Con la excusa de ayudar a poblaciones cercadas por las tropas del EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante), los yanquis han vuelto a bombardear Irak. En las últimas horas los drones, aviones y toneladas de bombas de EEUU han descargado toneladas de bombas sobre los combatientes que cuestionan al régimen de Bagdad, permitiendo a los kurdos recuperar la represa de Mosul. Continuan así el bombardeo iniciado el 8 de agosto pasado. Para ello han contado con el apoyo tácito y explícito de las grandes potencias, de la ONU y hasta del Papa.
Lamentablemente la siniestra política de los yihadistas del EIIL, de atacar a sectores de la población civil con tácticas totalitarias, exigiéndoles que adopten el Islam como creencia, imponiendo duros castigos y matanzas a los que lo rechazan, ha servido de cobertura para este nuevo ataque imperial, que no busca nada «humanitario», sino defender los negocios de las compañías petroleras, en una región que posee una de las reservas más importantes del mundo.
El ataque de los yanquis, es también una expresión del fracaso de la política de Obama y el imperialismo en la región para contener el levantamiento del pueblo iraquí contra el régimen político que armó el imperialismo para cuidar sus intereses al retirar las tropas de Irak en el año 2011. En un terreno más general está reflejando también una coyuntura mundial signada por una gran polarización, en la cual el imperialismo se ve obligado a intervenir directamente para contener los levantamientos y protestas, ante el derrumbe de las tradicionales direcciones del movimiento de masas.
Con el aval de la teocracia iraní, y apoyado en la mayoría chiita, los yanquis armaron un gobierno que encabezado por el primer ministro Nuri al Maliki. Su gobierno fue absolutamente funcional a los negocios con las petroleras, y gran parte de la población, en particular la de raíz sunita, que en su momento fue apoyatura del régimen de Sadam Hussein, continuó completamente discriminada, sin poder acceder al empleo estatal, del cual fue brutalmente expulsada por la ocupación yanqui, y que es la fuente principal de empleo en Irak. En un país completamente empobrecido por años de ocupación.
Un cinismo a toda prueba
Hasta hace unos pocos días las grandes potencias justificaban la masacre del pueblo palestino, en el derecho a «autodefensa» del sionista Estado de Israel. Un verdadero genocidio, que hasta el momento ha dejado la cifra de 2.000 habitantes de la Franja de Gaza muertos y alrededor de 10.000 heridos (el 80% de ellos civiles y la mitad mujeres y niños).
Ahora se transforman en «líderes humanitarios» que bombardean para rescatar a la minoría religiosa yazidi -varados en el monte Sinjar. Cuando la mayor parte de los ataques aéreos han sido llevados a cabo a más de 100 kilómetros de distancia, donde los combatientes del Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) están amenazando Erbil, la capital de la región kurda iraquí, y parte crucial de los planes estadounidense para mantener cierta influencia sobre el futuro de Irak.
La verdad es que desde la ocupación los yanquis fomentaron el enfrentamiento entre las minorías chiitas, kurdas y suni. Entre el 2006 y 2007 estos enfrentamientos cobraron la vida de 3.000 personas por mes. Apoyados en la burguesía chiita, emprendieron una verdadera caza de brujas contra la población suni a la que expulsaron en gran medida de Bagdad. El gobierno de Al Maliki, ahora depuesto ante su incapacidad para frenar el levantamiento en curso, desarrolló y continuó esta política luego del retiro de las tropas yanquis, fracasando el plan de los EEUU de generar una negociación que integrara a la burguesía kurda y sunita.
El ISIS es una guerrilla yihadista, que en principio fue armada por Arabia Saudita y Turquía en su pelea contra el dictador sirio Al Assad. Con métodos totalitarios y de fundamentalismo religioso que no compartimos, y que el ISIS utilizó incluso contra el ala republicana de la oposición al régimen sirio, sus guerrillas empalmaron con el alzamiento de la población suni en el norte de Irak. Por eso en pocas semanas penetraron profundamente en el territorio iraquí, desarmando al ejército regular organizado por los yanquis, tomando la segunda ciudad en importancia Mosul y llegando hasta 60 km. de Bagdad.(1)
Para intentar contener este avance el imperialismo esta armando a la minoría kurda, a la que históricamente ha privado de sus derechos a constituir una nación autónoma (2), pero ahora se apoya en su burguesía para dominar un territorio lleno de riquezas petroleras, con fuertes explotaciones de las compañías yanquis y francesas.
Basta de bombardeos imperiales, por la autodeterminación del pueblo irakí
Los bombardeos pueden frenar y debilitar la ofensiva del ISIS. Pero no pueden aplastar un levantamiento popular. Para ello hacen falta tropas terrestres y un respaldo político que el deteriorado régimen de Al Maliki no podía garantizar. Por eso los yanquis, apoyados en la máxima jerarquía del clero chiita han impuesto un nuevo primer ministro en su reemplazo, se trata de Haider al-Abadi. Su misión es lograr un gobierno de unidad con la burguesía chiita, kurda y sunita que le permita detener el avance del ISIS y del levantamiento popular en curso.
Nada bueno puede esperar el pueblo iraquí de este nuevo gobierno. La única salida para poder salir del pantano es terminar con toda injerencia imperial en el país, empezando por detener la nueva intervención militar y derrotando a la burguesía local colaboracionista con los intereses de las multinacionales petroleras.
En esta pelea es necesario alentar el surgimiento de una nueva dirección democrática y anticapitalista del pueblo en lucha, capaz de generar un proceso constituyente que una al pueblo iraquí, reorganizando una nación en la que todos sus pueblos y minorías religiosas puedan convivir en paz, aprovechar las inmensas riquezas energéticas del país para utilizarlas al servicio del bienestar de las mayorías populares y para terminar con la dominación imperialista en la región.
Gustavo Giménez
(1) La nación kurda está repartida en el territorio de Irak, Irán, Siria, Turquía y Armenia.
(2) Llegaron incluso a proclamar un nuevo Califato que pretende unir los territorios de Irak y Siria.