La crisis educativa, pero también social, económica y política, es evidente. Sobre ella se monta Milei para lanzar su “plan motosierra” sobre conquistas históricas o “joyas de la abuela” que ni la dictadura ni el menemismo pudieron liquidar, como la salud y la escuela pública. La cuestión es si la salida sería regir a la escuela por la lógica del mercado, con arancelamiento, privatización y pérdida de derechos docentes. Aquí nuestra crítica y propuestas.
Escribe: Francisco Torres
Hace décadas que la educación argentina transita una senda declinante por las políticas de ajuste y recortes presupuestarios y de salarios, precarización, crisis edilicia y deterioro en las condiciones en que se desarrolla el proceso de enseñanza y aprendizaje, en un país con 60% de infancias pobres, a causa de todos los gobiernos del capital y el FMI.
Esa es la base para que calen discursos reaccionarios, incluso el mercantilista y de ultraderecha de Milei, que solo agravarán la desigualdad educativa y la brecha social. Los gobiernos del PJ y Juntos son los responsables de traernos acá y abrirle la puerta al liberfacho que canaliza el desencanto, bronca y castigo a quienes ajustan los presupuestos, imponen salarios docentes de pobreza, más la falta de empleo a las familias y de oportunidades para la juventud. Por eso el 6 de septiembre, con la docencia combativa, convocamos a una jornada nacional que unifique las luchas docentes del país.
La disputa por el proyecto y negocio educativo
En ese contexto, la educación es vista como una gran área de negocios que el capitalismo con sus corporaciones buscan asaltar y Milei se ofrece para eso. La docencia y sus conquistas son vistas como terreno a ajustar y su propuesta liberfacha lo expresa. Un “negocio” educativo enorme a nivel mundial, que en 2020 se calculaba en 6.3 trillones de dólares.
Las corporaciones, el imperialismo y sus gobiernos serviles, quieren hacerse de ese “negocio” y de los fondos que destinan los países a educación. Y a la vez, que la escuela forme la mano de obra y capacite a profesionales y técnicos que necesitan para la producción en este período de acumulación y crisis capitalista.
La plataforma educativa de Milei se postula para eso, al sumarse al planteo de “reformas” para adecuar el sistema educativo a lo que quiere el mercado. Siguiendo así al G8, el grupo de las principales potencias, que es quien decide las políticas educativas y emite sus resoluciones, las que luego pasan al G20 que incluye a países emergentes como Brasil y Argentina. Todo eso traducido en los “papers” o “recomendaciones” que deben aplicar los gobiernos dependientes. A ese mundo que encandila a Milei y a sus liberfachos, nos quieren conducir.
Educación y mercado, la escuela al servicio del capital
En base a esos lineamientos y las pruebas estandarizadas como las PISA que Milei elogia en los puntos 4 y 9 de su plataforma, propone avanzar en la “modificación del diseño curricular en función de los profesionales que necesita el país (ingenieros, informáticos, etc.)”. Léase, en función de lo que necesitan las empresas.
Orientación que ratifica quién sería el Secretario de Educación de un eventual gobierno de Milei, en la entrevista que diera al día siguiente de las PASO. Para Martín Krause, economista, consultor y Doctor en Administración de la Universidad Católica, el principal problema de nuestro sistema educativo sería que se trata de “un sistema de adoctrinamiento” y no de educación. Con “un control de lo que se enseña en las aulas que tiene un claro sesgo ideológico”, que buscaría homogeneizar e “imponer un contenido post marxista, populista de izquierda”.
Por eso, consultado sobre si las escuelas privadas son “realmente privadas”, insiste en cuestionar que los contenidos sean comunes y critica el “control de la KGB o la Gestapo”, vía las inspectoras que van a las escuelas privadas a ver que se den esos contenidos comunes. Para eso propone una gran tarea desregulatoria, donde los contenidos sean optativos, sugerencias. Es decir, dejar en manos de los dueños de las escuelas su definición, junto a las familias para elegir esos contenidos y rechazar la educación obligatoria como mecanismo para garantizarla. Es decir, demoler la escuela que conocemos como derecho social.
