Eliminar subsidios y nacionalizar la educación #ALasAulas… por las cuotas

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En pandemia y mientras ajustaba el presupuesto educativo, el gobierno le dio más plata a la Iglesia Católica, otras confesiones y colegios privados por encima de los subsidios millonarios. Ante el lobby #ALasAulas, se impone nacionalizar la educación, en un sistema único y estatal.

Escribe: Francisco Torres

En la disputa por la educación pública, entendida como estatal, se ha montado una gran simulación y un uso espurio del sentir de millones por volver, cuando antes y en condiciones seguras, a la enseñanza presencial. Entendiendo al aula como el espacio natural para la construcción democrática, crítica y participativa de conocimientos.

#ALasAulas, la impostura del privatismo

Aparece una verdadera impostura, erigida alrededor del espacio corporativo #ALasAulas, al que solo les preocupa ir… al cobro de las cuotas adeudadas a los colegios privados. Además de frenar la pérdida de matrícula que se está pasando a la estatal.
Con un cinismo sin límites, esas mismas corporaciones, funcionarios, organismos internacionales, la Iglesia Católica y las evangélicas, las cámaras empresarias de la enseñanza privada, fundaciones, ONG’s, redes internacionales del emprendedurismo, que son las responsables de hundir en la miseria y el atraso a los pueblos, expresan su “desconsuelo” por la educación de las mayorías.

Estos sectores responsables del hambre y desnutrición de las infancias, en un país que produce alimentos para 10 Argentinas; de que un millón de pibes no tengan computadoras ni conectividad, son las que dicen sentir angustia por la brecha educativa o la desigualdad entre escuelas privadas y estatales.

Inundan los programas y debates televisivos y radiales, copan los diarios y redes, diciéndose preocupados por la situación emocional, desarrollo cognitivo, nivel nutritivo y hasta la actividad lúdica de nuestras infancias.

Una hipócrita fabulación, que alude a “la educación de una generación”, para disimular que les preocupa la formación gratuita que asegura la escuela estatal a cerca de 10 millones de estudiantes, gran parte a punto de recibirse. Les inquieta esa mano obra adoctrinada y capacitada con la que esperan contar para que les rinda en sus empresas, comercios y servicios.

Como ya hemos dicho, detrás del mantra burgués por una presencialidad plena, no hay preocupación por lo pedagógico ni la didáctica, sino por la necesidad de guarda y cuidado de menores. Para volver a ubicar la escuela como auxiliar de la producción capitalista y del recupero de la alicaída tasa de ganancia.

Organismos imperialistas como la ONU, el Banco Mundial y la OCDE apuran a los gobiernos porque se regrese a las aulas para que las escuelas actúen como centros de alimento, contención, tarea asistencial y también para contribuyan al rendimiento de madres y padres que precisan de la escuela como espacio de contención y formación de sus niñes.
Necesitan volver sí, pero a la formación de jóvenes que renueven la fuerza laboral. Y se terminen de recibir los técnicos y profesionales que la burguesía precisa. Y avanzar con la “nueva normalidad” capitalista, donde toda la sociedad retome los hábitos de producción y consumo.

Piden volver a las aulas para facturar y no perder matrícula

A su vez, hay una disputa concreta, material, que se mide en centenares de miles de millones. La Iglesia Católica, las Iglesias evangélicas y demás patronales privadas, están desesperados por parar y revertir la alta morosidad en el cobro de las cuotas. Y detener la pérdida de matrícula privada que se está pasando fuerte a la escuela estatal.

Como indican varios estudios de las entidades privadas, “la morosidad es la mayor problemática causada por la pandemia en el sector educativo privado argentino. La falta de pago de cuotas dificulta el flujo de caja de las instituciones, lo que limita el cumplimiento de sus responsabilidades financieras”. Y que “la tasa de morosidad en colegios privados está entre el 40% y 90%, dependiendo de las regiones y el contexto de cada institución”. Por eso se ofrecen software, guías de cobranza, capacitación, de todo.
Se habla de deudas promedio de 25.000 a 120.000 pesos y hasta 200 mil para familias de 3 o 4 hijos. Lo que lleva a una pérdida promedio del 30% de matrícula, con jardines maternales que tuvieron una baja en la matrícula del 90%. La pandemia mostró no solo la incapacidad del capitalismo de asegurar la salud, sino que desnudó también la inviabilidad del negocio de la enseñanza. El que fracasó ante la crisis. Y recolocó a la escuela estatal como la única que garantiza la educación para las mayorías.

