Paritarias: El descontento social levanta el techo salarial

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La pérdida del poder adquisitivo sigue su curso incesante. El 80% de los trabajadores registrados cobran salarios por debajo de la línea de pobreza. Esta realidad alimenta el descontento social que como olla a presión hizo volar la tapa del 29% que el Gobierno había pactado con las burocracias durante el primer semestre del año.

Escribe: César Latorre

La política del Gobierno de bajar los salarios reales por la vía de ponerle techos salariales a las paritarias y aumentar la explotación este año sufrió un importante golpe. Habiendo cursado una experiencia en el 2020 intentó profundizar dicho curso pero la clase obrera le puso un freno.

Qué pasó en 2020

El año pasado lo inaudito de la pandemia para la clase trabajadora en su implicancia laboral, la dificultad de organización, la desaparición completa de la burocracia sindical y la cobertura discursiva manejada desde el poder del «freno de la economía» le sirvió al conjunto de la burguesía para ensayar una mayor explotación por triple vía:
a) Aumentando la intensidad del trabajo, no tomando reemplazos necesarios o reprogramando la producción con una parte menor de los trabajadores necesarios como vía predilecta.
b) Reduciendo el salario real. Con el aval de los descuentos salariales del 25% pactados por la burocracia y paritarias muy por debajo de la inflación o inexistentes.
c) Flexibilizando los modos de contratación, aumentando el trabajo informal, la contratación por tiempo determinado y la ampliación del trabajo tercerizado, precarizado o en negro.

2021, los de arriba no pueden y los de abajo no quieren

Montado sobre la experiencia del año anterior el Gobierno fijó un techo salarial del 29% en su presupuesto previo pacto con todas las burocracias. En febrero al servicio de esta política nefasta se puso el bancario Palazzo. El Gobierno se anotaba un punto fuerte con esta paritaria ya que siempre había sido referencia de desafiar los techos salariales.

Tras ésta otras paritarias fueron cerrándose respetando el techo o a lo sumo como llegaron a decir cuando el descontento se empezaba a hacer sentir: «Le ganamos a la inflación ya que firmamos uno o dos puntos arriba de la misma» refiriéndose al 29%.
Lo concreto es que la política de paritarias alrededor del 30% se fue resquebrajando paulatinamente, pegando un salto en el conflicto de los elefantes blancos de neuquén que a fuerza de un plan de lucha radicalizado desbordando a ATE quebraron esta política logrando un aumento arriba del 50%.

En este proceso, además de otros que se fueron sumando, se destacó el conflicto de la UTA que dejando de hablar de porcentajes instaló el problema de llevar el básico a 100 mil y obligaron a la conducción de ese gremio a romper el techo.

Frente a esta dinámica se destaca la entrega de ATE. El Gobierno, para intentar frenar y contener esta presión en alza, contó con la siempre esperada sumisión de UPCN pero también con el vergonzante aval de ATE de firmar de manera conjunta un 35% en 6 cuotas para los estatales.

Un plan que hace aguas

La lucha y el descontento de los estatales, las enormes movilizaciones de desocupados, los conflictos por lugar y la dinámica de corrosión de la burocracia y el gobierno a meses de un año electoral y el desarrollo potencial de otros procesos hizo trizas el plan original del 29%, el segundo plan del 35% y hoy el techo se ubicó en el 45%.

Por supuesto que hay un mar de fondo que es la inflación incesante, la devaluación continua y el promedio de los salarios en general. La realidad de que más del 80% de la clase trabajadora tiene salarios por debajo de la línea de pobreza es el combustible que alimenta el descontento social (ver infografía).

Sin embargo, todos sabemos que la energía en sí misma no mueve nada. Se necesita un mecanismo, un motor al cual alimentar y en este sentido somos categóricos: el motor es la clase trabajadora que a pesar de tener a todo el aparato del Estado y las centrales sindicales en su contra, a fuerza de presión y lucha hizo volar por los aires el techo salarial.

Gobierno y burocracia se reacomodan

El Gobierno del Frente de Todos, frente al hecho consumado, y con un ojo puesto en el costo que le hizo pagar a sus garantes en el movimiento obrero y otro en la cercanía electoral, intenta contener avalando paritarias del 45% y reacomodando su discurso. En palabras del jefe de gabinete, Cafiero, «No hay posibilidad de recuperación sin consumo y sin paritarias por sobre la inflación» (16/6) o «el gobierno estudia activar la cláusula de revisión» (5/7).

En el mismo tenor se encuentran las declaraciones sobre que se debería actualizar el Salario Mínimo Vital y Móvil.

En esta política de intentar contener el demonio de la movilización obrera e intentando ayudar a la canalización del descontento por vía electoral se suma el conjunto de la burguesía. Es por ello que desde hace dos semanas comenzamos a ver en todos los medios de manera detallada la información de las paritarias de cada sector orbitando en el 45%.

La Burocracia por su lado también busca no hundirse con su base y sale, como en el emblemático y educativo ejemplo de ATE, a borrar con el codo lo que firmó hace poco más de un mes. Lo siguió también UPCN y están pidiendo reapertura uno a uno casi todos los gremios.

Por su lado, bancarios buscando tapar su entrega de febrero reabrió y se buscó un plus para poder diferenciarse con el bono de 100 mil.

Los Moyano hicieron lo propio con el 45% y esbozando una crítica al modelo sindical con el doble objeto de posicionarse al interior de la CGT y dialogar con una base que está harta de la burocracia sindical.

La salud privada y el jefe de la CGT

Más allá de esta lógica de intentar cerrar las paritarias alrededor del 40% por lo que explicábamos más arriba, la dinámica de la lucha de clases y sus sectores no es lineal.
Las patronales de las prestaciones de salud privada salieron a la ofensiva a recuperar tasa de ganancia perdida frente al sector industrial. Para hacerlo utilizaron el vencimiento de las paritarias del sector para no acordar y pechar por más subsidios estatales y un aumento de las prepagas. Esta situación particular es la que fogoneó un conflicto que sigue en curso al momento de escribir esta nota. Es interesante el caso porque pega de lleno sobre el Jefe de la CGT que no puede garantizar para su propio gremio y para un sector más que castigado por la pandemia.

La magnitud de la bronca por abajo empujó a que la Celeste y Blanca de Daer y West Ocampo declarara un «plan de lucha» y tuviera que anunciar un paro que no quería para el 1 y 2 de julio. La fuerza de la preparación por abajo de ese paro hizo temblar todo y por ello pactaron una conciliación obligatoria a horas del mismo.
Este proceso muestra con todo nuestra tesis central de este artículo: lo más dinámico es el proceso de lucha por la base enfrentando todo.

La burocracia corroída por abajo

Muchas veces hemos utilizado la imagen bastante popular de que la burocracia es un gigante con pies de barro. Es una buena imagen, sin embargo, creo que no se ajusta del todo a lo que pasa. Porque pone el acento en que es mucho más débil de lo que parece. Ese aspecto es así y es cierto, pero también puede dar la falsa sensación de que va a caer sola y eso tampoco va a ser así. Porque para que cambie tiene que surgir una nueva alternativa.

Entonces, es importante ver su debilidad pero concentrar todos los esfuerzos en construir una nueva dirección también.
Lo positivo es que todo este proceso por abajo está reactivando con todo el camino de la construcción de una dirección sindical combativa, democrática e independiente. En esta imprescindible tarea estamos.

 


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