Como todos los años, desde las páginas de Alternativa Socialista renovamos nuestro homenaje al fundador de nuestra corriente y principal exponente del trotskismo latinoamericano.
Miguel Hugo Bressano, alias Nahuel Moreno, murió en Buenos Aires hace 31 años, un 25 de enero de 1987, pero su ejemplo sigue siendo una poderosa herramienta política para miles de compañeras y compañeros que en la Argentina, en América Latina y en todo el mundo seguimos, obstinadamente, enfrentando al sistema capitalista y peleando por el socialismo.
Troskismo a contracorriente
El asesinato de León Trostky en 1940 por parte de un agente del stalinismo significó un durísimo golpe para la corriente impulsada por quien fuera el compañero de Lenin al frente de la Revolución Rusa. Luego de largos años de persecuciones, exilios, detención y asesinato de familiares y compañeros, la mano asesina de Stalin alcanzó en México al viejo León.
La IV Internacional, recientemente fundada en 1938, nucleaba apenas a un puñado de dirigentes, con poca experiencia y desvinculados de las principales luchas del movimiento obrero de su tiempo.
Nahuel Moreno fue de los pocos dirigentes revolucionarios que comprendió este problema fundamental y, dispuesto a construir un partido trotskista para la acción, se trasladó con un pequeño grupo de cuadros desde la porteña Villa Crespo a Villa Pobladora, en Avellaneda, corazón de un poderoso movimiento obrero para tonificar a su flamante Grupo Obrero Marxista. Poco tiempo después le dio vida a Palabra Obrera, una experiencia de construcción revolucionaria en pleno auge del peronismo.
Esta decisión estratégica es quizás una de las razones de fondo de por qué, pese a la enorme influencia política del peronismo en la clase obrera argentina, y también del fortalecimiento del stalinismo a nivel mundial post derrota del nazismo, la corriente socialista liderada por Moreno logró desarrollarse, crecer y obtener una importante influencia entre los sectores de vanguardia de todo nuestro país y luego del continente.
Sin duda el otro elemento fue el internacionalismo militante, que llevó a Moreno y su corriente buscar incansablemente el relacionamiento político y organizativo con otros grupos y partidos trotskistas, a seguir los procesos de lucha a nivel internacional buscando intervenir y aprender de sus enseñanzas.
Con esos sólidos cimientos, la corriente liderada por Moreno supo ser parte de las principales luchas de la clase trabajadora sin ceder a las tendencias sectarias y ultraizquierdistas o burocráticas, oportunistas y reformistas que -en la mayoría de los casos- terminaron siendo mayoritarias entre la vanguardia del movimiento obrero y del movimiento estudiantil.
Confianza en los trabajadores y sus luchas
Como todos los homenajes, fundamentalmente los homenajes a quienes como Moreno lucharon a brazo partido por cambiar la realidad, deben ser construidos unidos a la realidad de la lucha de clases que los atraviesan en cada momento.
Nahuel Moreno tenía una profunda confianza en la clase obrera y en sus luchas, no como una cuestión de fe religiosa o dogmática, sino como la certeza de que mientras los trabajadores y trabajadoras, la juventud y los sectores populares sean capaces de autodeterminarse y salir a luchar, no está en absoluto predefinido el final de la historia.
Renovar esa confianza en estos días en que el movimiento obrero de nuestro país enfrenta una contraofensiva económica y represiva brutal, con el imperialismo y las burguesías parásitas hoy al mando político de Mauricio Macri intentando descargar la crisis en sus espaldas con la complicidad de la burocracia sindical, es una clave para resistir y parar el ajuste.
Por eso, como lo afirmaba nuestro dirigente Alejando Bodart en el homenaje realizado en el Hotel Bauen en el 30º aniversario de la muerte de Moreno: “Nosotros tenemos una confianza ciega en la clase obrera. Creemos en la movilización como único camino para lograr los cambios […] Y, por ello, las luchas de los trabajadores son nuestras propias luchas.”
Por eso hoy estamos siendo parte y acompañando a los y las trabajadoras del Hospital Posadas en su lucha contra los despidos y por la salud pública. Por eso estuvimos en la primera línea de combate contra la reforma jubilatoria en las jornadas del 14 y el 18 de diciembre. Por eso respaldamos e impulsamos todas las luchas que hoy recorrer en país en contra del modelo macrista de despidos, recortes y entrega. Por esa confianza de clase y además porque creemos que, lejos de lo que dicen los burócratas de todo pelaje, los escépticos y los operadores a sueldo del gobierno, se puede ganar.
Esa marca de nacimiento de nuestra corriente socialista revolucionaria tuvo en Nahuel Moreno su máximo exponente, que en democracia o dictadura militar, en la Argentina o en cualquier otro país, hizo de esa confianza un poderoso motor de construcción política y, al mismo tiempo, de firmeza programática y moral.
Un partido de trabajadores para la revolución y el socialismo
Moreno explicaba, pacientemente, que la estrategia fundamental de nuestro partido trotskista tiene que ver con la construcción del mismo ligado a la movilización de la clase obrera. Hoy, 31 años después de su muerte, esa sigue siendo la primera lección para todos los nuevos compañeros y compañeras que asumen el desafío de sumarse a nuestras filas.
Esa estrategia permanente tiene que ver con la potencia creadora del movimiento obrero, con su fuerza y su rol protagónico en la disputa por el cambio social y también con la necesidad de contar con una herramienta política sólida, un partido con una tradición y una moral forjadas en años de luchas y desafíos políticos, para dirigir toda esa fuerza hacia la revolución y el socialismo.
En la actualidad, mucho ha cambiado la realidad si la comparamos con la que le tocó vivir a Moreno. Sin embargo, la pelea por la dirección de la clase obrera está más vigente que nunca. Luego de décadas de confianza en los partidos políticos del régimen, fundamentalmente en el PJ en sus diferentes variantes, los trabajadores y trabajadoras están hoy huérfanos de dirección y con sus organizaciones sindicales en manos de una burocracia traidora, sometidos además a una permanente campaña ideológica de los grandes medios de comunicación, que siembran todo tipo de confusiones.
No obstante todos esos problemas, la bronca popular y las luchas no dejan de crecer. Es en esos conflictos, en las luchas de la clase, donde se generan los avances más significativos en la conciencia, donde los enemigos se ven más claramente y donde las corrientes revolucionarias exponen su política. No debe haber mejor escenario de acción para un morenista que la intervención en una lucha obrera y al calor de ella construir nuestro partido. Esa estrategia sigue guiando nuestra militancia cotidiana y ese es sin duda el mejor homenaje que podemos hacerle al fundador de nuestra corriente.
Martín Carcione