Llevamos 114 días de cuarentena. Con distintas fases a lo largo y ancho del país, desde el gobierno nos dijeron el 20 de marzo que esto era para cuidarnos, para protegernos y poder poner nuestras vidas a salvo. Van casi cuatro meses y queremos detenernos en cómo estamos los trabajadores, qué se hizo y qué no. Y cuáles son nuestras propuestas para que de una vez por todas, nuestras vidas valgan más que las ganancias y los negocios de los capitalistas.
Escribe: Carlos Ugarte
Hace pocos días en una lujosa residencia de la zona norte del Gran Buenos Aires, domicilio del empresario Jorge Brito, dueño del Grupo Macro, se juntaron a cenar junto al anfitrión; Marcos Bulgheroni de Pan American Energy, Miguel Acevedo, presidente de la UIA, Marcelo Mindlin de Pampa Energía y otros grandes empresarios, junto a Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, Wado de Pedro, ministro del interior y Máximo Kirchner, presidente del bloque del Frente de Todos. Por supuesto que la preocupación y los debates de esta mesa compuesta por gobierno y grandes empresarios no fue el crecimiento de los contagios en las industrias y los lugares de trabajo, ni la cantidad de trabajadores afectados y muertos, ni el incumplimiento patronal de los protocolos y mucho menos frenar los despidos y suspensiones ni dar respuesta a los salarios estancados que son devorados por la inflación. En esa cena se dio luz verde al fraccionamiento de los aguinaldos, se siguió archivando bajo siete llaves el inexistente impuesto a la riqueza que alguna vez balbuceó el gobierno y también se acordó trabar las paritarias y las subas de salarios al tiempo que brindaron por los avances de las negociaciones para pagarle al FMI y a los bancos internacionales la mayor parte de nuestra deuda eterna. Y para todo esto, si bien no estuvieron sentados en esa mesa pero si en otras cenas y reuniones, contaron con la complicidad criminal de los dirigentes sindicales vendidos que desde hace varios meses están borrados de los lugares de trabajo y descansan en sus grandes casas y mansiones.
Los trabajadores somos las principales víctimas del Covid
En varios artículos hemos desarrollado la incidencia de la pandemia en los trabajadores del equipo de Salud. Según las estadísticas, el 17% de los contagios se producen en ese sector de los trabajadores. Fueron denominados como la «primera línea» pero se los mandó al combate sin armadura y sin armas para combatir la pandemia. Trabajadores de los hospitales, clínicas, geriátricos y centros de salud han sido los más castigados y hay decenas de muertos entre ellos.
Pero también hay muchas compañeras y compañeros que fueron obligados desde el primer día a seguir trabajando, sin protocolos y sin protección, algunos de industrias esenciales pero muchos otros no, y esto hizo explotar los contagios y las muertes entre los trabajadores, mostrando el desprecio de las patronales y el gobierno por nuestra vidas y que solo les importan sus ganancias.
¿Qué servicio esencial era la fabricación de nuevos autos si las empresas tenían gigantescos stocks acumulados? ¿Cuánto de esencial tiene producir neumáticos si FATE, Pirelli y Bridgestne están con los depósitos llenos? Declarar esencial la minería, industrias de perfumería, de cuero, de juguetes y muchísimas otras, tenía un solo objetivo: salvar las ganancias capitalistas, seguir produciendo a costos bajísimos para stockear a las patronales exponiendo la vida de los trabajadores.
En estos 114 días hemos visto decenas de contagios en las grandes fábricas de automóviles como Toyota, Volswagen o Fiat, contagios en FATE y Bridgestone, explosión de casos en las fábricas de la alimentación como Mondelez plantas Pacheco y Victoria o en Felfort, que obligaron a parar varios días la producción. Un compañero muerto en Alijor Escobar. Casos en empresas metalúrgicas como Metalsa, frigoríficos como Ecocarnes y Rioplatense, fábricas como Bed Time, grandes supermercados como COTO y Carrefour y muchas otras. El Parque Industrial de Pilar fue un epicentro de contagios en fábricas como ILVA, Atanor, Unilever o Procter & Gamble. Podemos sumar también los trabajadores del transporte, obligados por las empresas a seguir trabajando en contacto con mucha gente y el consiguiente proceso de contagios en trabajadores de los ferrocarriles Roca, San Martín, Mitre, Belgrano y Sarmiento y varios compañeros fallecidos. Contagios tambien en líneas de colectivo y trabajadores del Subte.
