La orientación productiva del gobierno de Cambiemos consiste en reafirmar la estrategia del extractivismo como lógica capitalista de producción. Megaminería y agronegocio como naves insignia. Nuestro análisis en el cuadro internacional y propuestas de salida alternativa
Aunque es ministro nacional, el rabino Bergman, fatigó con viajes recurrentes sólo a las provincias de Chubut, Mendoza y alguna vez (en dos años, Córdoba). Ocurre que esos distritos tienen leyes de protección ambiental positivas que obstaculizan la megaminería, producto de luchas del movimiento social. En el mismo carácter de lobbysta con cartera ministerial, Bergman, presionó en Entre Ríos y otras provincias para reducir los límites a la fumigación con agrotóxicos.
Más de conjunto, hay dos asignaturas que encaró el religioso desde el Ministerio de Ambiente: provocarle modificaciones a la Ley de Glaciares, de modo que no proteja más los hielos; aprobar una nueva Ley de Semillas, en condiciones tales que complete la regulación a favor de las corporaciones del sector.
Engels, compañero de Marx en militancia y elaboración teórica, decía que “el Estado es el burgués colectivo ideal, piensa por todos”. Efectivamente, ministros como este rabino, son gestores del interés de clase capitalista de los pooles y las megamineras. Sin embargo, también en este terreno, Cambiemos tiene un escollo: la movilización social que acumula fuerza, experiencia y conciencia. Crecen las iniciativas anti-agrotóxicos en Entre Ríos y Santa Fe, y hace pocos días llegó a CABA la caravana de asambleístas de Jáchal que enfrentan a la Barrick en San Juan. Hay reservas populares para poner límite. Pero, además de protestar, hay que proponer. Para eso, primero analizar y entender es una obligación militante.
El caso de la cartelización capitalista en el agronegocio
El proceso de expansión del modelo transgénico en América Latina, y en especial en Argentina, es un dato indiscutible. Se trata de una modalidad de producción que reemplaza fuerza de trabajo por máquinas, que utiliza métodos de probada peligrosidad sanitaria (transgénicos y agrotóxicos) y su sentido último es exclusivamente económico: abaratar costos de producción con commodities en gran volumen. Este modelo es planetario, y nuestro país, un eslabón. Tres empresas controlan más de la mitad (53 por ciento) del mercado mundial de semillas. Se trata de Monsanto (26 por ciento), DuPont Pioneer (18,2) y Syngenta (9,2). Entre las tres facturan 18.000 millones de dólares anuales. Entre las diez empresas dominantes del mercando abarcan el 75 por ciento a escala mundial. Y facturan 26.000 millones de dólares anuales. Las grandes compañías ya compraron la mayor parte de las empresas que podían adquirir en sus países de origen. La nueva estrategia es comprar y establecer alianzas con compañías de India, Africa y Latinoamérica. Por ejemplo, la estadounidense Arcadia Biosciences y la argentina Bioceres (en su directorio están Gustavo Grobocopatel y Víctor Trucco, entre otros referentes del agro transgénico local). Estos últimos, en la década pasada fueron oficialistas del FPV. Hoy lo son de Cambiemos. Siempre el “oficialismo” es el “burgués colectivo ideal”, en palabras de Engels. Esta dinámica internacional que describimos tiene una razón de ser: para el capital y su valoración cortoplacista, las leyes de protección ambiental son obstáculos comerciales, trabas que hay que eliminar en registro patronal.
No es condena, es opción estratégica de los que mandan
Este modelo que describimos no empezó con Macri. Cambiemos en todo caso, profundiza, exacerba. Y no nos cansamos de repetirlo: no estamos condenados a ser semi-colonia extractiva, depredada y saqueada. Por eso, nuestro punto de vista implica destacar que en lo inmediato se necesita unidad en la acción para protestar y detener esta ofensiva. Y el carácter de esa protesta tiene que ser nacional, unida a la lucha contra el plan de ajuste del macrismo en general y coordinada en un movimiento nacional en defensa de los bienes comunes. Como salida propositiva, vamos a plantear lo siguiente:
- Prohibir el agronegocio y el uso de agrotóxicos dañinos para la población.
- Impulsar un modelo productivo de alimentos basado en la agroecología como política pública.
- Garantizar distribución estatal de alimentos del productor al consumidor sin intermediaciones que encarecen el acceso y contaminan.
- Reforma agraria y reutilización del territorio con estos objetivos sociales.
Sin embargo, junto a la movilización social y el programa de cambios a implementar, se precisa una organización de lucha por esas causas. Nuestro colectivo Red Ecosocialista, y el MST, tienen como propósito contribuir a esa orientación. Por eso somos ofensivos en la invitación política a militar con nosotrxs a todxs los lectorxs de este artículo y que compartan sus fundamentos. El tiempo es ahora, sí o sí.
Mariano Rosa