Las sesiones congresales del Nuevo Partido Anticapitalista francés se desarrollaron del 2 al 4 de febrero. Aquí reflejamos algunos de los principales debates y nuestras opiniones.
Durante tres días los delegados intercambiaron posiciones sobre el balance, la orientación y la política a llevar adelante. Nuestro partido, el MST, participó como invitado junto a delegaciones del PSTU de Brasil y del MAS de Portugal. Llegaron saludos del Grupo Revolución Socialista antillano y del MAIS brasileño.
Una conducción en crisis
En el congreso se presentaron siete plataformas organizadas para el debate: U, V, Z, W, T, X e Y.
Algunos de los puntos centrales de polémica fueron: ¿cómo posicionarse ante los gobiernos reformistas?, ¿qué política desplegar hacia Francia Insumisa?, la orientación hacia las luchas de los trabajadores y estudiantes, el movimiento de mujeres e inmigrantes, la conformación de un Frente Social y cómo organizar al partido sindical y políticamente.
El NPA viene retrocediendo año a año en cantidad de militantes y ha perdido la simpatía que había despertado su creación en amplios sectores del pueblo trabajador y la juventud. Por eso el debate sobre las causas que motivaron esta realidad fue un punto importante.
La conducción arrastra una crisis que se profundizó en el anterior congreso, realizado en 2015, ya que ninguna de las plataformas que se presentaron en dicha oportunidad logró una mayoría clara. La primera minoría recayó en aquel momento en uno de los dos sectores en los que se dividió la vieja dirección de la ex LCR, Liga Comunista Revolucionaria, referenciada internacionalmente en el Secretariado Unificado.
En la conferencia nacional del NPA realizada en 2016, los compañeros del SU, que siguieron divididos en dos plataformas, perdieron la mayoría a manos de un reagrupamiento de toda la izquierda del partido.
En este congreso, la plataforma U (reunificación de los dos sectores de la vieja dirección de la LCR) defendió el balance y la política desarrollada y reivindicó la campaña a presidente por Philippe Poutou como un mérito centralmente propio. Argumentaron que el NPA se achicó reflejando el atraso en la conciencia de los trabajadores, una relación de fuerzas desfavorable y fuertes elementos de degradación social. Polemizó fuertemente con las tendencias críticas, acusándolas de amalgamar falsamente sus posiciones en el afán de debatir fraccionalmente.
La oposición, dividida
En este congreso, los sectores que unidos habían ganado la última conferencia se dividieron en seis plataformas: V, Z, W, T, X e Y.
Hubo delegados que llamaron a recuperar la unidad. Algunos caracterizaron las diferencias que los separan como mínimas, otros como muy grandes, sin que se llegara a una síntesis al respecto.
Desde la oposición se criticó el apoyo a los gobiernos de Syriza (Grecia), Bloque de Izquierda (Portugal), PT (Brasil) y Podemos (Madrid) y se hizo eje en la necesidad de delimitar posiciones con los agrupamientos reformistas. La intervención en la lucha de clases también fue motivo de polémicas. La delimitación se ubicó en el centro de los planteos de este sector.
Impasse
Aunque la crisis del NPA no se resolvió, el hecho de que se haya debatido sin la ruptura del partido es positivo. Recordemos que la crisis motivó distintas separaciones a lo largo del tiempo, como fueron las de GA (Gauche Anticapitaliste) en torno al apoyo o no a la candidatura de Mélenchon y la de nuestros compañeros de La Commune, para tomar sólo dos ejemplos.
La fuerte polarización en el debate dejó poco espacio para la reflexión y la elaboración colectiva, que siempre es más rica que las parcialidades y además abre camino a la posibilidad de sintetizar posiciones y salir a militar unificados.
Al mismo tiempo, la existencia de siete tendencias y un final con tres declaraciones, sin que las votaciones fundamentales hayan tenido una mayoría absoluta, implica un impasse con futuro incierto.
Cambiar la dinámica y el rumbo
En medio de este cuadro complejo, delegados ferroviarios, trabajadores de la salud, dirigentes estudiantiles, activistas del movimiento de mujeres, jóvenes y luchadores por los derechos de los inmigrantes, incluso más allá de las plataformas que integraban, expresaron su voluntad de lograr una organización y una política en común para intervenir en la lucha de clases y hacer una experiencia que ponga por delante las coincidencias por sobre las divergencias. Esto demuestra que hay reservas para luchar por un cambio de rumbo.
La lucha de los estudiantes contra la selección para el ingreso a la universidad que propicia el gobierno derechista de Emmanuel Macron; la movilización de los trabajadores contra la reforma laboral, los despidos, los bajos salarios y la precariedad; los reclamos contra la privatización de servicios ferroviarios, el achicamiento de los Archivos Nacionales y el ataque a los estatales, y las acciones contra la represión y los abusos a los inmigrantes y el próximo Paro Internacional de Mujeres del 8M, requieren de un partido de izquierda fuerte y arraigado en el movimiento de masas.
Está por delante la gran tarea de volver a transformar al NPA en un polo de reagrupamiento de todas las expresiones de la izquierda francesa, que lo recoloque como alternativa sindical y política reconocida por amplios sectores de vanguardia y del movimiento de masas.
Para fortalecer la disputa contra los viejos dirigentes sindicales y políticos se necesita un partido con la más amplia democracia interna para debatir y organizarse; a la par de la más férrea unidad que permita pegar como un solo puño, haciendo una experiencia que priorice los acuerdos por encima de las diferencias.
Es necesario explorar todas las posibilidades que permitan sacar al NPA de la crisis, recorriendo un camino internacionalista, anticapitalista, alejado tanto del oportunismo como del sectarismo y, fundamentalmente, impulsando la movilización y las luchas de los trabajadores y el pueblo como hacen nuestros compañeros de La Commune.
Rubén Tzanoff