Los datos de la precariedad laboral en Argentina son apabullantes. Hay consultoras que ubican la dimensión en 8 millones de personas. El Estado como principal precarizador directo y encubridor de la esclavización patronal. La lógica del capital, su patrón de acumulación en el siglo XXI. El rol de la burocracia sindical y la casta política tradicional. Ocupar políticamente el presente, para tomar el futuro por asalto. Esa es nuestra consigna generacional.
Los datos duros son categóricos. La precarización laboral que surge de datos del INDEC orilla las 8 millones de personas. Históricamente la década del 70 con la dictadura genocida, marcó un punto de inflexión regresivo. Ese curso se consolidó gradualmente con el alfonsinismo en los 80 y con Menem se legalizó. Sin embargo, más allá de diferencias de matices y relato, prevalece la continuidad pos-2001 hasta ahora con Cambiemos, kirchnerismo mediante, en esta materia.
En las reparticiones estatales la situación es abrumadora, con ministerios donde el personal precarizado llega al 70%. La modalidad supone formas de relación laboral que encubren la dependencia real, y recortan derechos, disciplinan por el miedo, generan inestabilidad. En el estado capitalista, el sentido de la precarización -monotributo, contrato a término, etcétera- es doble: por un lado, recortar presupuesto pagando salarios por debajo de convenio; y en segundo término, disciplinar por el miedo al despido.
Entre los privados, también el sentido es disciplinar, impedir la organización sindical en los lugares de trabajo y, a la vez, aumentar la tasa de rentabilidad por la vía de ahorrarse los patrones millonarias sumas.
Hay investigaciones que proyectan que en la década que va del 2005-2015, el ahorro patronal por trabajo noregistrado equivalió al total de la deuda pagada por el gobierno del FPV.
Con el macrismo, tanto los convenios con McDonald’s de financiar una parte del salario de 4500 pesos por 6 horas diarias de trabajo a 5 mil jóvenes, como el programa de “primer empleo” subsidiando el trabajo barato por debajo del salario mínimo, perfila una orientación estratégica también: contribuir con la juventud a aumentar la ganancia capitalista. El precio es frustrar toda posibilidad de proyección estable y futura de millones de jóvenes. Rechazamos todo esto de plano.
Los burócratas, la casta, el entramado de complicidad
El proceso de consolidación de este patrón de explotación laboral tiene responsables directos. Todo el sindicalismo tradicional dejó correr esta aberración. Y su relación orgánica de dependencia estatal, de privilegios asociados a su rol de agente capitalista entre lxs trabajadorxs permitió que esto avanzara así. Las luchas obreras para revertir esta dinámica siempre fueron contra las patronales y la burocracia.
Por otro lado, interviene la política tradicional. Todos los gobiernos que pasaron desde la caída de la dictadura genocida hicieron su aporte a la precarización; ninguno la combatió a fondo. El FPV de hecho, por no pasar a planta y blanquear la situación de miles de precarizados en el Estado, facilitó la ofensiva macrista para despedir el año pasado. Fueron 12 años de gestión K. Hubo tiempo, recursos económicos y relación de fuerzas para modificar este panorama. No se hizo. Ahora, la ceocracia amarilla profundiza sin anestesia esa situación. Y en el plano privado, tampoco se hizo nada para impedir que las patronales superexploten fuerza de trabajo en condiciones ilegales. De hecho, la falsa ideología de flexibilizar, bajar los costos laborales para generar empleo, debería haber dado como resultante una explosión laboral y eso no sucedió, obviamente.
La batalla consecuente por terminar con semejante barbaridad es incompatible con la burocracia sindical y sus privilegios, la casta política tradicional y su vínculo con los capitalistas. Para blanquear en el Estado hacen falta recursos. Para conseguirlos hay que tocar intereses capitalistas. No lo van a hacer. Para emplazar a las patronales a blanquear, lo mismo: debería tener vocación de sancionar y confrontar a los capitalistas. No lo van a hacer, porque gerencian sus intereses desde el Estado.
Ganar el futuro, militando en todos los terrenos: ahora la lucha electoral
El capitalismo es una fábrica de frustaciones para la juventud. Es implacable con ella. Precariza y esclaviza a una parte enorme. Condena a la marginalidad a cerca de un millón que se ubica en el rango de 15 a 24 años. Que no estudian ni trabajan, los ni-ni. La base material donde recluta el delito organizado del capital. A los que precariza también les pone obstáculos para estudiar. De hecho, la permanencia en la universidad de miles de jóvenes se hace insostenible trabajando en call centers, casas de comida rápida, delivery o variantes. La alienación que exprime y los salarios de miseria que no dejan posibilidad de nada, frustra, recorta posibilidad de desarrollo personal. Eso como plan a escala general anestesia a un actor central del cambio social: la juventud.
Por eso, un desafío crucial de toda nuestra generación como jóvenes y a la vez de toda organización revolucionaria con vocación de mayoría, tiene que apuntalar un programa anti-precarizador y garante del derecho a la educación para la juventud.
Nosotros no lo dudamos: planteamos prohibir por ley la precarización, y en el estado pase a planta automático; y registro en lo privado. Jornada de 6 hs de trabajo, semana reducida y un piso de referencia salarial igual a la canasta indexable según la inflación real. Es decir: garantizar en especial a la juventud tiempo libre, ingreso suficiente y por tanto estímulo de progreso individual. Eso implica un impulso social enorme liberando fuerzas en la juventud. A la vez en el terreno educativo nuestro planteo es garantizar acceso irrestricto y gratuito, pero también condiciones económicas de permanencia. Para eso es central becas de por lo menos el 50 % del valor de la canasta familiar sí o sí. Todo financiado en base al no pago de la deuda, la restitución de aportes patronales e impuestos especiales a la renta financiera.
Estas propuestas, como eje de un movimiento de lucha que nos proponemos desarrollar, ahora en la coyuntural electoral, tienen que ser bandera de la militancia juvenil en cada universidad, colegio, profesorado y lugar de trabajo. Nuestro compromiso es plantear como agenda de leyes estas iniciativas. Nuestra coherencia e independencia de burócratas y la casta, como de las patronales, son una garantía. Por eso, tiene que haber diputados y legisladores de izquierda en todos los ámbitos. Esa es nuestra orientación militante.
Mariano Rosa, pre-candidato a Legislador por CABA