En otra muestra de improvisación y peligrosa experimentación liberal, Krause anuncia que lo primero que haría sería “abrir y liberar el juego a todo tipo de educación, charter school, home schooling, voucher, Montessori, Waldorf, lo que sea. Vamos a ver de qué forma, pero donde cualquiera pueda desarrollar distintos métodos o formas de educación y, en todo caso, que después las pueda validar en alguna instancia que veremos cuál será…”.
Es decir, no saben cómo, pero sí que se oponen a la educación como bien público, provista por el Estado y la define como un “bien privado, que le pertenece a la persona y es lo que le permite desempeñarse en la vida”. Como la quieren hacer de su propiedad, con los 9 puntos de su plataforma, Milei ataca el principio de educación como derecho humano y social que el Estado debe garantizar.
Educación y modelo de país
Esto va ligado a su proyecto de país, al proponer la “apertura unilateral al comercio internacional”, lo que provocará un nuevo industricidio como pasó con Martínez de Hoz, Cavallo y la dictadura, después con Menen y el PJ o con Macri. Aunque también los Kirchner, quienes más allá de todo relato, mantuvieron la matriz extractivista de la economía, proveedora de materias primas sin valor agregado, que no requiere una mayor formación de mano de obra y sí limitar la escuela solo a un papel de contención. Por eso, cuando hablan de “derechos”, muchos jóvenes y familias no los entienden ni ven porque nunca los tuvieron.
Los K sostienen también con Massa y el PJ las privatizaciones y los núcleos duros de la derogada Ley Federal menemista, continuando con la avanzada privatista más que con un proyecto de desarrollo y emancipación como proponemos en nuestro programa educativo , social y transformador.
A eso, Milei y Patricia Bullrich, le suman una concepción de educación como bien transable, para el consumo. Una pedagogía del individualismo, donde avanza quien se destaca sobre el resto, regida por la competencia, la meritocracia, sin valorar el contexto ni la realidad social. Con premios y castigos en una pedagogía y didáctica “productivista”, en base a rankings de matrícula, clasificaciones, retención y nivel de promoción, como cualquier compañía que hace el balance de su rendimiento a los accionistas de la escuela-empresa.
Ante tanta mirada mercantilista, damos la disputa ideológica defendiendo la educación como conquista social a sostener por el Estado para garantizar la asistencia, permanencia y el egreso del conjunto de estudiantes y las familias trabajadoras. Nuestro programa plantea rechazar toda injerencia privada en educación, nos oponemos a las pruebas estandarizadas y la mercantilización de la formación docente y la política editorial.
Impulsamos la más plena libertad de cátedra, la elección democrática de contenidos y saberes socialmente significativos. Y luchamos por una evaluación social de las políticas educativas y de los gobiernos que las aplican. Estamos por una izquierda pedagógica que promueva debates e intercambios sobre las pedagogías críticas. Para avanzar hacia una escuela que forme integralmente, con pensamiento crítico, dialéctico, con visión humanística y aporte a una sociedad solidaria, justa y emancipada, la que entendemos como socialista, cosa que pone los pelos de punta a los liberfachos. Aunque también a Massa y el PJ que ajusta y ataca los paros docentes.
El lucro sobre todo, más “seguridad” y menos educación
Milei propone privatizar todo y un ajuste mayor que el FMI, niega el cambio climático para fomentar el saqueo que destruye el medio ambiente, facilita la fuga de capitales, una feroz reforma laboral y ampliar el ejército de desocupados con despidos, “retiros voluntarios de empleados públicos, jubilaciones anticipadas, revisión de contratos y achicamiento del Estado”.
En ese proyecto de país, solo entra transformar la educación en área de negocios, donde las empresas “educativas” se apropien de los presupuestos públicos. Así pasó en los poquísimos países donde se aplicaron los vouchers educativos, como en Suecia, donde las escuelas cotizan en la Bolsa y reparten “dividendos” a sus accionistas. O en Chile, con grandes cadenas comerciales que concentran y se apropian del servicio educativo. Hay también segregación económica, social y hasta racial en Suecia, con los vouchers y escuelas donde van solo inmigrantes de bajos recursos.
