El vértigo en la situación política de nuestro país dejaría desorientado a quien viajara simplemente un mes al exterior y dejara de seguir las noticias locales.
Han sido constantes los acontecimientos que conmueven a millones y generan un estado de deliberación de gran alcance, que se extiende por los lugares de trabajo, en los barrios, facultades, en la calle.
Tal es así, que cuestiones muy recientes e importantes parecen muy lejanas en el tiempo. El mes de abril comenzó con la inundación que dejó decenas de muertos en Capital y La Plata, pero se extendió más allá. Aunque todos los gobernantes culparon a la lluvia, quedó en evidencia el estado de abandono en que está el país, sin obras para prevenir, sin recursos para socorrer, sin presencia de funcionarios cuando las papas queman. Las aguas se llevaron el esfuerzo de una vida para muchísimas familias, pero no lograron arrastrar a ningún responsable por el desastre, todos siguen en sus puestos.
Sin salir de la tristeza por lo ocurrido, todos nos sumergimos de golpe en el debate sobre el proyecto de reforma judicial K, maliciosamente presentado como “democratización de la justicia”. Tan reaccionarias fueron las propuestas del gobierno que hasta desde su propio campo hubo críticas. Además se movilizaron y realizaron un fuerte paro los judiciales nacionales y hubo un acto unitario CTA-CGT acompañado por nuestro partido y muchas organizaciones. Todavía quedan algunos proyectos por aprobar, pero se descuenta que así será, ya que la rosada tiene urgencia por contar con jueces propios.
En medio de esto se dieron las denuncias por el escandaloso lavado y fuga de dinero de Lázaro Báez, su sociedad con Néstor, y los enormes negociados con la obra pública bajo la era K. Cuentas en Suiza, paraísos fiscales, sociedades fantasmas, millones y millones que nos roban a todos para engordar los bolsillos de los capitalistas amigos del gobierno…y al propio gobierno.
Aunque ya se venía convocando desde semanas atrás, esta cadena de hechos potenció la convocatoria a la marcha del 18A y hasta animó a los referentes de la oposición de derecha a sumarse a la movilización. Esto último marcó las limitaciones de la protesta, pero de ninguna manera puede desconocerse como expresión genuina de la bronca de los sectores medios con el gobierno nacional. Tampoco que, aunque se volvieron a escuchar posiciones equivocadas, también hay reclamos correctos contra la política económica, la inflación, la corrupción, la inseguridad, la sordera del gobierno, etc. Debe tomarse en cuenta que el propio Macri desistió de concurrir porque no quería recibir en la cara el reclamo por las inundaciones. Con todas estas cosas cientos de miles salieron a las calles en todo el país. Y la mayoría no eran millonarios.
Por el lado de los trabajadores, las semanas que pasaron estuvieron signadas por la lucha docente. Buenos Aires, Chaco y Neuquén volvieron fueron escenario de la batalla de los educadores contra el ajuste. También se desarrollan conflictos de los molineros contra los despidos y por condiciones de trabajo en la alimentación.
Pero el escenario volvió a moverse de golpe. La Policía Metropolitana comandada por el gobierno de Macri llevó adelante una brutal represión a trabajadores, pacientes, diputados y hasta periodistas en el Hospital Borda. La violencia policial fue tal que no hubo muertos de casualidad. El PRO avanzó sin autorización judicial. Pero pudo escudarse en la ley votada en conjunto con los legisladores kirchneristas el año pasado. La respuesta de los trabajadores fue importante: Paro Nacional de ATE y movilización masiva el lunes 29.
Es evidente que todos los gobiernos van a tratar de avanzar en sus planes, con ajuste, descuentos, patota o directamente con la represión.
Por eso, para fortalecer la batalla en cada lugar es urgente concretar un Paro Nacional CTA-CGT como el del 20N y las semanas que vienen serán decisivas para lograr la mayor unidad en pos de este objetivo.
Todas estas cosas que pasaron tienen un punto que las unifica. Golpean a los oficialismos. Cristina, Macri, Scioli se ven cuestionados por enormes sectores de la sociedad, que comprueba a dónde nos conducen sus gobiernos. Esto, con las lógicas desigualdades, se repite en las demás provincias, incluso en los municipios. Aunque no estén desplomados, los gobiernos están en baja. Y no es algo para despreciar, todo lo contrario. Este desgaste de los oficialismos está impactando en la cabeza de los trabajadores, los sectores populares, los jóvenes, los intelectuales. Se extiende el proceso de búsqueda sin que exista una opción del sistema que pueda contener a todos los que reclaman un cambio de rumbo.
Moyano, De la Sota, De Narvaez y Lavagna acaban de lanzar un frente del PJ anti-K; Macri viene tratando de juntar algunos referentes en otros distritos para tratar de levantar; la UCR se ha divido entre los que quieren al PRO, los que prefieren ir solos y los que buscan llevarse el FAP a la rastra. Es evidente que la salida no vendrá de las viejo bipartidismo corrupto, ni de la derecha macrista. Ellos –igual que los K- vienen gobernando contra el pueblo.
Desde el MST vamos a seguir peleando por la conformación de una herramienta que una a los que seguimos creyendo en la construcción de un movimiento emancipador (ver página 5).
Estamos convencidos de que si avanzamos por este camino podemos poner en pie una fuerte herramienta, emancipadora, unitaria, diversa, que implique una salida positiva a esta situación motivando a nuevos compañeros y compañeras para batallar en las próximas elecciones y salir todos fortalecidos para encarar lo que se viene.