MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Macri y el FMI se tienen que ir ya. Adelantar las elecciones para una Asamblea Constituyente

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Ante la crisis, millones se preguntan cuál es la salida a favor del pueblo. Somos categóricos: no la habrá sin echar a Macri y el FMI. Y adelantar las elecciones a una Constituyente. ¿Es posible?

Si el 80% del pueblo rechaza al FMI, ¿qué democracia es esta que nos obliga a bancar a un Macri que, contra las mayorías, impone acuerdos con el Fondo que nadie discutió? Se trata de un plan no resuelto en Argentina, sino por el FMI, el G8 y la OCDE. Ellos deciden, no el pueblo. ¿Es esto una democracia…? Hay que cambiar. Son ellos o nosotres.
No va más este plan de país pequeño, al servicio del 1% como pasa en el mundo. Es antidemocrático bancar un plan que recorta derechos al servicio de la deuda y las corporaciones. La “oposición” tiene responsabilidad al votarle a Macri y a Vidal los presupuestos para cumplir con el Fondo.
Por eso Macri y el FMI se tienen que ir ya. Y el pueblo echarlos a patadas, con la movilización, la huelga general y un plan de lucha. Porque cada día que sigan estaremos peor. Quienes, como el PJ, los K y la dirigencia gremial, trabajen para que Macri llegue a diciembre, hablando de gobernabilidad y de “democracia”, trabajan para que haya más despidos, pobreza y marginalidad.

¿Se puede prometer y no cumplir? Revocar mandatos

Hace poco, “Chequeado” volvió a verificar que Macri incumplió el 90% de sus promesas. Durante el paro del 30, Macri dijo: “Nos han dado un mandato como presidente para llevar adelante…”. Pero gobierna haciendo lo opuesto. Eso es lo antidemocrático, prometer una cosa, ser elegido y hacer lo opuesto. Una estafa a la decisión popular, incluso distorsionada por esta democracia para ricos.
Como cuando Macri prometió “bajar la inflación a un dígito” y tenemos la inflación más alta desde 1991. “Vamos a crear trabajo, cuidando los que tenemos”, prometió. Y destruyó empleo, con miles de despidos, suspensiones y cierre de comercios y empresas. Aseguró “crear el Plan Primer Empleo” y sumió a la juventud en la precarización.
Prometió “una Argentina con Pobreza Cero”, pero la subió del 29,2% en 2015 al 33,6% actual, hundiendo a 13,6 millones de argentinos, la mayor cifra en la década. “Los trabajadores no van a pagar impuesto a las ganancias”, dijo en su spot. Pero 1,1 millón pagaban cuando asumió y hoy casi 2 millones pagan ese impuesto al salario.
Es ya un gobierno de minorías, ilegítimo. Que tira nafta al fuego como en el 2001. Nos quieren hacer creer que es “por acá” o explota todo. Pero explotará si seguimos así. Es tiempo de medidas de urgencia. Como en otros momentos de nuestra historia, proponemos adelantar elecciones y llamar a una Asamblea Constituyente, libre y soberana para reorganizar el país sobre nuevas bases.
No alcanza con votar quién gobierna. No se trata de sacar a este gobierno y que venga otro a aplicar un ajuste similar. La crisis del país y su institucionalidad no responden a las necesidades populares. Hace falta un cambio radical. Una Constituyente que discuta todo, es la salida más democrática.
Nos dicen que lo nuestro sería un pensamiento mágico. Lindas ideas, aunque inaplicables. Pero lo utópico es esperar ocho meses hasta diciembre para poner fin al gobierno de Macri y el FMI. Por plantearlo, nos tildan de “destituyentes” quienes avalan la intentona golpista en Venezuela. Cuando nuestra propuesta es lo opuesto: la posibilidad de revocar mandatos para que el pueblo haga valer sus derechos. Y abrir las puertas a otro proyecto de país.

