El anuncio de Cristina revolvió el tablero político y afectó tanto al Frente de Todos como a Juntos. Su «renunciamiento» dejó al PJ en orfandad, mayor crisis, debate e internas. A tres años de ajustar con el FMI se impone un balance, y un momento que pone a la izquierda ante una gran oportunidad.
Escribe: Francisco Torres
Esa decisión de Cristina fue una bomba para los barones del PJ bonaerense, que la quieren en la boleta en su territorio y que puede cementar alguna ilusión nacional. Incluso el barajar la variante Kicillof abre a mayores disputas en el mayor distrito nacional. Lo que no es poco.
El tembladeral que atraviesa al PJ
Días atrás, en Cañuelas, se reunió la liga de intendentes del PJ para marcarle la cancha al gobernador y reclamarle fondos para cerrar el año y preparar sus campañas reeleccionistas. Hubo respaldo a Cristina, pero también elogios a Massa. A su vez, por el lado de Kicillof, no le hace gracia que Insaurralde y otros intendentes, lo quieran empujar a una incierta movida presidencial para ver, de paso, si se quedan con la gobernación.
Una movida con guiño de Máximo Kirchner y Wado de Pedro, al que echan también a rodar como eventual aspirante presidencial. Fue en el acto en la Quinta de San Vicente, donde Insaurralde cerró el año mostrando fuerza, junto a Wado como «sorpresa» y a Máximo como jefe de La Cámpora y del PJ bonaerense.
De Pedro es hombre de confianza de CFK, pero también quien más costura con el establishment, viaja a Washington a dar señales al Fondo, a EEUU o Israel, de mensaje conciliador con el agronegocio y que se desvive por dejar claro que los K son confiables y garantía de que «se la lleven en pala» como repite Cristina.
En la actual catástrofe social, el gobierno se sabe perdidoso y apuesta a refugiarse en el mayor distrito del país, ante un PJ desprestigiado frente a la sociedad. Con gobernadores en estampida que adelantan elecciones pensando zafar de una derrota nacional.
Es que prometieron que «los últimos» serían «los primeros», pero benefician a los de siempre. Eso no cambió con el Frente de Todos. Los sectores concentrados, amos y dueños del país, son los que reciben dólares especiales, exenciones impositivas y retenciones a cero.
La derecha, ¿se viene o ya gobierna?
Así, de tanto alertar con que «se viene la derecha», esas políticas de ajuste, endeudamiento y entrega vinieron sí, pero con este gobierno. Porque lejos de «combatir al capital» como decía la marcha peronista, no tomaron ni una medida contra los poderosos, cedieron ante Vicentín, el FMI, Vaca Muerta, el agronegocio, los remarcadores. Y la burocracia sindical cómplice, frenó toda lucha.
Máximo y los K criticaron, pero todo eso se profundizó de la mano de Massa, la embajada yanqui y su gobierno con el FMI, siempre con aval de Cristina. Lejos de aquellas banderas que dieron origen al peronismo de soberanía política, independencia económica y justicia social.
Lejos también del «Braden o Perón», por el entonces embajador de EEUU, como la consigna clave para el triunfo en 1946, hoy Cristina se reúne con el embajador yanqui, Marc Stanley a pedirle «apoyo y colaboración» para pagar «la deuda con el FMI».
Por la embajada yanqui desfilan los Milei, Patricia Bullrich o Macri. Pero es mayor y constante el desfile del Frente de Todos, descartando toda huella de antiimperialismo. Así vimos a Baradel y Yasky de la CTA defender que fueron a la embajada a lamer las botas del representante imperial. Antes pasó la burocracia de la CGT. Pero también Massa, Cafiero o Wado de Pedro ya que hay «unidad» en rendir pleitesía al virrey del norte.
Cristina, Massa, el PJ y un FMI feliz
Para justificar todas sus políticas culparon primero a la «herencia» macrista. Luego a la pandemia y ahora a la guerra. Pero en los tres años del «gobierno del pueblo» el balance es lapidario, con indicadores sociales que superan el desastre de Macri y Vidal: una inflación del 100% ante el 53,8% del 2019, la que había sido la mayor desde 1991.
Cambiemos se fue con una pobreza del 39,8% y 8,4% de indigencia. Dejaron un tendal, con 16 millones de pobres. Pero hoy, el Observatorio de la Deuda Social informa que la pobreza trepó al 43,1% y la indigencia es del 8,1%, con 18 millones de pobres y 3,3 millones de indigentes. Cifras dramáticas que pegarían un salto sin la asistencia social: la indigencia sería del 19,6% y la pobreza del 50%. Nada de «popular».
