25 de mayo de 2015. Los ideales de Mayo y la Segunda Independencia

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El próximo 25 se cumplirá un nuevo aniversario de esa revolución que marcó un hito en la lucha por la independencia de nuestro país, y también algo más grande y que nos contiene, la lucha por la independencia de nuestro subcontinente latinoamericano. El ala más consecuente de los revolucionarios de aquella época, de un Mariano Moreno, Castelli, Belgrano, San Martín y de sus pares latinoamericanos, entre los cuales descolla la figura de Simón Bolívar, concebía la independencia de nuestros países como parte de un gran proyecto latinoamericano.
Y el hecho de que, derrotado militarmente el imperio español, el destino de nuestra América Latina no terminara en una gran nación, sólo puede explicarse por los mezquinos intereses de las clases capitalistas dominantes de aquellos años, que prefirieron crear estados separados, entre otras cosas por los intereses en común que sostenían con distintas potencias extranjeras, en particular Inglaterra.
Pasaron más de 200 años de historia desde aquellas gestas gloriosas y la independencia conquistada, fue luego abandonada por nuestras clases dirigentes, que terminó transformándonos en una semi colonia dominada por los ingleses hacia 1930.
La enorme movilización de la clase trabajadora, que enrolada en las banderas del peronismo, enfrentó el intento de penetración yanqui, a partir de 1945, logró un importante periodo de independencia relativa que fue quebrado abruptamente por el golpe gorila de 1955. Perón al retirarse sin resistencia del gobierno, mostró las limitaciones del sector burgués que lo apoyó, como de la dirigencia sindical que se fortaleció al calor de los favores del Estado, de la cual son herederos los popes sindicales del presente.
Enfrentar hasta el final la penetración yanqui, era tomar el camino que los revolucionarios cubanos tomaron apenas unos años después, y eso fue imposible por la esencia burguesa del peronismo. Las tareas de la independencia nacional, quedaban únicamente en manos de los trabajadores y el pueblo.
Desde entonces el peronismo «como gran proyecto nacional» paso a ser una caricatura, de lo que incluso logró en las primeras presidencias de Perón y Evita. De la vuelta del General en el 73 no surgió una nueva independencia… sino Isabelita, Rodrigo y el «brujo» López Rega. Menem en el gobierno instauró el liberalismo más furioso y las «relaciones carnales» con EEUU. Y el gobierno de Duhalde, el fracasado piloto de tormentas de la clase capitalista argentina luego de la crisis del 2001, intentó una transición hacia el nuevo discurso «emancipador» kirchnerista.

El doble discurso K y la mentira de la «soberanía nacional»

La crisis desatada por el «Argentinazo» conmovió hasta sus cimientos al viejo régimen político. Ante la debilidad de la izquierda para construir una alternativa, el kirchne-rismo montó un proyecto que, aprovechando la complicidad del conjunto del régimen político, aprovechando un salario deprimido y los mejores años de bonanza para las exportaciones de nuestro país, utilizó un doble discurso muy distinto. Había que «defender nuestra soberanía del FMI, de las AFJP, de las empresas petroleras…», «desarrollar la industria nacional, el trabajo argentino…», «desendeudarnos para ganar independencia…»
Y muchos argentinos, espantados por los discursos de la derecha tradicional, desde la UCR a Macri, de Massa a De la Sota y el PJ tradicional, compraron el discurso. Lo cierto es que el modelo K, no sólo no nos desendeudó, aumentó enormemente los pagos y la deuda, y ahora de la mano de Vanoli, el presidente del Banco Central, admite sin sonrojarse que se inicia un nuevo ciclo de endeudamiento. Sino que mantuvo un modelo productivo completamente dependiente, basado en el extractivismo de nuestros recursos naturales, en una pobre industrialización y en la entrega lisa y llana de nuestros recursos naturales a las multinacionales mineras y petroleras o a los grandes capitalistas del agro negocio. El modelo K, que quiso revestirse de un discurso latinoamericanista, posando con Chávez o Evo, en un sentido es lo contrario a estos procesos que hoy atraviesan graves crisis, y que aún limitada-mente se enfrentaron con los intereses del imperio.

Hace falta una segunda independencia

El sistema capitalista-imperialista atraviesa una de las crisis más graves de su historia. La crisis del 2008 con la quiebra del Banco Lehman Brothers desató una furiosa ofensiva sobre los condiciones de vida y los salarios de los trabajadores y los pueblos oprimidos, y en respuesta a ella se producen múltiples luchas, guerras, guerras civiles, etc. y enormes crisis de los viejos regímenes políticos y sus formas de dominación.
Nuestro país es parte de este contexto y más allá de tal o cual coyuntura, se ha abierto en él una oportunidad inédita, para que una nueva fuerza política pueda llevar hasta el final la lucha de nuestro pueblo contra la dependencia de las multinacionales, los grandes bancos y los imperios centrales. La izquierda tiene esa oportunidad. La de alzarse como alternativa de poder para pelear por una Segunda Independencia. Pero para ello necesita abandonar mezquindades y divisiones. Sin ello, el crédito que miles de trabajadores y sectores populares le han dado en los últimos años corre el riesgo de agotarse. Más que nunca es necesario unificar a todos los que luchamos por una Segunda Independencia, que solo podrá ser posible de la mano de los trabajadores y el pueblo y un proyecto de país anticapitalista.

Gustavo Giménez

americalatina


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