Ocho Constituyentes en el país. Se hizo, se puede

En Argentina hubo ocho Asambleas, Congresos o Convenciones Constituyentes en los 206 años transcurridos desde la primera, la Asamblea del Año XIII. La llamó el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata para declarar la independencia y sancionar una Constitución. Inició en enero de 1813, tuvo 111 sesiones en cinco períodos y terminó en enero de 1815.
Esos objetivos se vieron truncos por las disputas entre las tendencias del proceso iniciado en 1810 (ver1). Aunque sí aprobó importantes avances en sentido anticolonial. Autorizó el uso del escudo nacional, la escarapela, encargó el himno y mandó acuñar la primera moneda nacional. Además de derechos sociales y democráticos como la libertad de prensa o declarar el principio de soberanía del pueblo.
Abolió la tortura y la persecución y afirmó la primacía de la autoridad civil sobre la eclesiástica. También eliminó el pago de tributos a nativos y su explotación con la encomienda, mita y yanaconazgo. No llegó a abolir la esclavitud, pero dictó la libertad de vientres de las esclavas. Prohibió traficar esclavos, suprimió los títulos de nobleza y mayorazgos. Y hasta ordenó un censo y dio franquicias para comerciar.
Cuarenta años después, se reúne en Santa Fe el Congreso Constituyente que sanciona la Constitución de 1853, la que rige hasta hoy. Hubo una Constituyente en 1860 que la reforma en base al pacto de San José de Flores. Y más reformas en las Constituyentes de 1866 y 1898. Hasta llegar a la de 1949, con Perón.
Aún sin romper con el capitalismo y siguiendo al constitucionalismo social, ésta incorporó el concepto de función social de la propiedad que limita el derecho capitalista, señaló derechos de la niñez y ancianidad, a la vivienda, salud, seguridad social, la educación pública y la autonomía universitaria. La Constituyente de 1957, cuestionada al ser en dictadura, revierte gran parte de esa Constitución del ‘49.​
En general, no surgen como producto de la lucha obrera y popular, sino que fueron llamadas por sectores burgueses para dirimir diferencias o imponer cambios a favor de determinados intereses. Como la Constituyente de 1994, surgida del Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín, para asegurar la reelección de Menem a cambio del tercer senador.

¿Qué es una Constituyente y qué podría resolver?

Se trata de una asamblea o convención nacional convocada según el artículo 30 de la Constitución, para modificarla o redactar una nueva. La llama el Congreso con dos tercios de los votos y fija su temario. Se convoca a elecciones de diputados constituyentes y, proporcionalmente a los votos de cada partido, se conforma la asamblea.
Es un mecanismo institucional que puede aplicarse en tiempos de crisis. Un organismo elegido en comicios nacionales donde se votan diputades para reformar la Constitución en todo lo que haga falta. Se la debe declarar libre y soberana para poder tomar todas las medidas de corto y mediano plazo necesarias en lo económico, social y político.
No se trata de enmiendas constitucionales, sino de transformaciones radicales en la estructura del país. Un evento así abriría un gran debate democrático, con protagonismo de trabajadores, mujeres, la juventud y sectores populares. En una elección sin PASO y donde todas las fuerzas tengamos igual acceso a espacios gratuitos en redes y medios. Sería la mayor instancia en esta “democracia” capitalista, en la cual propondríamos un gobierno obrero y popular.
La Consituyente debería resolver cortar el saqueo de la deuda externa para empezar a cumplir con la deuda social. Evitar la fuga de dólares al nacionalizar la banca y el comercio exterior. Reestatizar las privatizadas para acabar con los tarifazos. Parar la suba de precios, eliminar el IVA de la canasta familiar y fijar un aumento general de salarios, planes sociales y jubilaciones. Aprobar el aborto legal y la ESI en todas las escuelas. Separar la Iglesia del Estado y eliminar el arcaico Senado.Acabar con la justicia adicta al poder y la policía coimera y represiva, al establecer la elección de jueces, fiscales y comisarios por el voto popular y su control social. Cortar con los privilegios y corruptela de la casta política y empresarial. Estos y otros temas se deben debatir públicamente. Y seguir la lucha hasta imponer un gobierno obrero y popular que avance a una Argentina socialista.

Francisco Torres

1. https://mst.org.ar/2013/02/07/bicentenario-de-la-asamblea-del-ano-xiii/