Al seguir suspendida la actividad escolar, se ahondan los problemas educativos por el ir y venir oficial. Improvisación no solo fruto de la sorpresa, sino resultado del accionar de un gobierno que cuida los intereses económicos y ganancias, antes que priorizar a fondo la salud y educación. El desafío de lo virtual y nuestra mirada.
Escriben: Andrea Lanzette y Francisco Torres
El 9 de marzo, cuando iniciaba las clases la Secundaria, Ginés, el ministro de Salud reconocía: “Yo no creía que el coronavirus iba a llegar tan rápido, nos sorprendió”. A esa altura se conocían los estragos de la pandemia mundial, lo que había que desplegar para que no se disparara y para atender a la mayoría que se contagiara.
También eran noticia el primer muerto en Argentina y los casos en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, Chaco, San Luis, Córdoba y Río Negro. Pero como reconoció el ministro, al gobierno “lo sorprendió”. Increíble para quien debe velar y anticiparse por la salud. Fue la nota para la partitura oficial y en esa sintonía serán las medidas que toma el gobierno. Tardías e insuficientes. Medidas titubeantes e improvisaciones de escritorio, respondiendo al interés de cuidar la ganancia capitalista, a “honrar” la deuda y la “economía” de los de arriba.
Educación y un gobierno sorprendido por un escenario conocido
Ese día 9, cuando el ministro reconocía su “sorpresa”, había 370 millones de estudiantes en el mundo, el 21.3% de la matrícula planetaria afectada, con 17 países con cierres a nivel nacional como China, Italia, Japón y gran parte de Asia. Y otros tantos con suspensiones parciales de clases, como EEUU, Francia, Alemania, Inglaterra, India o Pakistán. Bastaba ver el mapa de UNESCO o la OMS y no sorprenderse…
Si bien la prensa y un sector pretenden instalar que el gobierno la “agarró a tiempo”, a diferencia de otros, vale preguntarse si eso es verdad. Si podían tomarse otras medidas, si llegaron a tiempo y si son suficientes. Repasemos:
1. Las clases no se suspenden: la decisión de cerrar o no la escuela se somete a la necesidad empresaria de mantener la producción y renta capitalista, evitando dar días a sus trabajadores. Aunque lo maquillan Ginés y sus “expertos” al decir que suspender clases sería “contraproducente” ya que les pibes “no son un grupo de riesgo”, como dijeron en la conferencia del 14 de marzo. El ministro Trotta y los “expertos” plantearon además que estudiantes y docentes se conviertan en “efectores de salud” para ejercer protocolos, detectar casos y disponer su aislamiento. Una locura.
Pero en las redes se hizo tendencia el “suspendan las clases ya”. Sobre todo porque el gobierno no garantizaba lo mínimo: agua, jabón, papel, lavandina, detergente, desinfectante, guantes. Ni repelente ni fumigar escuelas ante el dengue ni resolver la crisis de infraestructura.
2. Clases suspendidas, pero escuelas abiertas: ante esta realidad, el domingo 15 Alberto Fernández anunció la suspensión de clases, pero con escuelas “abiertas”. Cada distrito haría lo que la situación permitía. Los expertos que el día antes dijeron que no era necesario, decían lo contrario con nuevos argumentos. Aunque con igual lógica económica, al sacar cuentas que era más barato tenernos en casa que garantizar las condiciones de salubridad en las escuelas y el sistema de salud.
Dicen que las idas y vueltas son por estar ante un virus nuevo. Pero ya entonces planteamos 10 medidas básicas para la salud y educación, que iban más allá de suspender la actividad escolar. Las cuarentenas existen desde la edad media, la ciencia avanzó y la experiencia en otros países nos permitía, atentos a trabajadores de la salud combativos y con compromiso social, elaborar ese programa. Es decir, ante la política del PJ-PRO-UCR-Carrió, la izquierda levanta medidas alternativas.
3. Escuelas abiertas para la contención: el 16 de marzo, Fernández, Trotta y los gobernadores dicen que la docencia debe ir a las escuelas para dar contención y repartir viandas, blanqueando su concepto de la educación. Y dar acompañamiento pedagógico virtual a menores y adolescentes, todo resuelto desde arriba con contenidos pedagógicos enlatados sin considerar la planificación docente ni la realidad áulica y escolar. El caos reinaba en cada jurisdicción.