Además las privadas recurrieron al Estado que las sostenga con respirador ya que Alberto y Trotta, entregaron cuantiosos fondos a la Iglesia y demás propietarios de colegios privados. Bajo el argumento de que pudiesen pagar los salarios docentes. Ante la morosidad en las cuotas de cientos de miles de familias, al definir a los colegios como “empresas”, Trotta los incorporó al programa ATP (Asistencia al Trabajo), para que cubran sus gastos con dineros públicos.

Esto pese a que más del 70% de las privadas y el 81% de las que administra la Iglesia, reciben subsidios del Estado. En el país, la masa de subsidios era de $58.000 millones en 2017 y se estimaba en $81.000 millones en 2020. Para colegios que, a su vez, facturan cuotas de 3.000 a 5.000, 10 mil, 30 mil y hasta 50.000 pesos al mes. Y gozan de la exención del IVA y de Ganancias, y no pagan las contribuciones patronales de sus docentes, como se viene prorrogando con decretos de Cristina, de Macri y hoy.

Son decisiones adoptadas por funcionarios políticos que se educaron y envían a sus hijes a las privadas. O que administran una universidad privada como Trotta y ministras como Acuña que pagaba cuotas de 43.000 pesos por el colegio de sus hijas. Al igual que Macri, Vidal o Bullrich. Por el lado del PJ aparecen Filmus, con la exclusiva escuela ORT y cuotas de 32.000 pesos más la matrícula. O Cristina, cuya hija asistía a privadas clericales con 25.000 al mes de cuotas. Todos establecimientos que reciben además, fuertes subsidios del Estado.

Es la forma en que se aseguran autonomía y financiación para que el sector privado imparta educación según su ideario, sin control ni seguimiento social ni oficial. Alberto solo da continuidad a la concepción histórica del PJ, como la fuerza que legalizó los subsidios a las escuelas privadas, con la Ley 13.047 de Perón, en el año 1947.

Basta de subsidios. Nacionalizar toda la educación

Sabemos de dudas o planteos señalando que eliminar los subsidios estaría bien, pero no es posible. Conocemos la inquietud de docentes que trabajan en las privadas, aunque no es la postura de la burocracia Celeste que defiende afiliaciones y es correa de transmisión del lobby de las iglesias y empresarios privados para que el Estado les asegure el negocio educativo.

En vez de dar pelea por explicar que sí es posible terminar con los subsidios, los defienden con falsedades. Como el relato de la escuelita parroquial que educa por “caridad” y llega donde el Estado no… Porque es al revés: quien llega donde la privada no, es la estatal. Las privadas no están donde no hay lucro y rentabilidad asegurada, hasta con plata del Estado. Es decir, del conjunto de la sociedad, que les financiamos la enseñanza particular, confesional y anti derechos a un sector.

La propuesta que hacemos es integral. Y si, al quitarle esos subsidios, algún establecimiento no quisiera o dijera no poder seguir funcionando, el Estado debe absorber esa escuela, garantizando los cargos y derechos a toda la planta docente, de dirección y auxiliar, así como a la matrícula estudiantil. Eso fijan los proyectos de ley presentados por Alejandro Bodart en la legislatura porteña, Vilma Ripoll en la bonaerense y Luciana Echevarría en la de Córdoba, junto al MST y Alternativa Docente.

Como socialistas planteamos poner fin a toda injerencia de la Iglesia y las corporaciones en educación. Eliminar los subsidios, estatizar todo establecimiento que no pueda o no quiera pagar, garantizar la matrícula y cargos docentes.

Como sostenemos en el documento suscripto por sindicatos provinciales, seccionales, la FND y agrupaciones Multicolor del país, continuamos luchando por la nacionalización del sistema educativo, en una escuela estatal, gratuita, obligatoria, laica y con perspectiva de género. Con la eliminación de los subsidios a la educación privada. Porque es tiempo de lucha.

 


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