Podríamos seguir con esta lista lamentable que describe la negligencia del gobierno y las patronales que expusieron nuestras vidas y lo siguen haciendo, mientras hablan de protocolos mentirosos que no se cumplen, anuncian trasportes propios de las empresas que nunca existieron y niegan licencias pagas al personal con riesgo de salud.
Nuestras propuestas inmediatas
El país se encuentra en diferentes fases decretadas por el gobierno nacional. Mientras el AMBA, Chaco, Neuquén, Río Negro están en lo que se dio a llamar falsamente una «cuarentena estricta», en las otras provincias del país se han abierto múltiples actividades. Esto sucede al tiempo que escuchamos por la tele y vemos por las redes un promedio de 2.500 contagiados por día y cifras de fallecidos que oscilan entre las 40 y las 70. Nos siguen pidiendo «quedarnos en casa» pero nos obligan a trabajar, nos niegan licencias, nos recortan salarios y fraccionan aguinaldos, mantienen los despidos y suspensiones y las ayudas sociales como el IFE son súperinsufi-cientes y lo cobran cada tres meses los que logran sortear los obstáculos de la página del ANSES.
La primera medida que necesitamos los trabajadores es que se cumpla con la prohibición efectiva de despidos, reincorporación inmediata de todos los trabajadores desafectados desde el 1 de marzo, llevar a $40.000 la ayuda social a desocupados, trabajadores informales y sectores sin otros ingresos, duplicación inmediata de la jubilación y recuperar la actualización de inmediato. Urgente aumento de salarios y apertura de paritarias en todos los sectores de trabajo y pago integral en tiempo y forma de los aguinaldos. Ni el estado nacional, ni las provincias y municipios y tampoco los empresarios están cumpliendo con esto.
Nuestra segunda propuesta es terminar con la mentira gubernamental del «trasporte propio de las empresas». Obligar a las empresas que quieren producir a garantizar en serio la movilidad de su personal. Es falso que se van a reducir las aglomeraciones en el trasporte público con declaraciones de la SUBE o reservando lugares en los trenes. Nadie se cree este verso. Que las empresas que trabajan garanticen el traslado propio y con trasporte a cargo de la empresa para todos sus trabajadores. Licencias pagas en forma total para el personal de las empresas que no trabajan por pico de contagios o por decisión patronal. Licencias pagas para trabajadoras y trabajadores que se encuenten entre los grupos de riesgo. Rotación del personal para evitar aglomeraciones y mantener en forma efectiva el distanciamiento social. No hay ningún tipo de producción que esté por encima de la vida de los trabajadores.
En tercer lugar proponemos algo que planteamos desde el primer día y fue rechazado en forma explícita por el gobierno y sus funcionarios: testeos masivos para detectar casos sospechosos y poder aislarlos y evitar la propagación y circulación del virus. Si somos trabajadores para producir ganancias a los capitalistas, se debe invertir en ese sector de compañeras y compañeros para poder detectar y aislar el virus. No hay otra forma verdadera de protección. Provisión a todos los trabajadores de elementos de protección de calidad, limpieza y desinfección permanente de los espacios donde se trabaja y ninguna organización del trabajo que esté por encima de los protocolos de cuidado de nuestra salud. Todo debe pasar por la decisión de comités de seguridad e higiene con trabajadorxs elegidos por sus compañerxs.
En estos 114 se viene demostrando que nuestras vidas no les importan a los gobiernos y a los empresarios. No podemos seguir así porque esto va a seguir con mayor o menor intensidad, pero los muertos y los contagiados los venimos sufriendo los trabajadores. No lo podemos permitir. Nuestras vidas valen mucho más que sus ganancias.