4. Escuelas abiertas con personal esencial: el 20 de marzo, luego de varios días y conferencias de Trotta diciendo y desdiciéndose sobre qué debía hacer la docencia, se ordena la cuarentena total. Ningún docente va a la escuela. Pero con otra improvisación ya que el hambre requería potenciar los comedores y la entrega de alimentos desde la escuela. Entonces seguimos exigiendo elementos para el cuidado, limpieza y la salud, pero poco llegará a las escuelas. En lugar de un fuerte aumento de los presupuestos, deciden mantenerlos congelados en los ajustes macristas del 2019.
¿Qué hacer les docentes ante esta situación?
Al extender la cuarentena y lo dicho por el gobierno sobre eliminar vacaciones, extender el ciclo o dar clases en fin de semana, hubo nuevos malestares. Pero las clases no están suspendidas, la docencia trabaja, con fuertes limitaciones.
En ese marco hubo debate por nuestra publicación sobre el video de Alberto Fernández diciendo que “si hay algo que no me urge es el inicio de clases…” y que “nadie sufrió por recibirse un año antes o un año después, tampoco van a sufrir por terminar el colegio un mes antes o un mes después…”.
Planteamos que, como docentes, nos preocupa y mucho la continuidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, la definición de los contenidos pedagógicos, la selección didáctica y procedimental. Por eso cuestionamos la implementación que baja de arriba, de una supuesta “tele-educación” que resalta Fernández.
Queremos decidir qué hacer con la educación estatal, cuándo y en qué condiciones regresar a la escuela, cómo desarrollar la virtualidad pedagógica y qué selección de contenidos, a partir de la realidad económico-social de menores, adolescentes y familias. No por productos envasados que se cuelgan en la web o se imprimen y reparten en cuadernillos desde los supermercados, sin ningún sustento teórico, pedagógico y didáctico explícito. Sin considerar la particularidad y bajada a cada estudiante y grupo.
Señalar esto despertó la reacción de quienes bancan a Alberto, al PJ y sus medidas junto al PRO y la UCR. Con tono agresivo y mensajes para ridiculizar nuestra postura, dicen que la izquierda pondría palos, tira piedras (¿virtuales…?) o falsearon nuestra postura diciendo que arriesgaría la vida. Pero nuestra postura no pone en cuestión la salud. Es un planteo democrático, básico.
Como docentes queremos ser parte activa en la toma de decisiones. Ya hubo muchísimas idas y vueltas. Queremos decidir cómo implementar la virtualidad educativa, qué selección de contenidos y propuestas didácticas viables de acuerdo a cada realidad. No la bajada enlatada que definieron tecnócratas, funcionarios y burócratas sindicales que ni están frente al aula.
Autoritariamente dicen que todo esto se resolvió al votar en octubre y que Alberto podría decidir sobre todas estas cosas. Que criticar es “queja, protesta, pesimismo”, cuando hace falta “estar unidos”, en un supuesto mismo barco. Que deciden los “expertos” y quién seríamos como docentes para opinar. Pero decidir cuándo es conveniente o no regresar al aula y en qué condiciones, implica la consulta e integración a los comités de crisis a profesionales de la salud de CICOP, UTS y otros sectores gremiales que el gobierno no tiene en cuenta.
Si bien la suspensión y el cuidado de docentes y estudiantes son cruciales, los objetivos del gobierno no son esos. Sino mantener el freno al imprescindible aumento de los presupuestos sociales y a una urgente planificación que permita destinar partidas extraordinarias a reforzar el sistema de salud. También sostener la brecha educativa entre las privadas y estatales, los millonarios subsidios, la brecha entre provincias y seguir bancando una transferencia que se debe revertir.
Planificar para resolver los problemas educativos urgentes y lo estructural. Abastecer de agua a las escuelas, de elementos de higiene y cuidados a quienes hacen tareas esenciales. Aumentar salarios ante la suba de precios. Dar continuidad a suplentes y provisionales, a FINES y otros planes.
Conformar comisiones compuestas por docentes, estudiantes y familias para resolver cómo llevar a la práctica las clases en cuarentena. Repensar y jerarquizar el trabajo docente. Y empezar a organizar un Congreso Pedagógico Nacional para transformar la educación.