El primer dato de las recientes elecciones a la Cámara de las Comunes británica lo da el triunfo Tory, que les permite gobernar con mayoría absoluta en la Cámara. Sin embargo este no es el único dato relevante, el otro es el hundimiento de los Laboristas (socialdemócratas), que perdieron en Escocia gran parte de sus votos a manos del partido nacionalista escocés acaudillado por la abogada de 44 años Nicolas Sturgeon, quién con un discurso a la izquierda de los dos partidos en que se alterna el régimen político británico, obtuvo 56 bancas de 59 en juego, recolocando nuevamente la posibilidad de que Escocia se independice del Reino Unido.
Entre los grandes perdedores se encuentra también el Partido Liberal Democrático, socio del gobierno del primer ministro conservador Cameron, que perdió la mayoría de sus bancas. Y pese a haber conseguido una sola banca se mantiene una alta votación para el IKIP, una derecha populista y racista, cuya propuesta central es la salida de Gran Bretaña de la UE, con argumentos xenófobos, que obtuvo 4 millones de votos.
El resultado electoral puede ser un punto de inflexión para cambiar el antidemocrático sistema electoral, basado en circunscripciones uninominales (el que gana el distrito se queda con la única banca en juego), destinado a afianzar el régimen bipartidista y a excluir a las minorías. Los conservadores obtuvieron la mayoría absoluta con 331 escaños, con el 36,9 % de los votos emitidos, y los laboristas 232 escaños con el 30,4 %, de las 650 en juego.
A la posible ruptura escocesa se suma el próximo llamado a un referéndum para decidir si el Reino Unido sale de la Unión Europea, lo que en el marco de crisis económica y ajuste plantea una nueva crisis para el imperio británico. El hundimiento del laborismo plantea la necesidad de la unión de la izquierda radical para construir una alternativa frente a la crisis del nuevo régimen.

G.G.