A su vez y desmintiendo como opción «progre» a Kicillof, la situación bonaerense no es mejor, pese a los récords de recaudación y exportaciones que destaca el gobernador. En la provincia más rica hay un mar de pobreza y así lo reconoce su mensaje a la Legislatura por el Presupuesto 2023: más de un tercio de hogares bonaerenses tiene sus Necesidades Básicas Insatisfechas. Y la provincia concentra «el 56% de la población urbana bajo condición de pobreza y el 62% bajo la línea de indigencia; entre otros indicadores robustos de la vulnerabilidad social absoluta». Nada de progresismo.
«Ya no hay peronistas hace mucho»
Por eso el PJ atraviesa uno de sus peores momentos. Un declive que acompaña la crisis a la que condujeron el país, sin revertir el desastre macrista. Es por eso que, antes de la elección de 2019 habíamos alertado que se vendría una frustración en quienes votaron al Frente de Todos esperando otro rumbo.
En estos 39 años, el PJ fue gobierno en 27 años. Por eso la debacle actual es estructural, histórica. Porque este movimiento nacido con ciertos roces con los EEUU, se volvió pro-imperialista con las «relaciones carnales» de Menem y al gobernar ahora con Massa y el FMI, o defender al capitalismo como «sistema triunfante» como hace Cristina.
El PJ es una bolsa de gatos, pero no porque se «estén reproduciendo» como decía el general. Alberto siempre fue un liberal, pero Cristina lo convocó a sabiendas. Igual Massa, que votó cada ley de Macri y cogobernó con Vidal la Provincia. Por eso no sorprende el ajuste actual, sí el descaro K de bancarlo. Como campeones de tragar sapos, lo barajan como candidato o hablan de un Scioli, todo a derecha. Por eso la izquierda está ante una gran oportunidad.
Porque crece la bronca de activistas y sectores de base que no viven de las prebendas de casta del PJ, que anida en los ministerios, intendencias y concejos. Porque incluso la dirigencia de La Cámpora será muy «crítica», pero no deja sus cargos en el PAMI, ANSES, YPF o la AFIP. Ni rompe en el Congreso ni en las legislaturas. Insisten con la trillada vía muerta de «dar pelea desde adentro», pero siguen colgados de los recursos del Estado capitalista.
Por eso muchos trabajadores que se sienten peronistas repiten que en este gobierno y en el PJ «ya no hay peronistas» y «son cipayos». Llueven las críticas a dirigentes K que quieren ser «gobierno y oposición», o comentaristas de un gobierno y un ajuste del que no serían parte.
Por eso y para evitar toda fuga por izquierda, dirigentes como Grabois anuncian su candidatura, pero sin sacar los pies del plato. Mientras Alderete del PCR-CCC reconoce: «la gente está muy enojada, incluso con nosotros. Pero enfrente tenemos a los que hicieron un daño enorme». Argumento para seguir en el gobierno y vender más promesas: «hay que dar vuelta la situación, hacer lo que no se ha hecho». Lo que ninguno explica es cómo ocurriría esa alquimia y harían lo opuesto a estos tres años de ajuste y sumisión al FMI.
Animarse a cambiar con la izquierda
«Mejor adentro que del lado del enfrente», dicen como supuesta disyuntiva. Porque en realidad la derecha ya gobierna con Massa y el PJ aplicando su agenda junto a esta izquierda claudicante. Por eso, «del lado de enfrente», lo que está es una izquierda que lucha de forma consecuente. Con la que no bajamos banderas ni principios y decimos que es falso que no hay «relación de fuerzas», sino que no tienen voluntad de tocar a los ricos y el FMI.
Que si Milei, Macri o Bullrich se desbocan, es porque este gobierno defraudó al prometer heladeras llenas, desconocer al FMI y poner impuestos a los ricos, hizo lo contrario. Con lo que volvieron a abrirle la puerta a esa derecha retrógrada. Pero no hay porqué tragar más sapos. Es tiempo de animarse a cambiar con la izquierda.
De transformar esa desilusión en determinación de hacer algo nuevo y enfrentar en serio a tanta derecha. Como dijimos en nuestra carta, invitamos a quienes confiaron en este gobierno y sienten frustración, pero siguen anhelando una sociedad justa e igualitaria, a venir con el MST, al Frente de Izquierda Unidad.