Bajo esta consigna, los profesionales de hospitales y centros de salud venimos protagonizando uno de los conflictos más intensos de la última década. Fuimos escalonando los paros hasta llegar a la quinta semana consecutiva con 72 hs. Con grandes movilizaciones coordinadas con otros gremios estatales y acciones propias como la emblemática marcha blanca y la carpa sanitaria en Plaza Congreso que hace quince días llevó el conflicto al centro político nacional.
La crisis pre terminal del sistema de salud está en la raíz de esta pelea. La corresponsabilidad de los anteriores gobiernos pejotistas con el ajuste de Macri y Vidal es innegable. Todos mantuvieron a Buenos Aires con el triste privilegio de contar, en términos relativos, con el presupuesto de salud más bajo del país.
Por ello, los reclamos fundamentales: a) un aumento que supere el tremendo atraso salarial no sólo por dignidad, sino porque tamaño deterioro está siendo una traba absoluta para la incorporación de recurso humano al sistema de salud; b) un decreto que restablezca los derechos previsionales de cientos de compañeros que hoy no se pueden jubilar; c) una partida presupuestaria de emergencia para que haya insumos, un plan de infraestructura y nombramientos en planta permanente para que se pueda atender a la gente y las condiciones de laborales no sigan robándole la salud a los trabajadores de la salud.
La conducción democrática del conflicto con congresos semanales basados en los mandatos de las asambleas, son la garantía de mantener la unidad y la fuerza de esta lucha. Que ingresa en una nueva fase con mayor coordinación con los docentes, judiciales y demás estatales. Y que vuelve a montar la carpa sanitaria el día 26, esta vez en el Obelisco. La llamaremos “Guardia de 24 horas en Defensa de la Salud Pública” y reclamará para que la salud no siga siendo la variable de ajuste.
Guillermo Pacagnini