Por otra parte y para comprobar que la educación no es prioridad para La Libertad Avanza, basta ver que a seguridad, fuerzas armadas, servicio penitenciario y una justicia punitiva le dedican 4 páginas de su plataforma, con 47 puntos. Mientras que a Educación, apenas 9 puntos sobre un total de 146 puntos. Aunque sí proponen modificaciones contrarias a la escuela pública y la docencia. Tampoco es casual esa prioridad en represión: Milei sabe que su proyecto educativo y privatista solo fue aplicable en Chile con la más feroz dictadura.
Milei, Friedman y Pinochet, la letra con sangre entra
Sus vouchers y reformas de mercado no son nada “modernas”, sino que vienen del economista neoliberal Milton Friedman, con su trabajo “El papel del gobierno en la educación” de 1955, cuando propuso imponer el libre mercado en la política educativa. Friedman viajó a Chile en abril de 1975 y se reunió con el genocida Pinochet para asesorarlo y aportar sus Chicago Boys a las dictaduras de Chile y Argentina. Para así imponer su “shock treatment” -terapia de choque-, que no pasa sin reprimir y pisotear las libertades democráticas.
Como se ha dicho, el “milagro económico” que Friedman le atribuyó a Pinochet fue una de las más grandes falsas narrativas de la historia económica moderna. Porque al terminar la dictadura, la pobreza alcanzaba al 40%, la brecha educativa era enorme y Chile seguía entre las naciones más desiguales del mundo.
Por eso no es casual tampoco que la revolución pingüina de 2006 y la rebelión de 2019 en Chile tuvieran de protagonistas a jóvenes estudiantes, reclamando su derecho a la educación, contra la privatización. Porque como concluyera el Director de Educación de la OCDE en sus viajes e investigaciones sobre el país trasandino, “el sistema escolar de Chile no funciona bien, ni siquiera a nivel de la élite”. Lo opuesto a lo que Milei quiere vender.
Esa mala idea de aumentar el presupuesto
Martín Krause ubica como segundo punto en importancia “al problema del mecanismo de la entrega del servicio de la educación”. Y plantea que exista “el mayor grado de competencia posible y se abra a todo tipo de experiencias, emprendimientos e iniciativas, que busquen ofrecer mejores servicios de educación, más adaptados a las preferencias de los alumnos y los padres”. Esos serían “los elementos centrales: libertad de contenidos y libertad de proveedores que brindan el servicio”.
Su plataforma busca a futuro, la privatización de las escuelas y universidades. Lo que implica el total arancelamiento, pasando a financiar la educación a través de los consumidores o clientes, con el voucher o cheque escolar. Milei lo reconoce: “Todas van a ser aranceladas, pero uno puede usar el voucher para ir a la que uno quiera, estatal o privada. Y en el proceso, todas las instituciones van a tener que competir”.
Por eso Krause explica que “hay ciertas ideas que predominan y hay que discutir por qué no son correctas, como aquella de que hay que aumentar la proporción del gasto público dedicado a la educación. Y hasta se establecen objetivos en términos del PBI. Ese principio hay que reverlo”. Una aberración que se completa con otra, en la que desnuda que los vouchers son solo una transición hacia un sistema 100% privado, al reconocer que “la idea general es ir pasando de un esquema de subsidio de la oferta a subsidio de la demanda. Y en definitiva, al final del camino, ningún subsidio”. Es decir, la total privatización, y por eso con Milei, se oponen a la educación obligatoria.
Si estos planteos pueden calar es porque gobiernos como el de Massa y los K hablan de igualdad de oportunidades y de defender derechos, pero mantuvieron siempre el ajuste presupuestario para pagar la estafa de la deuda. Así, su Ley de Educación de 2006, que establece que el Presupuesto destinado a educación, no será inferior al 6% del PBI (Art. 9º), nunca se cumplió, salvo en 2015. Y hoy apenas supera el magro 5%, cuando la Celeste de CTERA le exigió a Macri elevarlo al 10% del PBI.
