El otrora pujante y centro económico de Siria, la ciudad de Aleppo, ha sufrido durante estos años de guerra una fuerza destructora superior a un terremoto o tsunami: una lluvia de bombas y misiles de todas las fuerzas contrarrevolucionarias, a comenzar por las fuerzas de dictador Basher Al-Assad, el imperialismo yanqui y Rusia.
Luego de una fingida tregua que duró apenas unos días siguió una semana en la cual ya han muerto 100 niños, 223 heridos y más 500 civiles muertos según la Unicef, mientras solo han quedado 35 médicos para todo el barrio este de la ciudad. Dos hospitales han sido destruidos junto a dos panaderías dejando prácticamente sin alimento a la población.
A un año del comienzo de la intervención rusa el régimen de Basher Al-Assad ha recuperado terreno, causando según la ong Observatorio Sirio, la muerte de 9 mil personas – 3.800 civiles y 5.500 milicianos del ISIS y de varios grupos armados – y, la oposición rebelde, prácticamente liderada por Al-Nusra (Al-Qaeda) con el nuevo nombre de Jabhat Fatah al-Sham, queda como la única fuerza militar de la oposición en condiciones de resistir la embestida del régimen en Aleppo.
Esta situación es la que ha eliminado cualquier posibilidad de acuerdo diplomático. EEUU por la debilidad de sus fuerzas en el terreno, navegando al garate, ha dado permiso para suministrar misiles tierra-aire a las fuerzas de oposición en manos de Jabhat Fatah al-Sham y Rusia envió decenas de bombarderos a su base de Hmeymim mientras aumenta la presencia de militares iraníes y de Hezbollah en las afueras de la ciudad.
Si hubiese aún fuerzas democráticas y/o revolucionarias en la llamada oposición siria cuyo programa sea democrático laico y no racista, deberían llamar a unirse al proceso que se lleva adelante en Rojava y a su vez la dirección del PYD (Partido Unión Democrática, dirección política en Rojava) llamarlos para un proyecto democrático derrocando a Basher Al-Assad y librarse de las reaccionarias fuerzas Yihadistas que con el apoyo de Arabia, las monarquías del Golfo, Turquía y el imperialismo pretenden construir una Siria igual al régimen saudita.
Fabio Marucci