decir: ecosocialismo

No toca una fase del capitalismo donde los márgenes para posiciones reformistas son inexistentes. La aparición de esperpentos ultraderechistas como Milei, son programáticamente el deseo reprimido de toda la clase dominante. Del otro lado, crece la sensibilidad y conciencia socioambiental en clave antisistémica, ya superando la infancia política de la culpa individual. Cada vez más confluyen en la experiencia práctica de los pueblos las demandas de justicia social y ambiental. Esa antinomia falsa de la narrativa de la política y el sindicalismo tradicionales: o trabajo o naturaleza. O desarrollo en los términos del capitalismo extractivo o desigualdad y pobreza. Todo humo. Toda construcción ideológica para alimentar un sentido común alineado y confundido. Resignado a una agenda parcial y limitada de derechos. Mienten con todo su aparato estatal y mediático. Manipulan, lo intentan. Pero hay un camino alternativo, y tiene al anticapitalismo como punto de partida por necesidad inevitable, no como un a priori teórico abstracto:
Trabajar menos, para trabajar todos con derechos e ingreso suficiente. Cuestiona la ganancia empresaria, sí o sí.

Transición energética justa. Renovables y limpias, con base en otra matriz de consumo de energía: transporte público ampliado, estatal, gratuito y con control social. Otra vez, la cuestión de la propiedad privada como umbral a superar.

Comida suficiente, saludable y accesible. Es decir: chau agrotóxicos, transgénicos y pooles. Reforma agraria y repoblamiento rural con planificación democrática de la producción y comercialización. Expropiación del latifundio moderno. Anticapitalismo, otra vez.

Y entonces, el debate se desplaza a la cuestión del poder político: sin un empoderamiento pleno de la clase que trabaja, del pueblo marginado, de los de abajo, no hay reorientación, cambio de reglas y otro rumbo para el país, la región y el planeta. La revolución entonces, con su vector socioambiental, no es una utopía infantil: es una necesidad urgente.

Plan de vuelo made in Argentina

Decíamos en el arranque que el horizonte se presenta tenso y cargado de desafíos. En lo inmediato, todo el proceso de resistencia a la agenda offshore es central. De allí los Atlanticazos como bandera y el fortalecimiento de esa coordinación positiva. Mientras escribimos esta nota, nos siguen llegando testimonios del exitoso 4 de noviembre en Madryn. Otro paso adelante.

Además, el próximo 12 de noviembre, la escala la hacemos en Córdoba: San Marcos Sud, y el Festival Ambiental tan parido desde esa ruralidad que resiste que ya emociona de solo ver cómo va creciendo. A estar ahí, a multiplicar, a abrazar esa iniciativa, obviamente.
Nunca como ahora fue tan urgente la campaña Fuera Mekorot contra la empresa estatal sionista y mercantilizadora del agua reclutada por el kirchnerismo de la mano de Wado de Pedro. El monitoreo que fingen en el corredor minero cordillerano es una exploración de mercado para privatizar el agua. Hay que echar a estos cómplices de genocidio y la desposesión del pueblo palestino de Argentina y de toda la región. Más que nunca, una obligación política y de conciencia.

A la vez, y sin disociar de todo lo anterior, tenemos en el Noroeste un llamado a la revolución permanente: el litio en las condiciones de esta matriz capitalista para la transición del norte capitalista dejando el pasivo ambiental en nuestro sur pobre y depredado, con la administración de este personal político de las corporaciones, no se puede tocar. En esto, junto a las comunidades, por otro jujeñazo, hay que tener contra toda ilusión productivista una posición firme en esta coyuntura.

Y de conjunto, con todo el movimiento socioambiental en su variada paleta de matices, el 4 de diciembre se impone construir una Jornada Nacional Anti-Extractivista que siga sumando voluntades y combatiendo las usinas del capital en sus narrativas de mal-desarrollo: causa de injusticia social y ambiental, a la vez.
Es por acá. Resistir, organizar y proponer alternativa en clave estratégica ecosocialista.

 


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