Contra ese relato luchamos. Por el inmediato aumento del Presupuesto al 10% del PBI como forma de materializar el derecho a la educación. Con la Multicolor, la FND, gremios y seccionales combativas llamamos a una nueva Jornada Nacional de Protesta el 6 de septiembre en defensa de la escuela pública y los salarios docentes, planteando nacionalizar el sistema educativo y su sostenimiento con fondos del Presupuesto nacional, a partir de anular todos los subsidios a la enseñanza privada, el no pago de la deuda externa e impuestos progresivos a los ricos.
Defender la educación y conquistas del Estatuto Docente
Para Krauser el tercer problema sería terminar con los paros docentes. Según su visión, “el sistema está cooptado por dirigentes sindicales que chantajean a los alumnos, padres y gobiernos”. Los que no tendrían “la más mínima creatividad para pensar algún tipo de propuesta que sea diferente a no dar clase. Lo único que se les ocurre”.
Pero lo que no resulta original ni creativo es su argumento responsabilizando a la docencia de los problemas y la crisis educativa, en vez de entenderlos como hechos que los gobiernos deben resolver. A la vez, emparenta a las burocracias con las bases que padecen los bajos salarios, jornadas extenuantes y pésimas condiciones de trabajo. Eso mismo repite cada gobierno o político capitalista como Patricia Bullrich, Morales en Jujuy, Macri y Vidal, pero también Alicia Kirchner en Santa Cruz o Sáenz del PJ en Salta.
A la vez y cómo piensan ajustar, Krause abre el paraguas en esa entrevista al otro día de las PASO, al decir: “Vas a ver que va a pasar que quien sea el nuevo gobierno, el 1° de marzo empezamos con las huelgas. Sin importarles nada qué es lo que puede pasar con los chicos, las familias que no tienen dónde dejar a los chicos porque tienen que ir a trabajar y no saben qué hacer, muchos chicos que van a la escuela a comer y no lo van a tener. Un desastroso método de protesta que se tiene que terminar. Tienen que pensar otra cosa porque eso no funciona más”.
Esto lo dice porque en el punto 8 de su plataforma plantean la “modificación del Estatuto” para “rever y eliminar licencias” e introducir la “posibilidad de despidos”. Además de declararla un servicio esencial para prohibir los paros y protestas. Vienen contra las paritarias y la organización gremial, por la negociación por escuela, al estilo de las patronales chilenas, donde imponer los salarios y condiciones laborales que les parezcan.
Por nuestra parte y para que el derecho a la educación no sea letra muerta, luchamos por jerarquizar a quienes la sostienen con una nueva matriz salarial y un básico nacional que iguale la canasta familiar. Que garantice el acceso a los bienes culturales, de formación y recreación, permitiendo trabajar en un sólo cargo y en cursos de 20 alumnos o menos.
¿Quién decide? ¿El mercado o docentes, estudiantes y familias?
Como socialistas revolucionarios y como docentes reconocemos, denunciamos y luchamos frente a la crisis educativa generada por los gobiernos capitalistas. Pero defendemos la escuela pública, buscando avanzar en transformarla para que responda a las necesidades del pueblo trabajador y no los sectores privatistas, el Banco Mundial, la OCDE y el FMI. Por eso exigimos un Congreso Pedagógico nacional y en las provincias, con instancias asamblearias por distritos y regiones para que quienes hacemos la escuela a diario, definamos esas transformaciones.
Con delegades de los y las trabajadoras de la educación y representación de estudiantes, familias y sectores de la comunidad educativa, no con privatistas. Con la idea de una transformación en cuanto a sus objetivos, currícula, criterios pedagógicos y didácticos, su organización, formatos institucionales y la democratización real del gobierno educativo.
Para poner en pie un sistema educativo que sea nacional, único y estatal; obligatorio, gratuito, científico y laico; democrático, participativo; con perspectiva de género y una ESI feminista y disidente, junto a una pedagogía diversa culturalmente y ecosocialista. A esto te invitamos a sumarte.