La izquierda, en especial el Frente de Izquierda Unidad, somos protagonistas indiscutido de la realidad política nacional. Primero, por nuestra presencia consecuente en todas las luchas sociales y bancando los trapos frente a la represión cuando otros se borran sin vergüenza. Así nos lo reconocen sectores cada vez más numerosos del activismo sindical, juvenil y social en general en todo el país. Pero también porque desde hace años, con mucha coherencia, venimos haciendo propuestas de fondo para salir de la crisis que son totalmente distintas a las de Milei, sus socios del PRO, la UCR y también del peronismo, cómplices del gobierno por acción u omisión.
Los dos senadores peronistas que le dieron quórum a Milei para lograr su Ley Bases, más las burocracias de la CGT y las CTA que se negaron a llamar a un paro general activo más necesario que nunca y que se rajaron de Plaza Congreso muy antes de tiempo, confirman que de esa gente solo pueden venir nuevas frustraciones. Por eso se abre un espacio político para el crecimiento de la izquierda como pocas veces antes. En ese sentido, el Frente de Izquierda Unidad se encuentra frente a una gran oportunidad, realmente inédita: la de postularse de una vez por todas ante el movimiento de masas como una fuerza militante y de ideas con capacidad y proyección de ser gobierno.
La cuestión hoy es si realmente se asume o no el desafío que está planteado. Desde el MST queremos insistir en nuestra convocatoria a los otros tres partidos integrantes del FIT Unidad: PTS, PO e IS. No cabe seguir siendo solo una alianza electoral, que de hecho cada dos años dice “che pibe, vení y votá”. Por cierto, los votos valen, aunque francamente nadie supone que una fuerza política como la izquierda, que se propone revolucionar, cambiar toda esta sociedad, enfrentar y derrotar a los gerentes de este sistema capitalista dependiente y decadente, lo hará centralmente por la vía electoral. Hay que levantar la mirada. La necesidad de la hora es la de una alternativa política sobre la base del programa anticapitalista y socialista del FITU, por un gobierno de las y los trabajadores.
Desde luego, existen espacios de coordinación de las luchas con un peso dirigente de la izquierda. Juegan un rol clave como contrapartida combativa frente a la burocracia sindical, sus agachadas y traiciones cotidianas. Pero con “luche, luche y no deje de luchar” no alcanza si no hay un proyecto político, una estrategia de poder obrero y popular. En el país hay miles y miles de activistas gremiales, estudiantiles, de movimientos sociales y asambleas, feministas y LGBT+, de derechos humanos y ambientalistas, independientes, que de una u otra manera ya se referencian en la izquierda o que se nos acercan porque están dejando atrás al peronismo, y quieren participar, opinar, aportar, decidir, ser sujetos, sin necesariamente tener que integrarse a alguno de los cuatro partidos del FITU.
De este escenario surge nuestro llamado a que como Frente de Izquierda Unidad convoquemos a un gran congreso abierto. El Encuentro que hicimos en Congreso el pasado 25 de mayo, siendo muy positivo, tuvo la limitación de que no hubo palabras de las y los referentes políticos y no se debatió ni asumió una perspectiva en ese plano tan decisivo. Sin duda, la durísima pulseada contra el gobierno de Milei y los gobernadores marca la coyuntura. Pero eso no quita que un debate importante entre la vanguardia luchadora es “¿después de Milei, qué?” Precisamente, la carencia de una alternativa de poder es uno de los factores que debilita la hoja de ruta de las luchas sociales. En cambio, una herramienta política de izquierda unitaria, abierta, participativa, con instancias cotidianas de debate, decisión e intervención colectiva, la fortalece en forma cualitativa.
Entonces, compañeras, compañeros, compañeres, desde el MST creemos que hay que estar a la altura de las circunstancias. No nos puede pasar un nuevo 2001, en el que se abrió una tremenda crisis económica, social y del poder político, hicimos caer a cinco presidentes en dos semanas, no tuvimos a quién poner y por eso se fueron reciclando y alternando las variantes capitalistas de todo pelaje: populistas, luego neoliberales, ahora ultraderechistas… Un congreso abierto del FITU sería una excelente instancia para dar pasos adelante. Si de verdad existe convicción socialista, revolucionaria, como bien lo dijo una compañera en el Encuentro de Congreso, “tenemos que animarnos a cambiar todo, incluso a nosotros mismos”.