Los ataques terroristas conmovieron el mundo y reavivaron el debate sobre las causas de esa barbarie y las maneras de frenarla.
El viernes 13 de noviembre, varios atentados terroristas cometidos por el Estado Islámico (ISIS) en París causaron 129 muertos. Un día antes, 43 personas en Beirut y otras 19 en Bagdad fueron asesinadas en ataques similares. Y el viernes 20, en otro atentado que se adjudicaron los grupos ultraislámicos Al Murabitun y Al Qaeda de Magreb, aliados de ISIS, murieron 27 personas en un hotel de Bamako, la capital de Mali.
Una enorme ola de solidaridad con las víctimas y de repudio a los asesinos recorrió el mundo entero. Desde el MST-Nueva Izquierda también nos pronunciamos de inmediato en ese mismo sentido. Pero la reacción de los gobernantes europeos amerita una reflexión más profunda. El imperialismo francés y europeo intenta usar el dolor generado por esas muertes injustas para avanzar una agenda belicista en Medio Oriente y represiva en sus propios países.
El presidente francés François Hollande declaró estar «en guerra», dictó el estado de urgencia y comenzó a bombardear Siria al otro día de los atentados. El poder político y mediático europeo además alienta el racismo islamofóbico para cerrarle las fronteras a los cientos de miles de refugiados que huyen de la guerra civil siria. O sea, utilizan los atentados para intensificar el conflicto y para cerrarle el paso a la gente desplazada por el mismo.
El imperialismo también es responsable
El mayor responsable de que sucedan atentados como el de París, y de que existan organizaciones terroristas como ISIS, es el propio imperialismo europeo y norteamericano. La intromisión imperialista en Medio Oriente genera las condiciones para que surjan y se fortalezcan grupos fanáticos como ISIS. Los pueblos árabes vienen sufriendo saqueos, invasiones y bombardeos de las potencias de Occidente desde hace generaciones. De más bombas imperiales, nacen más terroristas.
La invasión yanki a Irak en 2003 y su política de dividir para dominar, que, alentó una guerra sectaria permanente entre sectores musulmanes sunnitas y chiitas, creó el vacío que le permitió a ISIS establecerse y fortalecerse en la región iraquí de Mosul.
Cuando estalló la Primavera Árabe en 2011 los gobiernos imperialistas intervinieron, pero no en apoyo de las masas movilizadas contra sus dictadores sino cada cual en favor del sector que pudiera garantizar sus negocios. En Siria esto ayudó a profundizar la sangrienta guerra civil que ya suma 300 mil muertos y 4 millones de desplazados y en donde ISIS crece como principal fuerza militar opuesta al dictador Al Assad.
ISIS no sólo nutre sus filas en Medio Oriente, sino también en el interior de Europa. Muchos de sus reclutas son jóvenes europeos -en su mayoría de origen árabe, pero no todos- que padecen pobreza, marginación y racismo en los suburbios de las ciudades europeas. Por eso la intensificación imperialista del conflicto bélico en Medio Oriente, así como las medidas represivas y las campañas xenófobas e islamófobas en Europa, únicamente ayudan a reproducir el caldo de cultivo del terrorismo yihadista.
Federico Moreno
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